Del “teorema de Alberto” al ataque a los periodistas
“Se enoja con el emisor”, advirtió el actual presidente en 2012 sobre Cristina Kirchner; ahora busca ofuscarlos
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Cada vez que hay algo que no le gusta se enoja con el emisor. La tesis se constata en toda ocasión que Cristina Kirchner abre la boca. También en la última ocasión que lo hizo, en el cierre de campaña del Frente de Todos, usufructuando de un lugar público como Tecnópolis, con fines partidarios.
Debe aclararse que “Cada vez que hay algo que no le gusta se enoja con el emisor” bien podría ser catalogado como el “teorema de Alberto Fernández”, ya que se trata de un textual del actual presidente que pronunció el 13 de marzo de 2012. Con un inesperado plus agravado y confirmatorio de su teoría: él mismo sufrió ese enojo en carne propia segundos después de darla a conocer.
Fernández era el invitado del ciclo Longobardi en vivo, que emitía C5N y que fue levantado del aire en el momento que él hablaba.
El entonces dueño de esa emisora, Daniel Hadad, que ya sufría intensas presiones para que se la vendiera a Cristóbal López, prefirió ser más cauto y habló de un “exceso de formalismo”, como justificando que se había levantado por haberse pasado mínimamente de su horario. Lo cierto es que esa madrugada no se repitió, como era usual. Alberto Fernández fue más contundente con su característica inclinación a usar adjetivaciones redundantes, al calificarlo de “hecho penoso, de una chatura increíble y de una mediocridad absoluta”.
Aquel C5N de Hadad no era un canal opositor. De hecho, ya recibía el simpático apodo de “Cristina 5 Néstor”. Pero a la primera mandataria le fastidiaba el tono crítico de Longobardi y clamaba por su despido. También sospechaba de las buenas relaciones del dueño de la señal con los oficialismos bonaerense (Daniel Scioli) y de CABA (Mauricio Macri).
La impuesta llegada del tándem López/De Sousa vino a corregir esos “desvíos” y el canal se volvió fervorosamente cristinista hasta el día de hoy.
Este ejercicio de memoria viene a cuento de las hipótesis que Cristina Kirchner hiciera en su más reciente disertación cuando se refirió a los medios de comunicación privados y a sus trabajadores. También apeló a un recuerdo, que le envió aquel que había censurado en 2012 y que, paradojas de la vida, terminó nominando para que ocupara el sillón de Rivadavia. Ella lo subió a sus redes sociales tras el acto.
Vale la pena echarle un vistazo. Se trata de un encuentro que tuvo con la prensa Juan Domingo Perón, en 1973. “Todos los periodistas –dijo allí el líder justicialista– están acoplados a una dirección, mandados, dirigidos y organizados por el Cholo Peco”, en referencia al entonces poderoso líder de los distribuidores de diarios y revistas. “Tengo unos cuantos señores –prosiguió– que hablan mal de mí. Esa es la propaganda mía”.
Y aquí viene la parte más sugerente: un periodista de Canal 13 (por aquella época, de Goar Mestre, asociado con Editorial Atlántida) intentó aclararle a Perón que él no recibía ese tipo de órdenes. “No me refiero a usted –le respondió risueño el viejo general–, sino a su empresa. Porque si no obedece, le quitan la concesión a fin de año. Usted, en el fondo, es un servidor, un trabajador”.
Cuatro días antes de que Perón fuera plebiscitado en las urnas (casi el 62% de los votos), los canales 13, 11 y 9 fueron intervenidos, no por el sindicalista Peco, que no tenía la menor potestad sobre ellos, sino por el gobierno justicialista interino de Raúl Lastiri. Y fueron estatizados por completo un mes después de la muerte de Perón, en agosto de 1974, con la aprobación de su viuda y sucesora en el poder, María Estela Martínez.
También Néstor Kirchner interpretó un numerito similar en 2008 cuando maltrató a un movilero de Radio Continental. “¿Grupo Prisa, no? –lo rotuló socarronamente, en medio de las risas de su corte obsecuente–; está bien, yo sé a qué te mandan a vos”.
Se entusiasmó el jueves último con su monólogo de casi una hora la vicepresidenta en Tecnópolis sobre el mismo argumento: “Yo entiendo que trabajás en una empresa con una línea editorial. Lo respeto porque el laburo es sagrado para todos. Para los periodistas también. Si no, te echan. Ahora van a ver una catarata a decir ‘yo digo lo que se me da la gana’. Vamos, che. Somos todos grandes. Basta, viejo. Los Reyes Magos son los papás”.
En su razonamiento, los periodistas no tienen opinión propia y todas las informaciones que emiten están contaminadas. Alguien con intereses aviesos y antinacionales siempre les dicta: si no es el Cholo Peco, es Macri, Magnetto, “la embajada” o algún poder oculto.
No es extraño que a muchos colegas los embargue la indignación y, por eso, ejerzan su oficio exaltados. Descentrar al enemigo es la especialidad predilecta de CFK. Seguir ese juego es contribuir a su negocio.