Defensa de las lenguas clásicas
Por Antonio M. Battro
La civilización occidental nació en una cuna griega. Los romanos cultos hablaban griego y los alumnos más brillantes se educaban en Grecia. La historia se repite, hoy millones de estudiantes aprenden inglés como segunda lengua y en muchas universidades anglosajonas de prestigio los alumnos extranjeros, especialmente los orientales, han pasado a ocupar los primeros puestos. Pero no por eso han olvidado su lengua de origen. Es improbable que los chinos o los japoneses, por ejemplo, abandonen sus ideogramas. Se trata de preservar las raíces de una cultura milenaria que enriquece a la humanidad. Lo mismo sucede en occidente. El griego y el latín son las lenguas que forjaron nuestra identidad, no es posible olvidarlas, son inseparables de nuestra cultura.
Los argumentos a favor o en contra de las lenguas clásicas son variados. Por una parte algunos quieren disminuir o eliminar el estudio del griego y el latín en la adolescencia, arguyendo que quitan tiempo a otras disciplinas más actuales y prácticas. Por otra, muchos jóvenes universitarios optan por los clásicos, que han dejado de ser un reducto "elitista" y gozan de apoyo, becas y subsidios. Prueba de ello es el impresionante crecimiento de las traducciones, el cuidado de las ediciones bilingües, los formatos accesibles y dignos. En suma, tanto el griego como el latín gozan de muy buena salud en la vieja Europa. En nuestra América "latina", en cambio, no siempre honramos nuestras raíces latinas.
La inteligencia no se crea sobre una tabla rasa. Al nacer ya tenemos muchos mecanismos montados para percibir y recordar, especialmente los sonidos de la lengua materna. Sobre esa primera lengua se elaboran las demás. De alguna forma ser políglota es lo normal, el cerebro humano está diseñado para ello y algunos educadores han aprovechado estas características para enseñar latín en los primeros grados, donde han logrado maravillas. Incidentalmente, Alicia en el país de las maravillas, el célebre libro de Lewis Carrol, está traducida al latín Alicia in terra mirabili y es muy atractiva para los niños. También en el nivel superior algunas universidades han desarrollado soberbios sistemas de enseñanza de las lenguas clásicas con ayuda de las tecnologías digitales. Basta consultar www.perseus.tufts.edu para apreciar hasta qué punto los hipertextos han facilitado el acceso a los estudios clásicos por Internet. La frontera entre lenguas vivas y lenguas muertas está abierta al tránsito, o sea a la traducción. Deberíamos ofrecer siempre a los estudiantes una muy amplia variedad de idiomas y no olvidar el griego y el latín entre las opciones.