Débora Giorgi, de la promoción industrial a la cita con el agro
Más técnica que política, obsesiva del trabajo y considerada como una de las palomas del gabinete de Cristina Kirchner, la ministra de la Producción se convirtió esta semana en una de las caras visibles del giro oficial en la negociación con el campo
Como sucede con las tarjetas de crédito, pertenecer al círculo K más íntimo tiene sus privilegios y cualquier funcionario del Gobierno nacional puede dar prueba de ello. En la interna oficial, a Débora Giorgi -la ministra de la Producción que está llevando adelante la negociación con el campo- se la tiende a ubicar entre las palomas que defienden las posiciones más moderadas frente a los halcones más afines con el ex presidente Néstor Kirhcner, como su colega de Gabinete Julio de Vido y el poderoso secretario multifunción Guillermo Moreno. Y ni bien asumió como ministra hace apenas tres meses, los hombres del ala K más dura se encargaron de marcarle la cancha.
Cuando un funcionario es convocado a la residencia de Olivos, la tradición es que los ministros y gobernadores pueden ingresar al predio con su auto, mientras que de secretarios para abajo deben contentarse con estacionar afuera. Sin embargo, cuando Giorgi entró por primera vez a Olivos en su condición de flamante ministra de la Producción, no pudo hacer uso de este privilegio, ya que alguien -todas las miradas apuntan al actual vocero de Néstor Kirchner y mano derecha de De Vido, Alfredo Scoccimarro- se había encargado de avisar en la guardia que no la dejaran pasar con su auto.
Fuentes cercanas a la ministra igualmente relativizan que se pueda hablar de un alineamiento tan simple. "La ministra no está en ningún bando. Hay una tendencia de los medios de hablar de una supuesta rivalidad en la que de un lado estarían los hombres más duros del gabinete, como De Vido y Moreno, y del otro los más negociadores, como [Sergio] Massa y Giorgi, pero que no tiene nada que ver con la realidad y menos en el tema del campo. La ministra ya dejó en claro desde el momento en que asumió que su posición es contraria a la baja de las retenciones a la soja. No hay punto de discusión o disenso alguno", explicaron a LA NACION.
En el microclima de la interna oficial, esta semana Giorgi se anotó un importante punto a favor a partir del principio de acuerdo alcanzado con las entidades rurales. A la negociación con el campo, la economista llegó casi por descarte. El conflicto que se cargó a dos secretarios de Agricultura, Miguel Campos y Javier de Urquiza, y a un jefe de Gabinete, Alberto Fernández, no era precisamente un tema por el cual se peleaban en el Gobierno por ver quién lo llevaba adelante, y por esa razón no encontró muchas resistencias internas entre sus compañeros de gabinete cuando Cristina Kirchner le dio el mandato.
De entrada, no la tuvo fácil. Más allá de que, durante su participación en el gobierno de Scioli, el Ministerio de la Producción bonaerense absorbió al área de Asuntos Agrarios, para los ruralistas Giorgi sigue siendo una mujer mucho más cercana a los intereses de la industria que a los del campo. De hecho, de la Mesa de Enlace el único que tenía un trato previo con Giorgi era Hugo Biolcati, que conocía a la ministra de su paso por el Centro de la Industria Lechera (CIL). Sin subestimar el acuerdo alcanzado, los ruralistas se quejan de que el margen de negociación de Giorgi en los dos encuentros que tuvieron fue prácticamente nulo y en este sentido destacan que la negociación se terminó de destrabar cuando se sentó a la mesa la Presidenta. Sin embargo, también le reconocen algún mérito a la ministra. "El papel de la ministra en las dos reuniones fue limitarse a enumerar las condiciones y concesiones que estaba dispuesto a dar el Gobierno, pero lo bueno es que fue muy expeditiva y se manejó sin vueltas", explicó un ruralista.
De la Alianza a Cristina
Más allá de la anécdota inicial sobre su llegada en auto a Olivos, está claro que Giorgi no se puede quejar de no saber dónde se metía. Si bien tiene un perfil técnico impecable -se recibió de Licenciada en Economía de la Universidad Católica con diploma de honor y es una reconocida especialista en temas como política industrial, comercio exterior, energía y minería-, a esta altura de su carrera ya dejó de ser una novata en las lides políticas.
Su debut en la función pública se concretó con el gobierno de la Alianza en diciembre de 1999, de la mano del entonces Ministro de Economía José Luis Machinea, que la convocó para hacerse cargo de la Secretaría de Industria. En el cargo duró menos de un año, ya que, cuando se produjeron la renuncia de Chacho Alvarez y el primer gran cambio en el gabinete nacional, se mudó de Industria a la Secretaría de Energía y Minería. En el nuevo puesto también duró poco: cuando Domingo Cavallo fue convocado para sumarse al gobierno de la Alianza pasó a ocupar la Secretaría de Comercio hasta que el corralito se llevó puesto no sólo al gabinete económico sino a todo el gobierno de Fernando de la Rúa. Su regreso a la función pública recién se concretaría en diciembre de 2005, cuando aceptó el cargo de Ministra de la Producción bonaerense, primero con Felipe Solá y después con su sucesor, Daniel Scioli. La última escala (al menos hasta ahora) de su carrera política llegó en noviembre de 2008, cuando fue convocada por la presidenta Cristina Kirchner para sumarse al gabinete nacional.
"Políticamente todos los colectivos le vienen bien. Menos con Menem, estuvo con todos desde Machinea hasta Scioli, pasando por López Murphy, Cavallo y ahora los K. Está claro que es una técnica y que está dispuesta a trabajar con mucha gente, pero igual la verdad es que me sigue haciendo un poco de ruido que hoy critique tan suelta de cuerpo la política de los 90 después de haber integrado el gabinete de Cavallo", señaló un empresario que a lo largo de la última década mantuvo decenas de encuentros con Giorgi en distintos despachos oficiales.
La señora proteccionismo
Débora Giorgi nació en Buenos Aires hace 51 años. Hija de un odontólogo que tenía una distribuidora de productos escolares y una ama de casa, se crió en el barrio del Abasto, aunque el secundario lo hizo en el tradicional colegio Mallinckrodt de Martínez.
Antes de ser convocada para al proyecto de la Alianza, Giorgi había desarrollado una sólida carrera como economista y consultora privada. Su primer gran trabajo fue en la consultora de Javier González Fraga, donde a contramano de su actual perfil industrialista trabajó asesorando a bancos y el sistema financiero. En 1989 se independizó para fundar su propia consultora, Alpha, asociada con los economistas Pedro Lacoste y Hernán del Villar. Allí se desempeñó hasta que Machinea la sumó a su gabinete económico.
El traumático final de su primer paso por la función pública no fue obstáculo para que, al poco tiempo de su regreso al sector privado, fuera convocada por la Unión Industrial Argentina (UIA) para hacerse cargo del Centro de Estudios para las Negociaciones Internacionales de la entidad fabril. Los empresarios destacan su perfil industrialista y el modelo "keynesiano" que defiende la ministra, aunque también remarcan que su ambición a veces la lleva a meterse en terrenos que no maneja tan bien.
"Tiene mucha garra, formación técnica y además escucha las necesidades de las empresas. A los políticos les sirve porque es eficiente y les soluciona las cosas. El problema es que la embarra cuando se mete en negociaciones más políticas", explicó un industrial que la conoce de cerca.
En su favor, los empresarios también destacan que se trata de una funcionaria que no solo sabe de lo que habla sino que, además, es honesta. "Como es muy común entre los ministros, le gusta rodearse de gente de su confianza y cuando se trasladó del gobierno bonaerense al nacional llenó los despachos de colaboradores de su confianza. Algunos son competentes y otros no tanto, pero lo que no se puede negar es que ella y su gente son básicamente honestos, algo que no es tan común entre los funcionarios", señaló el industrial.
Ella se define como una persona contemplativa y negociadora, a la que antes de tomar una decisión le gusta analizarla con su equipo de trabajo. A pesar de su vocación conciliadora, una vez definida una posición es una negociadora fuerte, lo que la llevó a ser calificada por la prensa paulista como la "señora proteccionismo" tras un cruce que tuvo con los ministros brasileños de Hacienda y Relaciones Exteriores por el déficit comercial que arrastra la Argentina con el socio mayor del Mercosur.
Los que trabajaron con ella destacan que Giorgi se caracteriza por el buen trato que tiene con sus colaboradores, lo que no quita que sea una jefa exigente. "Es razonable y entiende de los temas en los que trabaja, lo que es muy valorado por sus colaboradores, aunque por otra parte no es fácil seguirle el ritmo. Es una persona hipertrabajadora, de las que se va a las once de la noche porque se queda estudiando un tema y al otro día a las siete de la mañana ya está en la oficina", explicó una ex colaboradora de la funcionaria.
Casada con un abogado que le presentó una amiga en un casamiento, su dedicación al trabajo es tal que, entre sus colaboradores, ponen en duda que tenga una vida muy frondosa más allá del trabajo y del tiempo que le dedica a su único hijo, Cristóbal. "Lo que hace todo el día es laburar. Hace un tiempo salió en una nota diciendo que una de sus pasiones era ir los domingos a la cancha de Boca. Pero lo cierto es que se pasa la semana trabajando y no es extraño que un domingo convoque a sus colaboradores para una reunión de gabinete en su casa", señaló un hombre que compartió con Giorgi su paso por la función pública en la provincia de Buenos Aires.
Quién es
Nombre y apellido:
Débora Giorgi
Edad:
51
Economista todo terreno:
Nació en Buenos Aires y se crió en el barrio del Abasto. Licenciada en Economía, se recibió con diploma de honor en la UCA. Comenzó asesorando a bancos y financieras, pero es especialista en política industrial, comercio exterior, energía y minería.
De la Alianza al kirchnerismo:
Su debut en la política llegó de la mano de José Luis Machinea y el gobierno de la Alianza, pero también formó parte de los gabinetes de Cavallo, Felipe Solá, Scioli y, ahora, Cristina Kirchner.