De Rusia con amor: una vacuna politizada
En las últimas semanas se desató una impiadosa carrera entre todos los interesados que producen algún tipo de vacuna contra el Covid-19 y que se encuentran en la Fase III de ensayos clínicos. En esa lucha se encuentran los laboratorios privados disputando su carrera comercial contra el tiempo detrás de una aprobación de la vacuna, pero también un gobierno, el de la Federación Rusa, auspiciante de la Sputnik V.
La diferencia de la Sputnik V, popularmente conocida como "vacuna rusa", es que al tener un estado detrás pone a disputar fuerte a sus jugadores, en su mayoría funcionarios, diplomáticos y medios oficiales. Un ejemplo se pudo ver esta semana cuando trascendió en el gobierno el enojo del embajador ruso, Dimitry Feoktistov con el ministro de Salud, Ginés González García, porque en una entrevista radial no había defendido con claridad y convicción a la vacuna Sputnik V.
Otra situación con ribetes políticos es la nueva desmentida que sufrirá el presidente Alberto Fernández respecto a la posibilidad de contar con millones de dosis de la vacuna Sputnik para comenzar una campaña de vacunación masiva en diciembre, según su propio anuncio. El lunes pasado, en un zoom con periodistas argentinos, Kiril Dmitriev, director general del fondo estatal ruso de Inversiones Directas, no fue muy preciso y llegó a deslizar que es muy prematuro hablar de esa fecha: "Esperamos que la mayor parte de la vacuna sea suministrada en el primer trimestre del año que viene", dijo finalmente luego de recibir la misma pregunta reiteradas veces.
La vacuna rusa es la más politizada porque es muy posible, como contó en su columna Francisco Olivera el sábado pasado, que detrás de la Sputnik estén los intereses de expansión geopolítica de Putin en la Argentina plasmados en la venta de material armamentístico, la inversión en ferrocarriles y usinas eléctricas, una central nuclear en la ciudad bonaerense de Lima, la hidroeléctrica Chihuidos, en Neuquén, una nueva central térmica de 1000 megavatios en Tierra del Fuego y hasta un swap equivalente a 5000 millones de dólares para reforzar las reservas del Banco Central Argentino. Un buen menú, como para entusiasmar al gobierno con su vacuna.
¿Será esa la causa del entusiasmo del presidente Fernández que anunció una campaña de vacunación masiva para diciembre? Es raro, porque hasta el dictador venezolano Nicolás Maduro fue mucho más cauto que el gobierno argentino. Este miércoles recordó que Venezuela recibió en octubre un primer lote con 2000 dosis de la Sputnik V y participa "con confianza" en la fase 3 del desarrollo de este fármaco y señaló: "El ensayo de la vacuna Sputnik V rusa en Venezuela va muy bien. Vamos a esperar que terminen todos los ensayos para poder dar los resultados definitivos, pero va muy bien, de manera optimista podemos decir que Venezuela podría estar en condiciones de empezar con la vacunación en el mes de abril".
El interés político y el apuro de Rusia hizo más polémica a su vacuna
Todas las fuentes consultadas hasta la fecha coinciden en que las vacunas de laboratorios Moderna, Pfizer y Johnson, antes de su comercialización, deberán ser aprobadas por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) y la de AztraZeneca por la EMA (Agencia Europea de Medicamentos). No estaría sucediendo así con la Sputnik V, que solo se presentó para la preclasificación ante la OMS ( Organización Mundial de la Salud) obviamente, sin respuesta inmediata, y se da por aprobada solo por comités rusos.
De hecho, esta semana el empresario Hugo Sigman, como accionista de Mabxience, laboratorio que produce la materia prima de la conocida como vacuna de Oxford, aclaró en su cuenta de Twitter respecto a los pedidos anticipados de distribución son "ad-referéndum de que los estudios clínicos den resultados positivos y la vacuna sea aprobada por las agencias regulatorias correspondientes, incluida ANMAT. Hasta ahora ninguna vacuna, ni la de AstraZenca ni ninguna otra, ha concluido los estudios clínicos". Un claro mensaje para quienes están festejando el gol antes de que la pelota entre al arco.
Esta situación de emergencia influye en nuestro país. Si se concreta la compra de las 25 millones de dosis de la vacuna Sputnik V y se cumple con el anuncio del presidente Fernández de comenzar con la vacunación masiva a principios de 2021 (¿podemos ir descartando diciembre?) estaríamos poniendo a nuestra prestigiosa ANAMT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) en una situación muy delicada: deberá aprobar una vacuna que no tiene el antecedente inmediato de la aprobación previa realizada por entidades muy acreditadas y exigentes como la EMA Y la FDA y en solo 30 días.
En la polémica Ley aprobada por el Congreso y que aún no reglamentó el PEN, donde se le otorga "protección jurídica a los laboratorios que suministren la vacuna contra el coronavirus", no solo le concede 30 días a la ANMAT para aprobar las vacunas antes de su aplicación, además, en su artículo 9°, aparece un dato intrigante, deja abierta la posibilidad de que no sea solo éste quien apruebe la utilización de las vacunas, sino que, debido a la situación de emergencia producto de la Pandemia, faculta a "los organismos competentes a realizar la aprobación de emergencia de las vacunas". No aclara cuales son, y si los hay, además de la ANMAT.
La oposición rusa denuncia utilización política de la vacuna
Está claro que la Sputnik V solo está aprobada en Rusia, pero también con mucha resistencia de los sectores profesionales que denuncian una manipulación política de la vacuna de parte del gobierno de Vladimir Putin. Ese es un punto muy poco conocido en Argentina.
Su aprobación fue anunciada el 11 de agosto por el presidente Putin en una reunión de gabinete que luego se hizo pública. "Sé que la vacuna funciona con bastante eficacia, ayuda a desarrollar una inmunidad fuerte y ha pasado por todas las pruebas necesarias", dijo Putin, sin embargo, a partir de ahí, existe una preocupación generalizada por la premura del anuncio. Es que, en el momento de la aprobación por los comités específicos de Rusia, la vacuna ni siquiera había comenzado los ensayos de Fase III y tampoco se habían publicado resultados sobre los ensayos de la etapa anterior.
Luego, cuando el acreditado Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología de Gamaleya presentó los resultados de la Fase I y II de la Vacuna Sputnik V, en la prestigiosa revista The Lance, como hicieron todos los laboratorios que están en estados avanzados con sus vacunas, estos generaron muchas dudas entre la comunidad científica. Una muy manifiesta se dio sobre el número de anticuerpos producidos por grupos de pacientes tratados con distintas versiones de la vacuna. "Hay datos muy extraños", dijo al diario The Moscow Times el biólogo Enrico Bucci. "Hay valores que se duplican en distintos grupos de pacientes... lo cual no puede ser".
Bucci lideró una carta firmada por 40 científicos europeos donde criticaban la falta de información adjunta a los resultados presentados en The Lance por el Instituto Gamaleya, que luego pidió su publicación, algo que hasta ahora no sucedió.
Esta situación es conocida y fue denunciada por varios medios y periodistas argentinos, lo que llevó al canal de televisión ruso RT, financiado por fondos públicos, a emitir un vídeo de 10 minutos donde se ridiculizan todas las objeciones realizadas por la prensa argentina. "Mas vale parecer que Alberto Fernández hubiera acordado el desembarco de miles de soldados del Ejército Rojo para imponer la enseñanza del idioma ruso en las escuelas primarias que la compra de 25 millones de dosis de la vacuna Sputnik", dice con ironía la periodista Inna Afinogenova, mostrando tramos muy sesgados de las dudas y críticas expuestas por periodistas y médicos argentinos.
El video no responde la cuestión de fondo: por qué la vacuna fue aprobada en Rusia el 11 de agosto sin haber siquiera comenzado la Fase III. Además, demanda el mismo nivel de exigencia y crítica de la prensa argentina para otros laboratorios, olvidando que ninguno de éstos anunció la "aprobación final" realizada por entidades independientes y sin la culminación de las fases correspondientes, como sí lo hizo Rusia.
No hay lugar en esa publicación, ni en la comunicación oficial rusa, por ejemplo, para Anastasia Vasilyeva, líder del sindicato Alianza de Doctores de Rusia, que días atrás denunció en la Agencia Radio France International (RFI) que "solo el 3% de los trabajadores médicos aceptó inocularse la Sputnik (como parte de la Fase III). Y estoy segura de que en general fue bajo algún tipo de presión psicológica".
Vasilyeva fue más allá y aseguró que, dentro del grupo de profesionales de la salud que se aplicaron la vacuna Sputnik V existen muchos que se pusieron en contacto con su organización quejándose de los efectos secundarios: "mostraron síntomas de fiebre alta, entumecimiento de las extremidades y algunas erupciones. Por supuesto tienen miedo de hablar de ello públicamente, tienen prohibido hacerlo", dijo Vasilyeva que fue durísima ante los medios europeos y sentenció que: "todavía no está claro qué es peor: tener esta infección o vacunarse".
Vasilyeva es una de las voces más críticas sobre el uso político que la Administración de Putin le está dando a la vacuna rusa. En abril pasado fue detenida por el gobierno y actualmente enfrenta un proceso judicial por denunciar "la mala preparación de los hospitales ante el aumento del número de casos de coronavirus y las medidas de las autoridades". Según informes de Amnistía Internacional, durante su detención la asfixiaron y la golpearon en el abdomen hasta perder el conocimiento y se le denegó el acceso a un abogado durante unas seis horas.
En un país como Argentina, que cuenta con más del 90% de aprobación social del uso de vacunas (no sucede esto en otros países, incluso de Europa) tenemos el derecho de poder colocar todas las dudas sobre la mesa, con lo positivo y lo negativo que se conoce hasta el momento de cada una de las vacunas en proceso. Entre ellas la Sputnik V que, vale aclarar, fue creada por un Instituto con logrados pergaminos científicos y que todos deseamos sea eficaz.
Las dudas no nacen por ser un determinado país quien produce la vacuna, sino que las sospechas parten del intento de uso político acompañado de pasos apresurados que se están dando. Si el gobierno argentino se sube a ese exitismo o privilegia otros acuerdos por sobre la eficacia de la Sputnik, podría llegar a cometer un error imperdonable.