De no creer. Ni Cristina ni Alberto: ¡Aguante Nostradamus!
Ya lo dijo Nostradamus (y si no lo dijo, era un chambón): a la Argentina le espera un destino de grandeza. Estamos en esa espera. Por ahora somos un país único. El único país del mundo que no deja volver a los que viajaron, que una ley sobre las vacunas votada por todo el Congreso es convertida en papel picado mediante un decreto, y el único que tiene dos presidentes –uno de mentirita y una que se hace lugar a los codazos–, y que en el fondo no tiene ninguno. Ya lo dijo Nostradamus, o Duhalde, no me acuerdo bien: estamos condenados al éxito de una abogada y al fracaso de un profesor.
Lo de no poder volver de los viajes está buenísimo: es el nuevo impuesto a la riqueza, a esos ricos que viajan para ponerse una vacuna que su país les niega o les demora vaya a saber hasta cuándo, una vacuna para salvar sus vidas; más que prohibido volver es prohibido salvarse. A esos ricos que viajan por trabajo, o para visitar familiares, o para andar por la vida, como Cristina, sin barbijo. Son ricos y no nos votan: que durante un mes gasten sus dólares allá, que acá no nos hacen falta; ni ellos ni sus dólares. La mitad de esos viajeros, unos 22.000, está en Estados Unidos, país rarísimo en el que hay vacunas y además llegan a la gente; en la Argentina de los Fernández, 4,5 millones de dosis fueron distribuidas, pero todavía no han sido aplicadas y esperan muertas de frío a no sé cuántos grados bajo cero. Ahí sí se cumplió la promesa de campaña de Alberto: heladeras llenas.
Otro beneficio del cepo a los turistas es que, según el ranking de Bloomberg, la Argentina es el peor país del mundo para pasar la pandemia, y Estados Unidos, el mejor. Como la decisión de vivir afuera nunca es fácil, el Gobierno la tomó por ellos: che, quédense allá, en Miami, donde podrán decirles a los cubanos llegados en balsas que ustedes bajaron de los aviones.
Lo del decreto que viene a tachar esa incómoda palabreja, “negligencia”, incluida de apuro por una diputada kirchnerista (o por Copani, tampoco me acuerdo) para cerrarle las puertas del país a Pfizer, es también un buen recurso: ingenioso, astuto y argentinísimo, porque no tendremos apego a las leyes, pero sí a los DNU. Lástima que, estando la solución tan al alcance de la mano, se les haya ocurrido 100.000 muertos después. Genios, si vuelven a tener un decreto que salva 100.000 vidas, avisen y nos evitamos el viaje a Miami. Y, por supuesto, no les avisen a Sigman, ni a Ginés, ni a Vizzotti, mucho menos a Cristina, a quienes está dedicado ese meme que anda dando vueltas: al final no era Pfizer pidiendo los glaciares; era Sputnik pidiendo una central nuclear y era Sinopharm pidiendo la Hidrovía.
"El Papa pidió no esconder la plata en paraísos fiscales; OK, pero entonces dónde metemos lo de la Hidrovía"
Sigman, seamos justos, jamás pide nada, ni le piden a él.
La Hidrovía, tema interesante. Ya lo profetizó Ludovica Squirru (o Máximo, un desastre las lagunas que tengo): toda caja multimillonaria va a parar al asador. Por la Hidrovía pasa el 80% de las exportaciones argentinas, es decir, unos 44.000 millones de dólares al año, y para tener el control de esa operación, piensan en el Patria, solo hay que sacar barro del lecho del río, clavar unas boyas y poner a un amigo a cobrar peajes. Para el barro, algún chino encontraremos; para las boyas y el peaje, sobran voluntarios. Yo, ingenuo incurable, me creí todo lo que venían diciendo el profesor y los funcionarios del área: que el Estado argentino no tenía ni los fondos ni los recursos técnicos para hacerse cargo de la Hidrovía. Sospecho que fueron esas declaraciones –las últimas, hechas por Alberto hace solo unos días– las que terminaron de convencer a Cristina de que se había rodeado de tipos que no entienden nada. Si Albertito no pudo con el hueso de Vicentin, Cris está por faenarse la mayor hacienda del país. Otra promesa cumplida: parrillas rebosantes.
En cambio, el juramento del profesor de que al día siguiente de asumir iba a aumentar 20% las jubilaciones fue solo eso, un juro y miento, aunque el muy pillo tiene la coartada perfecta: nunca asumió.
El Papa llamó esta semana a “no esconder la plata en paraísos fiscales”; lo dijo en un foro de empresarios argentinos de ACDE, pero estoy seguro de que lo repite con cada uno de los políticos que lo visitan. Aunque comparto su preocupación, al mismo tiempo me pregunto: si te quedás con el cash de la Hidrovía, ¿dónde metés esa fortuna? Milagro Sala fue descuidada, sacaba bolsos con millones frente a las cámaras, y hoy no hay un jujeño que la vote. Josecito López guardaba sus ahorros en un convento. Malditos impíos que confunden paraíso terrenal con paraíso fiscal.
En La cornisa mostraron que en una escuela de La Matanza se educa a los chicos con datos de la política alimentaria y sanitaria del Gobierno, y una nota de Alejandra Conti en LA NACION reveló el adoctrinamiento (adoctrino y miento) a alumnos de todo el país con un manual de sesgo nítidamente kirchnerista. A los de Padres Organizados, que se están deslomando para que sus hijos vuelvan a clase, les digo que OK, pero si vuelven revísenles las mochilas. Porque este es el único país del mundo en el que adoctrinan los mismos que cierran las aulas.
Ya lo dijo Sarmiento (o Baradel): civilización y barbarie.