De Gaulle, en tiempos de paz
El general Charles De Gaulle fue para Francia un gran líder en tiempos de guerra y un líder en tiempos de paz. Fue la figura excluyente en la resistencia contra la Alemania nazi, y el titular del gobierno provisional francés al fin de la Segunda Guerra Mundial. Luego de retirarse de la política en 1946, De Gaulle sería llamado en 1958 por la asamblea nacional a liderar el país como primer ministro, en medio de una grave crisis institucional causada por la guerra de independencia de Argelia con respecto a Francia. Algunos enfoques que tuvo en tiempos de paz y de los desafíos que enfrentó son relevantes para la Argentina.
De Gaulle asumiría el poder en Francia por segunda vez no por derecho hereditario, ni por un plebiscito, tampoco mediante una elección, sino por lo que él describiría como “el llamado imperativo pero casi mudo de Francia”, a alguien que en el pasado había tomado a cargo su defensa, su unidad, y su destino. Consciente de las debilidades y la inestabilidad del sistema democrático de la IV República, De Gaulle fundaría –a 7 meses de asumir como primer ministro– la V República, que terminaría con el inefectivo régimen parlamentario y acabaría con la idea de un presidente más bien débil para instalar la figura de un presidente con importantes poderes, a ser electo cada 7 años por los ciudadanos. De Gaulle se convertiría en el primer presidente de la V república francesa.
Para De Gaulle, el Estado –que respondía a Francia– estaba a cargo, a la vez, de su herencia, de sus intereses actuales y de sus esperanza. Por eso quería un Estado que no fuera sólo una yuxtaposición de intereses particulares de donde no podían originarse más que débiles compromisos, sino que fuera una institución de decisión, de acción y de ambición, que no defendiera ni sirviera otro objetivo que no fuera el interés nacional. Así, despreciaba a aquellos que procuraban ocupar el poder, no para servir al país en su conjunto, sino para aplicar un programa que sirviera a intereses particulares
En cuanto al estilo de gobernar en una democracia, De Gaulle afirmaba que se debía actuar no sobre la base de sueños, sino siguiendo las realidades, y que no habría éxitos sino se actuara a partir de esas realidades. El presidente emplearía la táctica de combinar la audacia de las palabras con la prudencia en los actos, admitiendo que a veces los desafíos eran tan diversos, complejos y dinámicos como para que se pudiera fijar exactamente y en forma previa los detalles, las fases y el ritmo de las soluciones. Un desafío crítico para él sería poder distinguir, en medio de los problemas que se entremezclan y de los argumentos que se entreveran, entre lo esencial y lo accesorio
De Gaulle tuvo como objetivo no sólo lograr la victoria de una facción política sobre la otra, sino la victoria de los franceses sobre sí mismos, después de años de inestabilidad institucional y de fracasos militares a nivel internacional. También, lograr la victoria sobre las fuerzas inmovilistas incapaces de cooperar con el Estado en algo constructivo. Y sobre los que habían tomado partido por a la decadencia –o se habían resignado a ella–, y los que se negaban a la idea de una recuperación nacional. Desde el punto de vista de reenergizar el sistema democrático, algunos desafíos que enfrentó de Gaulle en 1958 parecen ser similares a los que enfrenta la Argentina hoy.