David Lynch, en sus propias palabras
El libro del británico Chris Rodley, que reúne once entrevistas con el cineasta, fue un imprevisto best seller en la última Feria del Libro y ya se puede conseguir en las librerías, editado por El Cuenco de Plata
Fue un best seller durante la última edición de la Feria del Libro de Buenos Aires y ya se consigue en varias librerías del país. Lynch por Lynch, libro que reúne once entrevistas al director de Una historia sencilla, fue publicado por El Cuenco de Plata y cubre un arco temporal que va de 1993 a 2002. El escritor y cineasta Chris Rodley (autor de un libro similar sobre David Cronenberg) se encontró con Lynch en varias ocasiones; juntos recorrieron varios aspectos de la vida y la obra del artista nacido el 20 de enero de 1946 en Missoula, Montana. En el libro, Lynch se explaya sobre su infancia, su relación con el arte y el proceso de creación de obras como Terciopelo azul y Mulholland Drive.
“Artista de lo ominoso”, como lo define Rodley, Lynch trabaja en sus films con varios géneros narrativos (el thriller, la comedia, el melodrama y la sátira social), a la vez que expande los recursos cinematográficos, entre los que incluye, además de las texturas del sonido y la imagen, el color y el poder de la música, el recuerdo personal y la práctica de la meditación.
Elegimos algunos fragmentos de Lynch por Lynch, traducidos por Elena Arguedas González, para acompañar el retorno de David Lynch a las pantallas .
Infancia y atención
- Cuando no pertenecemos, lo podemos sentir, y eso nos afecta. Todos los chicos lo sienten. Pero, si estamos en un lugar y no logramos que nos acepten, está bueno mudarse y volver a intentarlo. Es un golpe para el sistema, pero a veces son muy buenos esos golpes. De repente se adquiere más conciencia; no como un golpazo a la cabeza, sino lo suficiente para sacudir un poco el cableado. Se abre un pequeño canal, y nos volvemos un poco más conscientes.
- Aprendí que justo debajo de la superficie hay otro mundo y que, cuanto más se cava, aparecen más y más mundos distintos. Lo sabía de chico, pero no había podido encontrar las pruebas. Era sólo una sensación. Hay algo bueno en el cielo azul y las flores, pero otra fuerza –un dolor salvaje, un deterioro– también lo acompaña todo. Es como el caso de los científicos: comienzan por la superficie de algo y luego empiezan a escarbar. Llegan a las partículas subatómicas y entonces su mundo se vuelve muy abstracto. De algún modo, son como pintores abstractos. Sería difícil hablar con ellos porque están allá abajo, en las profundidades.
- Cuando era niño, dibujaba y pintaba todo el tiempo. Algo que le agradezco a mi madre es que se negara a darme libros para colorear, porque son limitadores. Y mi padre, que trabajaba para el gobierno, traía resmas de papel a la casa. Más que nada, dibujaba artillerías, pistolas y aviones, porque la guerra acababa de finalizar y supongo que era algo que todavía se respiraba en el ambiente. Tenía mi propio casco, un cinturón del ejército y una cantimplora, y esos rifles de madera. Los dibujaba porque formaban parte de mi mundo. Casi siempre dibujaba subfusiles automáticos Browning enfriados por agua. Eran mis favoritos.
- Nos favorecemos en todos nuestros recuerdos. En el pasado nos comportamos bien, tomamos mejores decisiones, somos más amables con la gente y nos atribuimos más de lo que seguramente merecemos. Endulzamos todo como locos para seguir adelante, para seguir viviendo. Si recordáramos fielmente el pasado, nos deprimiríamos.
La pintura
- Muchas de mis pinturas están basadas en los recuerdos que guardo de Boise, Idaho y de Spokane, Washington. Algunas personas, debido a su naturaleza, piensan en el presidente de los Estados Unidos, en África y en Asia. Sus mentes abarcan miles de kilómetros, graves problemas y situaciones de gran importancia. Eso me deja completamente frío. Yo no lo puedo lograr. Me gusta pensar en un barrio específico: una cerca, una zanja, alguien cava un hoyo, una chica está dentro de una casa, un árbol, lo que sucede en ese árbol… un pequeño sitio en el que pueda entrar. En realidad, ambos pensamientos son iguales: todo se basa en la naturaleza humana y en el mismo tipo de cosas.
- A veces las proporciones son extrañas en los cuadros, por lo que el insecto es más grande y la casa más pequeña. Es tormentoso. No sólo yo lo noto. La gente siente que fuera de la casa –por desgracia, incluso dentro de la casa, en muchos casos– hay problemas por resolver. Y no van a desaparecer sólo con desearlo.
- La pintura posee una textura y más o menos quiere estar de una manera determinada. Y un pincel es tan artificial; sus pinceladas son diminutas. Después de trazar una gran cantidad de pinceladas, es otra cosa. Ya no es la pintura la que habla, hay demasiado de la persona en el cuadro. Así que hay que permitir que sucedan accidentes y cosas extrañas: dejar que también trabaje para que haya una suerte de cualidad orgánica. Sólo me refería a eso. Admiro a las personas que tienen una idea y que luego la pintan. Eso jamás me podría pasar. No sé por qué. Apenas empiezo, se convierte inmediatamente en algo distinto.
Twin Peaks
- En mi mente, era un lugar rodeado de bosques. Eso es importante. Desde tiempos inmemoriales, el bosque ha sido un lugar misterioso. Así que era un personaje más para mí. Y después se nos vinieron a la mente otros personajes. Conforme se empieza a poblar el sitio, una cosa lleva a la otra. Y, en algún momento, se llega a tener una suerte de comunidad. Además, debido a cómo son los personajes, se tienen indicios de qué podrían hacer y de cómo su pasado podría reaparecer para acosarlos. De este modo, hay mucho con lo que trabajar. El noroeste posee aspectos únicos. Y lo que siempre me asombró es cómo el lugar se traducía bien en todo el mundo. Tenía algo que la gente entendía y apreciaba simultáneamente, en verdad lo comprendían. Era increíble.
- Sí, supongo que soy fanático del llanto. Niñas que lloran, hombres que lloran, mujeres que lloran: el llanto en general. Es poderoso si de verdad lo están sintiendo. Es como un bostezo: se transmite de una persona a otra. Como Andy. Es un hombre y está llorando. Es raro ver llorar a un policía. ¡Supongo que proviene de Roy Orbison! No. En este caso, sucede cuando algo cimienta esa identificación, y se desata. Cuando la persona no puede terminar la oración y se queda sin habla, estamos perdidos. Conocemos esa sensación, nos invade.
- La mente, que es un detective, ata esos fragmentos y llega a una conclusión. Y, cuando comprendemos esa conclusión, se acabó. Se acabó. Y, de nuevo, los espectadores saben más que los personajes. De este modo, cuando el público mira algo, añade lo que sabe a esa mirada. Como sucede con una silla vacía en un aula.
- Ya habíamos compuesto “Falling”, así que, para “El tema de Laura”, fui a la oficina-estudio de Angelo Badalamenti y él me dijo: “¿Me puedes decir qué es lo que quieres?”. Y le respondí: “No estoy seguro”. Y le seguí hablando, y él empezó a componer y a tocar. Ya habíamos filmado el piloto, así que estábamos trabajando con las imágenes. No recuerdo la secuencia exacta, pero me acuerdo que dije: “¡Tiene que crecer!”. Y Angelo se puso a construir esta pieza, y me pareció tan bella que me largué a llorar. Angelo me miró y dijo: “¿Qué pasa? ¿Te volviste loco?”. Y yo le dije: “Angelo, ¡es tan bella! ¡No tengo palabras para decirte lo bella que es!”. Y él se veía medio confundido. Varias veces después de eso, Angelo me ha dicho: “Sabes, David, confío en ti, pero nunca he pensado que es así de bella como te parece”. Es la única canción que nunca lo emocionó. No le parece tan buena.
- El poder de la mayoría de las películas reside en la grandeza de la imagen y el sonido, así como en el romanticismo. En la televisión, el sonido sufre y el efecto sufre. Con sólo un movimiento rápido de los ojos o un giro de la cabeza, podemos ver el mueble que sostiene al televisor, la alfombra, un pedacito de papel con algo anotado, una tostadora extraña, etc. En un segundo, estamos fuera de la imagen. En el cine, cuando la pantalla es grande y el sonido está bien, cualquier película es poderosa, incluso si apesta.
- Creo que el marketing es importante, pero creo mucho más en el destino. Las personas deberían llevar a cabo el marketing del mejor modo posible, pero ha habido campañas enormes y la película termina siendo un fiasco. Las películas –o los programas o lo que sea– desprenden un olor particular. Y suscitan un rumor particular en la calle. No sé qué es, pero creo que es más grande. Tiene algo que ver con el destino: cuando llega, por decirlo de alguna manera, la hora de brillar. El camino se abre, y no se puede contar con estas cosas. El momento elegido y todo lo demás de Twin Peaks eran perfectos. Al principio, era una locura. Sorprendió a todo el mundo.