Datos y relatos en la sociedad del desconocimiento
Adam Neumann pasó de excéntrico mimado a “paria” en un segundo, pero Wall Street volvió a tenderle la mano; por qué el antihéroe enamora
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La historia de Adam Neumann es bien conocida: su empresa WeWork tuvo una parábola perfecta. Fama y prestigio entre la clase más enterada de Nueva York (donde Adam se movía con ínfulas de celebridad en el mundo start-up e invitado VIP), valuación millonaria, fondeo de parte de los fondos de inversión más audaces (SoftBank), patrimonio personal récord en la lista de la revista Forbes. La marca de Neumann se convirtió en emblema global de una revolución incipiente en la que se combinaban bienes raíces, espacio de trabajo, lifestyle y algo de tecnología. Luego, con la misma velocidad, llegaron el desprestigio, las acusaciones de fraude y la salida de la empresa de su creador, en plena etapa de apertura a la cotización en Bolsa.
Meses atrás, la historia tuvo un corolario: se convirtió en serie de Hollywood al igual que las peripecias públicas y privadas de Travis Kalanick, CEO de Uber (Super Pumped, con Joseph Gordon-Levitt) y Elizabeth Holmes, de Theranos (The Dropout, con Amanda Seyfried). WeCrashed, producida por Apple, retrata con el tono extremo que se le adjudica a Neumann (interpretado por el popular Jared Leto), la consagración de un modelo de billonario, repleto de frases y máximas grandilocuentes: “La valuación no existe. Es lo que alguien esté dispuesto a pagar”.
Días atrás, el mundo de las finanzas se vio sacudido por una noticia: Andressen Horowitz, otro de los principales fondos de riesgo, decidió invertir unos 300 millones de dólares en el nuevo proyecto de Neumann. Casi como un desprendimiento de su empresa anterior, ahora el foco está en propiedades de alto valor y en un estilo de vida entre lujoso y contemporáneo.
“El futuro de la vida”, es el nuevo eslogan del gurú. Sin embargo, el estupor y las suspicacias se apoderaron de los analistas. ¿Por qué Neumann ganaba nuevamente crédito para sus prometedores emprendimientos?
El diario inglés The Guardian analizaba el sábado pasado el tema desde una perspectiva humana y económica: repasaba la ola de reacciones en redes sociales, definía a Neumann como el “antihéroe empresarial” y se preguntaba: “¿Hemos aprendido la lección?”. La confianza de inversores calificados en un personaje como Neumann se desviaba hacia temas como su excentricidad o su ética.
En el asunto se cruzan, además, dos aspectos centrales de la época. El acceso a y el exceso de información disponible para la toma de decisiones, en este caso, en el entorno bursátil. Y la capacidad narrativa para estructurar un relato atractivo, tentador, como aquí, detrás de un modelo de negocios.
En principio, la ilusión de los datos y las decisiones racionales. Más allá de los fundamentals económicos, los contrastes entre la abundante y permanente superproducción de data contrasta contra la posibilidad de articularla en información confiable, conocimiento profundo o, concretamente, un saber.
En su ensayo más reciente, La sociedad del desconocimiento (Galaxia Gutenberg), el filósofo Daniel Innerarity pone el foco en ese tema desde su propia perspectiva y evolución como pensador de los límites actuales de la democracia y la toma de decisiones colectivas.
La intención de Innerarity es avanzar sobre las falsas dicotomías (cuerdos versus irracionales; ciencia versus ignorancia; ilustrados versus reaccionarios), pero también dar un diagnóstico más amplio sobre este contexto de sobreabundancia de datos e información: “Vivimos –sostiene el filósofo– en medio de lo que podría llamarse una desregulación del mercado cognitivo. Este mercado desregulado favorece la credulidad y no plantea ningún límite a los mecanismos más intuitivos en el espíritu: estereotipos, sesgos, agitación adictiva, atención dispersa, automatismos mentales… Cuando hay una saturación de información, es más fácil que nos rindamos a nuestra espontaneidad mental.”
Si bien su foco son creencias increíbles, como el terraplanismo, cuando avanza también advierte sobre los desafíos actuales para alcanzar un conocimiento profundo. Como si, en la tradicional pirámide de la teoría de la información, la base fuera infinita y la sabiduría se hubiera despegado.
El tema de Innerarity, en definitiva, casi desde la epistemología, es desandar las exigencias de esta disrupción informática que ofrece un entorno confuso y caótico en el que muchas mediaciones institucionales se han debilitado. Ahí es donde las narrativas vuelven a tomar vigor y ocupar el centro de la escena. Adam Neumann y su nueva propuesta de viviendas y sus conceptos sobre el futuro de la vida parecen entenderlo… al menos si juntar 350 millones de dólares de inversores analíticos funciona como una validación de su relato.