Daniel Heymann: “Esta es una crisis sui generis y su resultado no se puede anticipar con facilidad”
El economista, que fue asesor ad honorem del exministro Martín Guzmán, señala la importancia de que la política dé señales claras a los actores económicos, y sostiene la necesidad de lograr un acuerdo sobre el perfil productivo y la inserción del país en el mundo
“Parte del gobierno tiene una teoría o una percepción truncada de las cosas porque es cierto que no se puede asignar una maldad básica al déficit fiscal o a la emisión monetaria per se pero hay que entender que si la demanda por deuda pública es muy limitada, hay que evitar perturbaciones derivadas de esa falta de demanda reduciendo la necesidad de financiamiento”, sostiene. “Tengo gran respeto por la capacidad intelectual y los objetivos loables de Martín Guzmán”, destaca. “La crisis es un signo de una reducción del ingreso en dólares y una puesta en cuestión de la moneda nacional”, explica. “La política tiene una responsabilidad en la restricción externa de dólares”, afirma. “Si un gobierno muestra que tiene voluntad y capacidad para evitar resultados que no son deseables, la economía responde de una manera rápida”, analiza. “Si hay elementos obvios que coordinan expectativas, es esencial que el gobierno cambie eso porque influye en el resultado económico”, sostiene en relación a la falta de alineación entre el presidente y la vicepresidenta. “La historia macroeconómica dice que no podés sesgar demasiado la posición contra ninguno de los dos sectores, los tenedores de activos por un lado y las personas que demandan ayuda, el “exit” y el “voice” en el lenguaje de Albert Hirschman, porque van a reaccionar rápido: es la particularidad argentina”, plantea. “La macro ordenada sistematiza la interacción entre quienes se van de los activos locales y quienes reclaman ayuda social, aunque algo de conflicto siempre hay”, dice. “En los años 60, se discutía la macro junto con el modelo productivo. Hoy da la impresión de que estuvieran separados”, plantea. “No hay contradicción entre tener en cuenta la restricción productiva y la restricción financiera”, agrega. “Hay que intentar ponerse de acuerdo en cuestiones básicas del enfoque productivo y del enfoque macroeconómico”, propone. “En 1948, el esquema de inserción internacional que Argentina traía desde el siglo XIX y que le había dado la prosperidad que alguna vez tuvo, ya no existía. Y la pregunta sigue planteada: ¿qué rol vamos a buscar tener en el mundo con nuestra economía? Hay algunas señales con la importancia del agro o del sector energía”, anticipa.
“La crisis es un signo de una reducción del ingreso en dólares y una puesta en cuestión de la moneda nacional”
El economista Daniel Heymann, uno de los macroeconomistas más reconocidos de la Argentina y de proyección internacional, estuvo en La Repregunta. Heymann es doctor en Economía por la Universidad de California y economista y físico por la UBA. Es profesor de Economía en la UBA y en la Universidad de San Andrés.
Fue asesor ad honorem durante la gestión del exministro de Economía Martín Guzmán, de quien fue su profesor. Participó también del Plan Austral de 1985. Acaba de publicar Medio siglo entre tormentas. Fluctuaciones, crisis y políticas macroeconómicas en la Argentina (1948-2002) en Eudeba, donde compila, junto a los economistas Pablo Gerchunoff y Aníbal Jáuregui, una serie de trabajos de varios autores focalizados en medio siglo de política macroeconómica y sus momentos mas significativos con el objetivo de contestar una pregunta central: ¿qué le pasó a la Argentina?.
Aquí, la entrevista completa.
-¿Cuántas crisis económicas recorre el libro entre 1948 y 2002?
-¿Querés que las cuente? 1948, 1952, 1958, 1962, 1966, eso es el golpe de estado.
-Sí, la Revolución Argentina, 1970-1973.
-Trata sobre episodios cíclicos, períodos de transición como 1970-73, un período de transición entre el plan de (Adalbert) Krieger Vasena y el regreso del peronismo al gobierno.
-Después, 1973-76, la dictadura, los años entre 1976 y 1980, 1983, 1989, 2001 y 2002. Todas esas crisis.
-Y ahí paramos.
-Esta crisis presente, ¿a cuál se parece?
-Las crisis son todas iguales y todas distintas en algún sentido. Cada una tiene una cierta personalidad histórica. Las condiciones de hoy no son las condiciones de la ruptura de la Convertibilidad pero hay algo que hace de hilo conductor de las crisis nuestras particularmente que es la centralidad del mercado de cambios y el uso de parte de los tenedores de activos en forma muy marcada de la moneda extranjera como refugio. La crisis es un signo de una reducción del ingreso en dólares.
Esta crisis vs otras crisis. La fuga hacia el dólar y “exit” vs “voice”, mercados y organizaciones sociales
-La famosa restricción externa que usted tanto insiste en explicar.
-La famosa restricción externa y una puesta en cuestión de la moneda nacional. ¿A qué se parece esta crisis? Te diría que todavía está en flujo; es difícil saber en dónde desemboca. Me gustaría hacer una referencia a Albert Hirschman (NdelE: economista alemán, especialista en economía política y economía del desarrollo) y sus nociones de “exit” y “voice”, “salida” y “voz”. Hirshman plantea muy lucidamente dos formas de protesta que tiene un individuo en una sociedad. Una es irse: protesta con sus pies. Se exilia de alguna manera, se aísla del resto y, de alguna manera, dice: este juego no lo juego. Y la otra forma de protesta es “voice”, es decir, protesta explícita. La crisis es un momento en el que “exit” y “voice” están presentes, unos como huida del dinero y de los activos locales y otros, a través de manifestaciones, protestas, críticas. Los dos son agudos y se realimentan entre sí.
“Tengo gran respeto por la capacidad intelectual y los objetivos loables de Martín Guzmán”
-Y se manifiestan en la vida real con la protesta y en la decisión de sacarse pesos y de irse, el “exit”, hacia el dólar.
-Exactamente. O sea, esta crisis está marcada por un comportamiento muy intenso desde ese punto de vista. Es como un síntoma de que “voice” y “exist” están actuando con gran intensidad porque el miedo a quedarse es muy alto. La “Hiper” estalló después de haber tenido inflación de tipo hiperinflación, o sea, de 30% al mes, 40% o 50% al mes. Esta crisis no, viene con niveles de inflación bastante más moderados comparado con eso.
-¿Pero en el caso actual el riesgo está en que el tipo de cambio está tan alto?
-El riesgo está indicado por lo alto que está el tipo de cambio y muestra un estado de tensión y de incertidumbre que induce a la gente a pagar un montón del equivalente de bienes para irse.
La crisis y la hipótesis política. ¿Cómo impacta el conflicto entre presidente y vice en la economía? El déficit
-¿Esta suba del tipo de cambio puede ser un efecto de un aprendizaje que las generaciones acumulan? Como si dijeran: ya sé cómo termina esto, mal, entonces me anticipo y me refugio en el dólar.
-Sí, la segunda vez no es como la primera porque la segunda vez ya se tiene la experiencia de la primera. Yo creo que sí, hay algo de eso.
-Además, detrás de esta, se acumula la de 5 o 6 o más crisis en el pasado.
-Ahora, fijate: al mismo tiempo, esta observación lleva a matizar un poco lo siguiente. Cuando el dólar pegó un salto, aparecieron las perturbaciones en la oferta de bienes, eso de “cerrado por falta de precio”, prototípico de las hiperinflación porque el que vendedor no sabe a qué precio va a reponer, tiene miedo difuso sobre el futuro. Pero no hay hiperinflación. El efecto de “cerrado por falta de precio” se diluyó rápidamente y dio lugar a otros carteles como uno que vi: en lugar de “Cerrado por falta de precio”, “Cerrado por cambio de precios”. Un efecto un poquito menos crítico que estar cerrado por falta de precio. Hubo un retorno a un patrón más normal. Salí a la calle y ves que todavía no pasó nada comparado con el recuerdo de la Hiper y con la fantasía que se arma a partir de ese recuerdo.
-¿Eso qué significa, Daniel? ¿Que todavía todo puede ser peor?
-O que la cosa puede diluirse y no llegar a extremos. Eso hay que jugarlo. La crisis por definición es un momento de cambio en la configuración de la economía y, por lo tanto, un momento de gran incertidumbre. Cualquiera que cree que puede anticipar con certeza lo que va a pasar en una crisis, debería volver a pensarlo.
-En relación al peso de la particular incertidumbre de este artefacto político en el que el presidente y la vicepresidenta no se hablan, ¿cuánto de ese poder de veto tan único de la vicepresidente, que debilita la autoridad presidencial ya no a lo De la Rúa o a lo Alfonsín sino por la propia mecánica de un gobierno que se auto dañada, agrava esta crisis económica?
-Esta crisis es ciertamente sui generis y, por lo tanto, la falta de memoria respecto de cómo opera una situación como ésta es un elemento per se de perturbación. No es algo cuyo resultado uno pueda anticipar con relativa facilidad. En el fondo, parte del problema es que precisamente en la crisis los futuros posibles son muy diversos y con posibilidades extremas. La cuestión crítica es acotar la cola negativa de la distribución, o sea, de las probabilidades. La cuestión clave es cuán malo es el estado malo. Si el estado malo no es tan malo, la crisis va a ser leve.
-En octubre de 2020, lo entrevisté a usted. Unos meses antes, en agosto, el entonces ministro Martín Guzmán había cerrado el acuerdo con los acreedores privados. En aquel momento, usted planteaba dos cosas: por un lado, que el gobierno había logrado, a partir de ese acuerdo, comprar tiempo pateando los plazos a 2023 y, por el otro, que lo importante era qué iba a hacer el gobierno con ese con ese tiempo. Hoy ha transcurrido ese tiempo. Siguiendo su idea de que las probabilidades de los resultados posibles se ven a futuro, este presente es el futuro de aquel presente. ¿Era destino este presente? ¿Hubo márgenes que no se tomaron? Y si no se tomaron, ¿por qué no se tomaron?
-Esta crisis no viene de la nada. Viene de condiciones realmente complejas. En 2019 la situación era claramente compleja; en 2020, todavía más compleja con la pandemia; en 2021 y después, se agregaron los desafíos que estás señalando. La pregunta que sería importante que los hacedores de política se planteen es si pueden dar señales relativamente sólidas respecto de las cosas que no pueden pasar o que no van a pasar. Es más una cuestión de diluir el temor difuso a la gran variedad de cosas no deseables que pueden pasar porque una vez que vos tenés el piso de la caída, lo mirás de otra manera. Quien toma decisiones se puede animar a tomar mejores decisiones porque se alivió el miedo a lo peor
-A ver si entiendo: hay una serie de resultados que serían catastróficos y difíciles de gobernar entonces eso hay que evitarlos. ¿Eso es un poco su idea?
-Si conseguís mostrar que tenés voluntad y capacidad para evitar los resultados no deseables, la economía responde de una manera particularmente rápida.
-Por ejemplo, evitar el déficit fiscal.
-Por ejemplo, el déficit fiscal.
-Usted ya planteaba eso desde aquel cierre con los bonistas privados: era fundamental bajar el déficit fiscal, aunque no se podía evitar la emisión por las demandas durante la pandemia. Pero el año pasado, sin embargo, la presión electoral terminó aumentando la emisión y también el déficit.
-Sí, el tratamiento de la cuestión fiscal es otro clásico argentino. La restricción externa es un clásico pero las dificultades fiscales y sus repercusiones monetarias son otro. Eso exige tratar con “exit”, es decir, con el tenedor de activos que quiere saber que las cosas no van a desmadrarse y exige, al mismo tiempo, tratar con “voice”, o sea, con el conjunto de grupos y personas que demandan o exigen ayuda por parte de la comunidad.
“Parte del gobierno tiene una teoría o una percepción truncada de las cosas porque es cierto que no se puede asignar una maldad básica al déficit fiscal o a la emisión monetaria per se pero hay que entender que si la demanda por deuda pública es muy limitada, hay que evitar perturbaciones derivadas de esa falta de demanda reduciendo la necesidad de financiamiento”
-Los mercados y los movimientos sociales.
-Así es y la historia macroeconómica es que no podés ignorar a ninguno de los dos. Esa es una particularidad argentina.
-¿Cuál? ¿Ignorar a alguno de los dos?
-No, que no podés ignorar a ninguno de los dos. No podés sesgar demasiado la posición contra ninguno de los dos sectores porque van a reaccionar rápido. En otras economías, hay sectores que tienen más paciencia histórica, tal vez. La reacción de los grupos de ingreso más bajo en Chile fue mucho más suave de lo que habría ocurrido en Argentina si la política se hubiera orientado de la manera que se orientó en Chile.
-Pero la diferencia es que, en Chile, la lógica de los mercados permitió reducir la pobreza en casi 40 puntos, según los indicadores chilenos.
-Correcto, pero no permitió reducir la desigualdad. Lo que hubo luego, hace poco, fue una queja abierta y fuerte y audible contra la desigualdad.
-Entonces el análisis es que, en estos dos años, el gran dilema ha sido cómo balancear los costos que pagan los sectores vulnerables y los que pagan los mercados.
-Y cómo combinar ambos de manera que permitan un desenvolvimiento más o menos estable.
Política kirchnerista vs economía. Académicos vs política. ¿Por qué hoy no alcanza con dominar la macro para salir de la crisis?
-Como un académico experto que tiene muy presente la larga historia de estas crisis en la Argentina y que además asesoró a una gestión económica como la de Guzmán, ¿cuál es la lección respecto de qué es lo que es difícil de hacer cuando se está ahí?
-Algo que es parte del aprendizaje y sobre lo que sería bueno machacar porque es una cuestión de hecho, además, es que no hay nada más destructivo para la sociedad y para los grupos de ingreso más bajo que una macro desbordada. No lo hay.
-La macro ordenada como la primera política social.
-Es imprescindible. Sin eso, la inflación les carcome los ingresos. Esos sectores no tienen capacidad de recurrir a activos financieros. Son los que cargan con el impuesto inflacionario más que proporcionalmente respecto de su ingreso. Se complica el mercado de trabajo. Todo eso es parte del costo social de la inestabilidad que está motivada en parte por el “exit” de los grupos.
-Es decir, la macro ordenada atiende al tironeo del “voice”, los vulnerables que protestan y reclaman, y del “exit”, el refugio en el dólar de los que tienen activos, en los términos que usted lo plantea.
-Y sistematiza la interacción, aunque es natural que tenga elementos conflictivos. Pero cuando el conflicto se vuelve explosivo, pierden todos pero pierden más los los más vulnerables
Kirchnerismo y economía. ¿Por qué creen que el déficit y la emisión son buenos?
-Nada sucede en el vacío por eso vuelvo tanto a la política. Uno de los problemas que ha tenido este gobierno es esta especie de tironeo entre dos versiones, con Alberto Fernández que parecía intentar una macro ordenada pero con la vicepresidenta insistiendo con que el déficit o la emisión no es necesariamente un problema. ¿Hay una matriz conceptual económica del kirchnerismo más duro que descree del ordenamiento de esa macro como la mejor política social?
-Si vos tenés una economía donde el último refugio de los tenedores de activos son los títulos públicos o, directamente, la moneda local, por ejemplo el dólar, y cuando las cosas van mal, se refugian en ese activo…
-Como si estuviéramos en Estados Unidos.
-Sí. En un caso así, si viene un shock tipo pandemia que genera una caída abrupta de ingresos a un montón de gente que no tiene alternativa de quedarse en la casa y el gobierno se plantea emitir para financiar transferencias a esa gente cuyos ingresos han caído de manera imprevista y precipitada, es evidente que corresponde hacer eso. Porque, además, el financiamiento, la recaudación de recursos que se necesita para hacer estas transferencias está garantizado por la demanda de deuda pública que tienen los agentes con ingresos todavía saludables.
-Es decir, emitir en ciertas circunstancias es aceptable en un país como EEUU cuya moneda tiene credibilidad.
-En ese caso, el déficit se impone y sería un grave error no hacerlo.
-Y tiene consecuencias controlables.
-Y tiene consecuencias controlables. Se pueden calibrar. Tenés toda la razón. En nuestro país, lamentablemente, las condiciones hacen que sea muy difícil financiar un déficit fiscal considerable sin perturbaciones y sin generación de temores que pueden terminar en crisis. Tenemos que entender eso.
.-Parte del Gobierno no lo ha entendido.
-O tiene una teoría o una percepción truncada de las cosas porque es cierto que no necesariamente uno puede asignarle una maldad básica al déficit fiscal o la emisión monetaria per se pero hay que entender que si uno está en una situación en la que la demanda por deuda pública es muy limitada, tiene que tratar de evitar perturbaciones derivada por esa falta de demanda reduciendo la necesidad de financiamiento.
-Y aún en EE.UU. hay inflación y hay un debate importante entre la responsable del Tesoro, Janet Yellen, y el economista demócrata Larry Summers que cuestionaba la expansión monetaria en momentos de la pandemia, cuando la gente ya tenía plata en el bolsillo y no era necesario seguir emitiendo por el riesgo de inflación.
-Siempre pasa que la calibración de la cosa es opinable
-Tanto que Yellen terminó reconociendo que se había equivocado, que la emisión había generado inflación.
-Es un fenómeno interesante y muestra también la incertidumbre general en la cual estamos metidos. Nuestra propia incertidumbre, que no es poca, interactúa con la incertidumbre ajena que se ha vuelto importante. Fijate lo que se está hablando y ahí está el punto crucial asociado con la incertidumbre. EEUU tiene una inflación que no tenía desde que Paul Volcker estabilizó a su manera, que nos generó la crisis la crisis de los ‘80. Ahora renovaron la experiencia inflacionaria que les había desaparecido: durante 15 a 20 años ni noticias de la inflación, había dejado de existir. Ahora la pregunta es si renace el comportamiento inflacionario, o sea, si es el agente económico promedio va a decir esto ya pasó, no hay más pandemia, volvemos a la normalidad o aprendió conductas que antes no tenía y, entonces, para sacárselas, va a costar
-Es decir, hay que ver si el mundo se argentiniza.
-Si las expectativas se argentinizan. Es otro de los temas de las crisis que las vuelven tan difíciles de pronosticar. Mucho depende de comportamientos variables respecto del pasado porque se dan adaptaciones. La gente procesa información novedosa de una manera novedosa porque toda crisis tiene elementos comunes pero también toda crisis es esencialmente distinta. Entonces, la capacidad de saber para qué lado va a ir la economía depende de la capacidad para entender cómo la gente procesa esa información. Es un tema que no se enseña en la facultad. Le plantea problemas a los propios agentes respecto de lo que hacen los demás. También le plantea problemas importantes al gobierno porque sabe que el resultado depende mucho de su capacidad de orientar expectativas pero no sabe cómo formar expectativas, a qué responden las expectativas de los agentes.
-Pero hay algo muy básico a la hora de formar expectativas que es que un presidente y una vicepresidenta del poder político de Cristina Kirchner estén alineados, por ejemplo, en el acuerdo con los acreedores privados o con el FMI. Esas son señales muy obvias por parte de un gobierno contrarias a la confianza.
-Si se devoran entre ellos, los devoran los de afuera decía Martín Fierro.
-Ese elemento es muy básico para generar confianza.
-Estoy de acuerdo. El punto es si hubiera elementos obvios a partir de los cuales se puede decir que todo el mundo coordina comportamiento sobre estas expectativas, es esencial tratar ese tema porque el resultado va a cambiar hacia un lado o hacia el otro.
Reducción del déficit y actualización de tarifas. ¿La señal necesaria para alinear expectativas? Las trabas de la política
-Tengo una pregunta sobre las expectativas. Una señal que esperan los mercados y las personas es que el gobierno vaya reduciendo el déficit y que se corrijan las tarifas para así dejar de subsidiar a aquellos con poder adquisitivo. Lo que quería Guzmán y no pudo hacer, porque dejó un déficit importante. ¿Por qué no se pudo cumplir con esa expectativa? Porque Guzmán parece ser un académico que comprende el funcionamiento del artefacto macroeconómico de manera racional. En esta circunstancia particular de la Argentina, ¿la política produce tantas distorsiones que impiden manejar la economía? ¿Es más pesada la variable política que la económica aunque tengas muy claro el funcionamiento de la economía?
-Por empezar, dejame decir que tengo gran respeto por la capacidad intelectual y por los loables objetivo que ha tenido y tiene Martín Guzmán ya estando fuera del sector público. Son dos o tres cosas al mismo tiempo. Una, un país que no tiene generación de demanda de activos que emite debe aprender a vivir dentro de la restricción de presupuesto sin exceder su capacidad de endeudamiento.
-No entendí. ¿Qué son activos que emite?
-Deuda pública.
-Ah. ¿El peso?
-Pesos que son activos que emite el gobierno nacional.
-Si nadie quiere los activos que emitimos, tenemos un problema.
-Tenemos que adaptarnos de alguna manera. Hay una palabra nerd. En economías de este tipo, donde es muy limitada la demanda por activos nacionales, en algún momento el déficit se “endogeiniza”. Muy fácil entenderlo con este ejemplo: el gobierno de EEUU quiere más déficit, lo hace y después se financia. El gobierno elige el financiamiento y el déficit y después va al mercado y dice: tengo tantos bonos para venderte. En un país como el nuestro, el déficit que podés hacer depende del valor real de los bonos que podés emitir. Entonces, la capacidad de endeudamiento te hace potencialmente limitar el déficit.
-Pero no sucede, ¿no?
-Pero hay que entenderlo. Ahora, si te pasás a la lógica opuesta, o sea, alguien que diga soy un fanático del déficit cero y estoy dispuesto a quitar toda ayuda social para terminar con el déficit..
-Sangre. sudor y lágrimas por un año…
-Y si no anda en el año, por dos años, tres años, cinco años. ¿Lo tomaría como una posición razonable? Por empezar, es insostenible y segundo, no tiene sentido. Destruye el tejido social. Más que proclama grandilocuente, creo que hay que ponerse en la realidad.
¿Por qué faltan dólares en la Argentina? La restricción externa vs la restricción interna. El peso de la política.
-Vayamos al tema de la restricción externa. Este año el agro, tiene un nivel de ingreso récord de divisas. En ese caso, no hay restricción externa, entran divisas y sin embargo, no hay reservas.
-Es que la restricción externa tiene dos caras. Una cara es exportaciones menos importaciones. Hay muchas importaciones y entonces las exportaciones no alcanzan.
-Pero las importaciones venían bajando.
-Lo que te cuento es la cosa en abstracto. Esa es la restricción externa fundamentada en la balanza comercial. Pero, en última instancia, la restricción externa es que si no tenés exportaciones, no podés importar y si no podés importar, no se puede producir. La otra cara de la restricción externa es la fuga, lo que se llama la formación de activos externos del sector privado que es la manera en la cual “exit” se manifiesta.
-Ese “exit” puede darse dentro de la Argentina, cuando la gente se lleva los dólares al colchón en su casa. Porque “fuga”, desde el kirchnerismo, tiene un componente moral cuando en realidad es una conducta racional de los actores de la economía, de la gente.
-A veces puede no ser racional. Es una conducta, punto. Entendible y modificable con gran dificultad. La experiencia argentina ha llevado a eso. A la economía no le viene bien lo de la formación de activos externos del sector privado porque implica que un residente nuestro financie al resto del mundo en lugar de financiar a un interno que podría usarlo para aumentar su capacidad de producción. Ahora, esto no es pura perversidad; es un aprendizaje de que acá las cosas pueden complicarse mucho y formar activos en el exterior es un refugio. Ahí siempre se plantea la disyuntiva. La manera de actuar sobre esas conductas es por la buenas o por las malas
-Cepos, entre las malas, represión para evitar la fuga. Por las buenas, son incentivos.
-Sí pero debo decirte una cosa: el control de cambios hoy es una de las políticas contemplada de manera positiva en los modelos macroeconómicos del Fondo Monetario.
-En esta lógica de la restricción externa, desde la dimensión de la balanza de pagos, están entrando dólares a la Argentina. Y en la otra dimensión, el “exit”, están saliendo dólares hacia destinos donde están más protegidos. Esa parte depende de la política económica del gobierno.
-Estoy de acuerdo.
-Hay una lectura que dice que en la Argentina no hay un problema de restricción externa sino de restricción interna determinada por las decisiones de este gobierno. El análisis se basa en el sector de la energía, que tuvo superávit hasta 2004 hasta que se llegó al déficit en 2015 por decisiones políticas, con el congelamiento de tarifas y los subsidios a la energía.
-Si vos asustás a “exit”, probablemente se va a ir. Ése también es otro aprendizaje que hay que hacer.
-Es decir, la política tiene una responsabilidad en esa restricción externa.
-No hay duda. De la misma manera que tiene responsabilidad respecto de la inducción de mayores flujos de exportaciones. O sea, para pensar la restricción externa, analíticamente, no hay una contradicción entre tener en cuenta la restricción productiva exportaciones - importaciones y la restricción de financiera
-El tipo de cambio, esta brecha es la que está produciendo ese “exit”, sobre todo.
-Esta brecha genera incentivos problemáticos obviamente porque la existencia de la brecha presiona a tratar de hacerse del dólar barato de todas las maneras posibles.
Macro y desarrollo productivo, un par conceptual para entender el lugar en el mundo de la economía. Historia de las crisis
-Hasta acá, los diagnósticos. Si uno piensa en la salida de aquí para adelante, está el corto plazo, el mediano, o un cambio estructural y sostenible. Se escucha debatir en torno a otros modelos, por ejemplo, el plan de estabilización de Israel de 1985 y usted lo compara con otra perspectiva, la de Tom Sargent. ¿Cómo son esas dos posibilidades?
-Primero, quiero señalar lo siguiente. El libro comienza en 1948 y no es casual porque fue la ruptura del esquema redistributivo del primer peronismo. Ahora, los temas de discusión de ese momento, de los ‘50s y ‘60s, eran temas macroeconómicos pero mucho más se discutía sobre el patrón de desarrollo de la economía.
-¿De la matriz productiva?
-De la matriz productiva e, implícitamente, del lugar en el mundo que se iba a buscar para la economía Argentina.
-Quiero leer una cita del prólogo del libro en ese sentido que estás señalando, que dice: “Nuestro punto de partida lo ubicamos a fines de los años ‘40 con el surgimiento de la fuerte restricción externa que perturbó el boom redistributivo del primer peronismo con su final abrupto en 1948″.
-Así es. Ahora, ¿qué le estaba pasando al país? El esquema de inserción internacional que traía desde el siglo XIX y que había generado la prosperidad que tuvo alguna vez, ya no existía
-¿Exportador de materias primas?
-Satélite privilegiado del centro económico mundial. Ese centro económico mundial estaba en decadencia y el sustituto, EEUU, era un competidor de la Argentina en mercados agropecuarios. El lugar de la Argentina en el mundo se estaba perdiendo y no se recuperó. Esa fue una de la cosa que nos pasó en en este período. En los ‘60, esa discusión tomó un cariz realmente muy interesante entre gente como Javier Villanueva, Marcelo Diaman, Guido Di Tella, Aldo Ferrer, Oscar Braun. El tema era el patrón de desarrollo de la economía en aquella época, basado en la industria manufacturera. Pero se discutía macro junto con el modelo productivo.
-No se presentaba como una cuestión de los mercados escindido de la matriz productiva.
-Exactamente. Hoy, daría la impresión de que estuvieran separados y es una gran pena.
-Es decir que es que la crisis no es solamente una crisis de inflación sino es una crisis también de matriz productiva.
-Y la pregunta sigue planteada: ¿qué rol vamos a buscar tener en el mundo con nuestra economía? En algún sentido, hay ciertas señales, por ejemplo, el sector agropecuario es importante.
-Sí, pero muy cascoteado en términos retóricos y por medidas del gobierno.
-Muy cascoteado en una situación de emergencia que lleva a agarrar recursos de donde sea. Son las dos caras de esa moneda. Energía, si es que conseguimos ponerla en valor productivamente.
-Pero con resistencia a darle racionalidad a los precios de la energía no se llega al desarrollo de ese sector.
-Hay cosas que son bastante obvias: el precio de la energía, electricidad o gas, que paga un hogar de clase media con un ingreso medio o alto es bajo, evidentemente, y no tiene demasiado sentido gastar un subsidio en eso.
-La política y errores de visión de la dirigencia kirchnerista, en este caso, sobre la economía están condicionando esas correcciones y esa economía sustentable.
-Valdría la pena ponerse a pensar en esos términos concretos pero amplios, es decir, ponerse de acuerdo o por lo menos intentar ponerse de acuerdo respecto de cuestiones básicas del enfoque productivo y cuestiones básicas como las que hemos conversado del enfoque macro, que en el fondo son casi triviales.
-Hoy se han vuelto sentido común.
-Y es bueno que lo sean. Un agente económico vive tratando de desenvolverse dentro de su restricción de presupuesto. Es cierto que no es lo mismo la microeconomía de un agente individual que la macroeconomía de un sector público pero tampoco la diferencia es tan abismal.
Planes de estabilización, de Israel a Sargent. “Estabilización” vs “desinflación”.
-¿Y la comparación entre el plan de Israel y el de Sargent?
-Hay muy lindo libro de Michael Bruno, presidente del Banco Central de Israel cuando ya estaba madurando el programa. Fue uno de los que lo diseñaron. Se vieron bastante sorprendidos por el Plan Austral, que apareció de la nada para ellos un par de semanas antes de su plan. Bruno tiene un libro fantástico, escrito en primera persona. Una especie de sus memorias de estabilizador. Se titula Terapia por consenso y tiene que ver con el encuadre político del programa de estabilización porque había un gobierno de unidad nacional que no se llevaban demasiado bien. Está bien pintado en la serie sobre Shimon Peres. Entre paréntesis, hay que distinguir claramente “desinflación”, que es una caída tras una caída esporádica de la tasa de inflación, de “estabilización”, que es bajar la inflación y sostener esa baja. Para eso hay que trabajar mucho tiempo, soportar presiones, tomar decisiones, afrontar problemas.
-O sea, un shock y mucho esfuerzo para sostenerlo.
-Y a sabiendas de que va a tomar tiempo. Ese es el plan de Israel. El otro esquema está expresado en el paper de Thomas Sargent sobre el final de las hiperinflaciones europeas después de la Primera Guerra. El argumento es distinto. Sargent observaba que la desinflación fue relativamente rápida porque hubo un cambio brusco de expectativa, punto. La interpretación de Sargent era que los gobiernos se dieron cuenta de que para estabilizar necesitaban equilibrar las cuentas públicas a largo plazo.
-¿Como una promesa futura?
-Una promesa futura o un acto que haga saber más fuertemente que la necesidad de recurrir a la inflación como modo de financiamiento se acabó para siempre, un compromiso o una seguridad de la realización. Esa expectativa de que el largo plazo estaba resuelto, dice Sargent, es lo que generó la caída de la inflación inmediata. O sea, el largo plazo genera el presente. Lo que hace el presente es traer al presente aquel largo plazo.
-Es decir que la expectativa de futuro se trae al presente.
-Mientras que el argumento de Bruno es que al futuro lo tenés que fabricar desde el presente.
-Dando señales muy claras desde el presente.
-Y asumiendo los costos de eso a lo largo del tiempo. Realmente muy interesante porque son dos maneras de ver la relación entre el presente y futuro en la acción de estabilización pero en un caso tenés que generar todo el largo ya mientras que, en el otro, el largo ese construye a lo largo del tiempo. Si me preguntás, creo que Bruno tiene razón.
-Es decir, Israel es el modelo.
-Sí.