Dalmasso: intimidades de un juicio de nunca acabar
Río Cuarto, en el sur de Córdoba –provincia de la que es “segunda capital”–, está de nuevo en el centro de las miradas argentinas a raíz del juicio por el crimen de Nora Dalmasso. Quince años después de aquel domingo 26 de noviembre de 2006, cuando el cuerpo de la mujer fue encontrado semidesnudo en la cama de su hija y con un lazo en el cuello, comenzó un proceso que vuelve a mostrar que todo lo que se podía hacer mal se hizo. Desde el principio hubo un desfile de gente en la escena del crimen, incluido un cura que, horrorizado, cubrió el cadáver con una sábana. Ahora, todo lo que se puede hacer mal se sigue haciendo.
La sensación, con el proceso judicial recién iniciado y el viudo como único acusado de ser autor intelectual del crimen, es que todos se presentan como víctimas. Hasta aquí vimos desfilar cinco fiscales con hipótesis que divergían; cuatro imputados (incluidos el hijo, Facundo Macarrón, y el viudo, quien pasó de ser considerado el supuesto autor material del asesinato a instigador); funcionarios provinciales que debieron renunciar; venta de camisetas con la leyenda “Yo no me acosté con Norita”; listas de presuntos amantes, y un viudo que en una conferencia de prensa a poco del crimen perdonaba en público algún desliz de su mujer. Después de aquella vez, Macarrón no habló con los periodistas, aunque hubo llamados, filtraciones y ofrecimientos de datos por parte de quienes lo asisten legalmente.
Hubo guardias en la puerta de la casa donde apareció el cuerpo, en el barrio cerrado Villa Golf; en la puerta de los tribunales adonde iban testigos y acusados; en la dietética que abrió la hija, Valentina, y hasta en el cementerio Parque del Perpetual, para ver quiénes le llevaban flores a Nora.
"Después de 15 años de un crimen que conmovió al país, el caso de Nora Dalmasso se ventila en un juicio oral en el que queda en evidencia una infinita cadena de errores"
La cobertura del juicio es complicada. La Justicia resolvió que a la sala ingresen solo diez periodistas –quienes se anotan previamente– sin cámaras, grabadores ni celulares (los teléfonos se dejan en una caja de zapatos). En otra habitación del flamante edificio, otro grupo puede seguir el proceso a través de pantallas. El primer día se cortó internet; el segundo, la transmisión en el área de prensa.
Tanto el defensor de Macarrón como sus hijos apuntaron contra los medios de comunicación. Marcelo Brito –exfiscal general de provincia, con gran capacidad de oratoria– habló del “juicio mediático”; Facundo y Valentina –cuya fisonomía ya nada tiene que ver con aquellos adolescentes de hace 15 años– plantearon que se ventiló la vida privada de su madre e incluso el hecho de que el joven fuera gay.
Fue la familia, precisamente, la que concentró toda la atención: el viudo y los hijos salieron juntos de la casa de Villa Golf, entraron por el frente de un tribunal vallado y con accesos vigilados hasta para los empleados. Un operativo de seguridad a la escala del que se ejecuta en Rosario para la banda narco Los Monos. Esa primera jornada, los tres hablaron con la prensa y Valentina pidió que no se molestara más a su papá; se quebraron al declarar, contaron que su vida se transformó en un infierno y retornaron sobre la vida amorosa de su mamá.
Con sus relatos se encaminaron a que la opinión pública los percibiera tan víctimas como la propia Nora Dalmasso. Sin duda la familia la pasó y la pasa muy mal, pero ninguno de ellos y tampoco la madre o el hermano de Nora son querellantes. No se trataba de acusar al viudo, pero asumir ese rol hubiera reforzado una señal de su preocupación por saber quién los dejó sin madre, sin hija, sin hermana. Ese rol lo ejerce el Ministerio Público Fiscal y ya el fiscal de Cámara, Julio Rivero, reconoció que “nunca se va a saber” quién la mató.
Solo una vez, hace unos seis años, en una marcha del #NiUnaMenos aparecieron los primeros carteles pidiendo justicia por la mujer a la que ya todos juzgaron. A ella mucho más que a quien está sentado en el banquillo. El viudo tuvo una movilización (reducida) de apoyo en el arranque del juicio, una contención para el “gran médico”, rezaban los mensajes.
Saber qué hacía Nora, cuándo y cómo parece despertar el morbo de más gente fuera de Río Cuarto que en la propia ciudad. Los quince años transcurridos desde el crimen hicieron su trabajo y el tema no está ya en cada mesa de café. La inflación, la guerra en Ucrania y hasta la humedad lo corren del centro de las noticias.
En este tiempo las cosas cambiaron y un asesinato semejante, que ya todos llamamos femicidio, no se aborda como entonces. Sin embargo, Dalmasso sigue sometida al escarnio público. Como si la transformación que hizo gran parte de la sociedad en este sentido no les alcanzaran a este caso ni a esta mujer que sigue sonriendo desde una foto que se multiplica desde hace más de una década