Día Internacional del Folklore. Custodiar un tesoro invalorable y diverso
Sin espadín ni bicornio, sin chaqueta con alamares bordados como la de sus colegas de l'Académie creada por el cardenal Richelieu en la Francia de 1635, sin las resonancias monárquicas aún enarboladas por sus colegas de la Academia de la Lengua en España, los miembros de la joven Academia Nacional del Folklore de la República Argentina no se sienten "inmortales", pero sí custodios de un tesoro inmortal e invalorable heredado por sucesivas generaciones de argentinos: el rico patrimonio de su folklore en sus múltiples expresiones, una herencia transmitida a través del tiempo, cuya vigencia merece ser conservada y estimulada a través de una institución nacional y eminentemente federal.
Esta academia no está integrada solo por investigadores o científicos, sino que también ha incorporado, desde sus comienzos, a protagonistas del fenómeno folklórico vivo como expresión de las tradiciones y de la cultura popular: intérpretes, creadores, artesanos, poetas, bailarines y músicos que alimentan ese cuerpo multiforme de las culturas regionales
La concepción original del término "folklore", "el saber del pueblo", forjada en la Inglaterra de la Revolución Industrial y la vertiginosa urbanización de fines del siglo XIX, adquiere resonancias especiales para los americanos y en particular para los argentinos. Con su inmenso territorio, nuestro país ha desarrollado culturas regionales independientes, que en algunos casos se enraízan en tradiciones precolombinas y en otros reflejan el mestizaje con diversas expresiones de la península ibérica colonizadora o la vigorosa marca inmigratoria de la segunda pare del siglo XIX. Elementos aparentemente tan disímiles se articulan en las tradiciones folklóricas en torno a valores simbólicos que conservan, a pesar de su diversidad, una unidad. Esa pertenencia a la cultura criolla, eminentemente mestiza, le confiere una identidad indiscutible, compartida por todos los miembros de la comunidad nacional, cualquiera sea su linaje originario.
Quien animó el proyecto de creación de la Academia es Antonio Rodríguez Villar, escritor y destacado periodista que en su época de scholar en Columbia y Nueva York escribió libros sobre política internacional, pero que nunca dejó de ser también "cantor y guitarrero", como él suele definirse, con aportes como la chacarera "La flor azul", junto a Mario Arnedo Gallo, o contribuciones eruditas como la dedicada a la poética de Chabuca Granda o su Antología de la canción criolla.
Creada en 2007, la Academia se dedica al estudio y la promoción del folklore, tanto en su carácter de legado cultural como en su vigencia a través de sus expresiones contemporáneas. En 2014, por unanimidad de ambas cámaras del Congreso, se consagró el proyecto de ley como Academia Nacional del Folklore. El reconocimiento como academia nacional situó a la institución en el ámbito del Ministerio de Educación de la Nación, con quien programa la implementación de uno de sus proyectos fundamentales: la "Ley de enseñanza del folklore en las escuelas". Junto a esta iniciativa, la Academia encara también la realización de una "Folklopedia", la plataforma virtual del Folklore argentino.
La Academia realiza congresos nacionales bianuales, encuentros y simposios sobre temas específicos, publicaciones de la más variada especie, programas de radio y TV, habiendo recientemente ingresado en el mundo de las redes sociales a través de emisiones permanentes conducidas por el vice presidente de la Academia, Carlos Molinero (ingeniero, investigador, editor y poeta) y su equipo.
Hoy, en medio de las limitaciones que impone la cuarentena, la Academia prepara su VI° Congreso Nacional, que tendrá como sede la capital de la provincia de Neuquén pero se desarrollará en forma virtual, con un capítulo especial consagrado al folklore de la Patagonia. Auspiciado por la Intendencia de Neuquén y con la coordinación de una figura innegable del movimiento folklórico patagónico, el guitarrista y compositor Naldo Labrín, el congreso se llevará a cabo durante el mes de noviembre, con la participación de especialistas de todo el país y del exterior.
Hasta el momento sin sede propia, la Academia aprovecha la invitación del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires para operar desde el Palacio de La Prensa, es decir la Casa de la Cultura de Buenos Aires, mientras planifica acciones conjuntas para el año próximo, con la participación de otros ministerios de la Nación y la fiel colaboración de los gobiernos provinciales.
Un crítico literario y periodista argentino, devenido académico francés, defendía en una oportunidad en el programa cultural más célebre de la TV francesa, Apostrophes, del crítico Bernard Pivot, la, para él, innegable superioridad de la lengua francesa para expresar el mundo poético. Ponía como ejemplo, cómo, según su punto de vista, la palabra "lune" (con su "e" ligeramente muda sobre el final) era incomparablemente más sutil que "luna", su traducción al español, Lorca incluido. Los miembros argentinos de la Academia Nacional del folklore discrepan académicamente, por supuesto, al considerar que el verso "yo no le canto a luna...", de Atahualpa Yupanqui, es una de las expresiones poéticas más excelsas de la lengua castellana. Un himno. Y están dispuestos a seguir luchando para poner en valor todo lo que representa.
Músico y miembro de la Academia Nacional del Folklore