Cuerpo del delito
CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO.- Por más que uno se esmere, siempre es difícil borrar las pisadas que vamos dejando al andar por la vida. A cada paso, va quedando una marca que por mínima que sea habla de nuestros actos. Si estos han sido buenos, esas pistas muchas veces ni siquiera se advierten. En cambio, si hemos obrado mal, cada una de ellas queda grabada a fuego y, por lo tanto, se hace más fácil el rastreo de las huellas de nuestro accionar. Es simple: resulta casi imposible hacer desaparecer el cuerpo del delito. Aunque esté tapado con una suerte de manto celeste, a este Lamborghini Murciélago confiscado por el gobierno mexicano al crimen organizado se le ve una rueda que demuestra a las claras que se trata de un auto lo que afanosamente se custodia y se ha tratado de ocultar. Tal vez una demostración más entre tantas de que es casi inevitable mostrar la hilacha y dejar entrever, por más que no se quiera, quién uno es realmente.