Cuba, la lenta marcha hacia la democracia
Dado que, en la isla, es difícil la conquista de derechos plenos, como el de libertad de expresión, por ejemplo, hay que hablar de microderechos para comprobar qué lejos están de cumplirse todavía las promesas de apertura
Raúl Castro es muy aplaudido en las Naciones Unidas, y ahora también en otros foros. Muchos creen que esos aplausos tienen un efecto en libertades. Como a los niños: los alentamos para que hagan lo que queremos.
Pero Raúl no es un niño. Cuando Obama no había nacido, los Castro gobernaban Cuba. Cuando Arturo Frondizi y Dwight Eisenhower eran presidentes, la revolución cubana ya se había convertido en una dictadura, aunque todavía no se adivinaba que era de tipo dinástico. Desde entonces, Estados Unidos tuvo once presidentes; la Argentina, más de veinte, y Bolivia e Italia tuvieron alrededor de treinta y cinco gobiernos distintos.
Ya han pasado seis o siete generaciones de cubanos que no han podido crear, por iniciativa individual, un partido político (ni siquiera para apoyar a los Castro), un medio de comunicación, un sindicato ni una biblioteca pública, ni hablar con libertad en una plaza.
Por eso, hay pocos casos en la historia donde los aplausos hayan tenido un efecto más inocuo.
Percibo un consenso entre los poderes del mundo de que la democracia en Cuba debe llegar despacito, en una transición que no diluya logros sociales de la dictadura. En términos de vida humana, eso implica que los cubanos tienen que esperar un par de décadas para ser ciudadanos. La democracia de golpe parece que atraganta.
Pero si éste es el sentido común que se está imponiendo, ¿cómo sabemos si al menos se avanza algo en las libertades? Ya vimos cómo en el mismo momento en que el papa Francisco estaba en La Habana la policía política detenía disidentes.
Dado que obtener un derecho en la isla es un salto de gigante, para saber si se avanza es necesario hablar de microderechos.
Si el derecho a la libertad de expresión es un derecho completo, éste se compone de varios microderechos: tener acceso a Internet, poder hacer un sitio, que ese sitio sea accesible al resto de los cubanos, que se pueda escribir sobre temas públicos y que tenga acceso a la información sobre los temas de los que quiero hablar. Si todos se cumplen, hay libertad de expresión, pero ahora no hay espacio para que entre entero ese derecho.
El derecho de reunión se descompone en la libertad de movilidad, de reunirnos en nuestra casa sin ser molestados, de utilizar un lugar público, de hacer una convocatoria pública, de expresar nuestras opiniones en ese encuentro, y otros micro o nanoderechos que van construyendo nuestra plena ciudadanía. Hoy, el régimen bloquea toda protesta pública.
A través de la vida de personas concretas podemos saber si la historia se mueve o no.
Por ejemplo:
Tania Bruguera es una artista que quiso colocar un micrófono en la Plaza de la Revolución para que los cubanos se expresaran. Había hecho lo mismo en una bienal de arte en 2009. En otra performance pública, pretendió leer y discutir durante cien horas Los orígenes del totalitarismo, de Hannah Arendt. Fue detenida varias veces y le retiraron durante meses el pasaporte.
El artista grafitero Danilo Maldonado Machado pintó los nombres Raúl y Fidel en dos chanchos y los soltó en Navidad en el Parque Central de La Habana. Llamó a la performance "Revolución en la granja". El sentido de humor castrista lo premió con diez meses de cárcel.
Joani y Reinaldo son una pareja de periodistas que vive en un departamento pequeño en un piso catorce; crearon un sitio que se llama 14 y Medio. Nació en 2014 y pretende ser un medio que ayude a la transición democrática, como lo hicieron el diario El País de Madrid; La Prensa de Panamá, y la Gazeta Wyborcza en Polonia. Hacen uno de los mejores periodismos que hubo en la isla en cincuenta años. Reinaldo fue detenido una vez este año, y ambos lo fueron varias veces otros años.
14 y Medio no puede ser leído regularmente en la isla. No existe el microderecho a acceder a su sitio. Además, las tarifas de Internet son caras. Sólo algunas embajadas dan, con turnos estrictos y cortos, la posibilidad de navegar gratis. En Cuba, Internet es tan física que consiste en el intercambio de pendrives cargados de información y películas.
Dagoberto Valdés es un líder e intelectual católico, en la provincia de Pinar del Río, que organizó un think tank -Convivencia- para ayudar al cambio. Acaba de editar el primer libro de la transición sobre ética cívica para niños y jóvenes, pero no puede distribuirlo en las escuelas y cumplir así el microderecho de enseñar civismo. Pero Dagoberto sigue, como puede, construyendo la democracia bajo el techo de una dictadura.
Las Damas de Blanco son esposas, hermanas e hijas de los presos de conciencia y se reúnen los domingos, cuando salen de la iglesia Santa Rita. Cada semana me entero por alguna imagen o mail de que la policía volvió a reprimirlas. No les respetan el microderecho de caminar juntas vestidas de blanco.
El escape de los cubanos no se detuvo. En los campeonatos mundiales, Cuba pierde deportistas. En el último Panamericano en Toronto se escaparon unos treinta, incluida casi la mitad del equipo de hockey. Con los músicos pasa lo mismo. El humor popular dice que los alicaídos cuartetos se han multiplicado. Llaman cuartetos a lo que vuelve de una orquesta sinfónica que sale de gira internacional. Elegir tu futuro profesional es también un microderecho. Todos los años hay balseros muertos, pero falta la foto que despierte la conciencia mundial.
Oponerse es ilegal, pero el gobierno cubano logró que no lo llamen dictadura. En el mismo momento en que por la gracia de su majestad libera a un preso, y un canciller extranjero se siente realizado, otro disidente entra en la celda. Los aplausos para Raúl no construyen microderechos.
Sabremos si la realidad es inmóvil, con lo que pase con Danilo, con Tania, con Reinaldo y Joani, con Dagoberto y con las Damas de Blanco.
Nunca son claros los límites entre el autoritarismo y el ridículo, por lo que la ausencia de elementales microderechos revela un absurdo control dictatorial. Tania quiere que el pueblo hable sobre el futuro, diga lo que diga; Joani y Reinaldo quieren que lean sobre el futuro, piensen lo que piensen; Dagoberto quiere producir ideas y proyectos para mejorar la vida de todos, y las Damas de Blanco quieren que liberen a sus hijos y maridos para que puedan vivir su verdad. No sé qué piensan de estas peticiones los realistas de la política mundial, pero la vida pasa.
Cuando tras décadas de dictadura comunista, en 1990 Vaclav Havel asumió la presidencia de la entonces Checoeslovaquia, dijo: "Pueblo, tu gobierno ha vuelto". En Cuba, siguen esperando.
Profesor de periodismo y democracia en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Autor de Otra grieta en la pared. Informe y testimonios de la nueva prensa cubana.