Cuarenta años, ¿y Malvinas?
El próximo 2 de abril se conmemoran los 40 años de la guerra de Malvinas, una guerra absurda, pero que dejó sangre de héroes derramada en nuestras islas, que fertilizó la tierra y permitirá florecer sin ninguna duda la plena soberanía que nos corresponde y que tanto anhelamos los argentinos.
Recientes declaraciones del secretario de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, sumadas a otras voces de ese país, reavivan tensiones y nos llaman a la reflexión de qué es lo que estamos haciendo en honor de nuestros antecedentes dominiales, posesorios y en memoria de nuestros héroes, como así en cumplimiento de la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional.
El funcionario inglés refirió que Gran Bretaña defenderá las islas de “los matones” alrededor del mundo, sin importar la distancia a la que se encuentren, en un acto por el llamado “Día de Margaret Thatcher”. En ese contexto, aseguró: “Nuestros enemigos no deben dudar de la determinación de Gran Bretaña de enfrentarse a los matones, defender a los que no pueden defenderse a sí mismos y a nuestros valores”. En su discurso, planteó que el conflicto bélico que se desarrolló en 1982 debe ser un recordatorio para el Reino Unido de que su población puede ser “amenazada desde cualquier dirección y en cualquier momento”, una situación que vuelve imprescindible la inversión y el equipamiento de sus tropas para una eventual nueva guerra.
Estas afirmaciones gravísimas, un claro ejemplo de lo que es “un matón”, dan fundamento al equipamiento militar que viene haciendo el Reino Unido en el Atlántico Sur, situación que se viene denunciando en forma permanente en diversos foros internacionales y que no es receptado por el mundo civilizado adecuadamente.
La Argentina debe asumir un rol firme dentro del camino de la paz de defender la soberanía de nuestro mar, de nuestras islas, de nuestros recursos y la desmilitarización del Atlántico Sur, en especial de la fuerza nuclear. Esto no puede quedar en meras declaraciones sino que hay que llevar adelante acciones concretas dentro de las facultades jurisdiccionales y soberanas que tiene el país y que nos permiten las normas internacionales y nacionales, como asimismo llevar adelante con decisión política un proyecto de nueva visión estratégica donde el mar asuma un rol protagónico.
Es necesario entre varias medidas, desplegar nuestra flota pesquera, subsidiándola para que compita en alta mar en una línea imaginaria tipo cortina en el límite de las 200 millas marinas conviviendo con las flotas piratas, defendiendo de esa manera nuestros recursos ictícolas al generar competencia directa, tornando inviable económicamente la permanencia en ese lugar a quienes vienen a robarse nuestros cardúmenes. Fortalecer la logística de control, apoyo a nuestra flota y sanción a los pescadores ilegales con la colaboración de los nuevos buques OPS que están operando en la Armada, como así dotar de otros buques de inmediata construcción nacional para cubrir esas necesidades junto con la Prefectura Naval. Impulso de la industria naval es parte del camino.
En el ámbito diplomático es imprescindible profundizar el espacio de diálogo con los países ribereños del Atlántico sur tanto del continente americano como del africano y desarrollar una doctrina con alcance de cumplimiento internacional que establezca: “El Atlántico Sur para los pueblos del Sur”, similar a lo que fuera la doctrina Monroe “América para los americanos”. Esto permitirá que la zona de colaboración y paz ya declarada por Naciones Unidas en su oportunidad, sea usufructuada en colaboración científica y de paz entre los países ribereños del sur obligando a la emigración de los países que no pertenecen a él, como es el caso del Reino Unido. En 1986 por Resolución de Naciones Unidad 46/11 se declaró Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (Zpcas). Otras resoluciones posteriores apuntalaron esta posición y recientemente una nueva Resolución de la ONU destaca la función de la Zpcas como foro para que aumenten la interacción, la coordinación y la cooperación entre sus Estados miembros.
Hay organismos creados en nuestro país que debieran estar discutiendo estas cosas en profundidad y en el marco de la defensa nacional, pero no vemos que ello suceda. Se ven solo comunicados oficiales de ocasión y lo que es más delicado existen nombramientos de integrantes de esos organismos que tienen posturas públicas contrarias a la manda Constitucional (según investigación minuciosa realizada por el doctor Cesar Augusto Lerena). Recordemos que la Carta Magna reza: “La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
Por la memoria de nuestros héroes que dieron su vida en las Islas, por quienes han trabajado denodadamente por recuperar la soberanía plena, por quienes mantenemos vivo el fuego de nuestra argentinidad, por el futuro del pueblo, que estos 40 años nos encuentre a los argentinos unidos en este reclamo de llevar adelante acciones concretas para defender nuestros recursos naturales y recuperar la plenitud de nuestra soberanía en el Atlántico sudoccidental, ya que no solo las islas han sido usurpadas, sino que los británicos se han extendido a casi un millón setecientos mil kilómetros cuadrados de mar, lo cual les permite extender su brazo colonial sobre el estrecho de Magallanes y las tierras del continente antártico. La batalla debemos darla en todos los frentes, menos en el bélico, ya que tenemos la responsabilidad de contribuir a la paz y la concordia mundial.
Abogado, diplomado en relaciones internacionales, secretario general del Partido Demócrata Cristiano CAB