Cuarenta años de “corsi e ricorsi”
En el siglo XVlll, el filósofo de la historia Giambattista Vico sostenía que el acontecer humano camina no en forma lineal, sino por ciclos que implican avances y retrocesos (corsi e ricorsi), una pseudoley que toma nuevo impulso para otro avance al que le sucederá otro retroceso, no exentos de reacciones y tensiones. Esta ha sido una constante en nuestra historia, agudizada en la segunda mitad del siglo pasado y que mantiene vigencia.
Recientemente, el equipo de derechos humanos del Ministerio de Defensa insistió en dos aspectos. El primero, “en la búsqueda de listas y documentación relacionada con el terrorismo de Estado del período 1976/1983, y acceder a la documentación de inteligencia, cuyos integrantes rara vez fueron tocados por la Justicia”. Y el segundo, “que después de la desastrosa experiencia de Malvinas, a la mayoría de los argentinos nos gustaría tener Fuerzas Armadas integradas a una sociedad democrática”. Ambos conceptos evidencian desconocimiento de lo realizado por el Ejército en los 90, y por la Justicia posteriormente.
Relacionado con el primer aspecto, funcionarios del área de Defensa ignoran que el 23 de noviembre de 1983 el entonces jefe del Ejército, general Cristino Nicolaides, ordenó –por mensaje 561/83– “la inmediata incineración de toda la documentación clasificada relativa a la lucha contra la subversión”. Estaba firmado por el general Edgardo Calvi y otorgaba el plazo perentorio de una semana para su cumplimiento. Era obvio que la premura obedecía a la inminente asunción del presidente Raúl R. Alfonsín.
Con posterioridad, Nicolaides, al ser cuestionado por eso, adujo que la finalidad de aquella había sido “recopilar e inventariar documentación que se encontraba dispersa, en definitiva, sistematizar archivos. Suena ridículo lo afirmado y no hay constancia de ningún tipo de archivo. La orden citada fue intrínsecamente perversa” (Dejo constancia, Ed. Planeta, p. 234. Bitácora de un soldado, Ed. Atlántida p. 234).
Personalmente, en las últimas tres décadas, expresé por distintos medios que “no existe documentación y lista de desaparecidos en el Ejército; si es que existieron en el pasado, no han llegado a nuestros días”. En los 90 se ordenó en dos oportunidades la infructuosa búsqueda de la documentación de marras.
En ese entonces, estaban vigentes los indultos presidenciales de octubre de 1989 que habían beneficiado a militares y a miembros de las organizaciones armadas irregulares, imputados en delitos relacionados con los tristes episodios de los 70, que el papa Francisco calificó “como una de las lacras más grandes que pesan sobre nuestra patria”. Me consta que en 2000 el entonces jefe del Ejército, general Ricardo Brinzoni, dispuso una búsqueda, con el mismo resultado.
Con respecto al segundo aspecto, permítaseme la licencia de expresar que también la mayoría de la sociedad querría tener otra mirada de muchos políticos, que olvidaron que en Malvinas hubo hombres que combatieron y murieron por un sentimiento. Y que desde hace más de tres décadas nuestras FF.AA. están subordinadas al poder civil, y respetan los valores republicanos y los derechos humanos. Eso, en el Ejército, lo lograron generales, oficiales y suboficiales en forma evolutiva. Ha sido lo que el jurista alemán Georg Jellinek llamó “una transformación de lo sencillo a lo complejo”, a pesar de la desatención y, peor aún, del apoyo de algunos políticos a los movimientos insurgentes del siglo pasado, en particular al conocido como Villa Martelli, en diciembre de 1988.
En el presente siglo, la gestión de los responsables del área de Defensa –con algunas excepciones– no estuvo exenta de obsoletos prejuicios partidistas o ideológicos, y una incompetencia que no puede ser atribuida solamente a la estupidez. El resultado es el actual estado de indefensión de nuestro país.
Es inadmisible que funcionarios del área de la Defensa Nacional desconozcan la “Memoria del Ejército Argentino 1992-1999-Un Ejército hacia el siglo XX”, que recibió interesantes comentarios en nuestro país y en el extranjero. Citaré algunos de ellos:
El doctor Rosendo Fraga consignó: “Algo similar no se realizaba desde 1943 […] Muestra un ostensible progreso y permite ver el mejoramiento alcanzado […] Pienso que es una práctica muy positiva, que obliga a los gobernantes a un acto de reflexión hacia adentro, y pone a disposición de los ciudadanos información para que puedan juzgar la tarea de gobierno con elementos de juicio concretos”.
El doctor Jorge Castro enfatizó: “Que la sistematicidad y el lenguaje de la memoria…, reflejan el estilo de un Ejército actualizado, afín a las tendencias globales […] Destacó la innovación tecnológica, el cambio cultural, el énfasis en la educación, el notorio incremento de la capacidad operativa y logística, y el empleo altamente efectivo de los recursos y oportunidades”.
La escritora francesa Sandrine Lefranc, en Políticas del perdón, expresó: “Los mensajes reiterados del Ejército rompen con el postulado de la legitimidad de la intervención golpista de 1976 […] Obedecen a la vez a un compromiso con los campos antagónicos y a una política de consolidación y unificación de la institución militar, resituada en la subordinación al poder civil”.
El conocido historiador norteamericano Robert Potash, en El Ejército y la política argentina-2ª parte, dijo: “Existen motivos para creer que el proceso de adaptar al Ejército al papel de servidor de un Estado democrático, en vez de tratar de mantener una existencia autónoma como en el pasado, está en camino en un grado mayor que nunca antes; el Ejército se ha convertido en una fuerza profesional […] Con un cambio de pautas culturales, privilegió la educación y condenó las dictaduras cívico-militares”.
Para The New York Times: “Hace veinte años los militares argentinos personificaron el terrorismo de Estado […] Hoy el militar argentino es profesional y respetuoso de los derechos humanos y del gobierno civil […] El mayor desafío para los líderes democráticos de Latinoamérica es cómo controlar a sus militares; la transformación argentina guiada por el Ejército merece su atención […] Hoy es difícil encontrar militares en servicio activo que se identifiquen con los represores de la dictadura…”.
Todo lo citado debe ser analizado con la hermenéutica de los 90. Definitivamente –por lo menos en las FF.AA.– habíamos dejado atrás seis golpes de Estado cívico-militares, decenas de chirinadas, de motines y de desprecio a las instituciones republicanas. Los presidentes y ministros de Defensa del presente siglo recibieron un Ejército moderno, equipado, motivado, integrado con la sociedad, subordinado al poder civil, con presencia y respeto internacional y altamente profesional.
Exjefe del Ejército Argentino, veterano de la Guerra de Malvinas y exembajador en Colombia y Costa Rica