¿Cuánto dinero hace falta para retirarse?
El blanco es dinámico, es decir, no existe una cifra fija que nos asegure la independencia financiera
En primer lugar, tengo que decirte que si has entrado a esta nota para leer la cifra del monto a alcanzar para poder lograr tu independencia financiera, no pierdas tu tiempo.
No voy a hacer ningún cálculo cuantitativo basado en fórmulas matemáticas que tengan como componentes la esperanza de vida promedio, tu edad, tu ingreso mensual (o el ingreso promedio mensual de la población), si tenés o no propiedades, el cobro de la jubilación y otros datos que no son relevantes para el punto que quiero establecer.
En la era de la informática no tiene ningún sentido realizar este cálculo, por motivos que veremos más adelante.
Hay un engaño que se basa en dos pilares que hoy vamos a cuestionar al detalle: la idea de que lo que te dará la tranquilidad financiera será un monto X de dinero ahorrado en tu cuenta, y la noción del retiro como una fata morgana, un falso oasis.
Veamos los dos argumentos de peso que sustentan tamaña afirmación:
Capitalismo y acumulación
La base del capitalismo se sustenta principalmente en dos pilares: propiedad privada y acumulación. La idea de que existe un retiro, un punto en el cual las personas se dedican a disfrutar de lo producido, es altamente funcional al sistema capitalista dado que hace que la gente busque acumular para luego retirarse y cosechar lo sembrado.
El sistema económico moderno se encuentra estructurado de manera tal que pareciera que la única forma de éxito posible pasa por la acumulación.
Si relacionamos acumulación con ahorro, alguien podría afirmar que es indiscutible que ahorrar es un paso indispensable para lograr la independencia financiera tarde o temprano, y yo estaría de acuerdo.
La cuestión relevante sería ahora dónde invertir ese dinero como para obtener los intereses necesarios o al menos mantener su poder adquisitivo
Pero la acumulación constituye un pase necesario pero no suficiente para llegar al objetivo.
Por ejemplo: el término millonario podría adjudicarse a quien acumula 1 millón de dólares. Hace 30 años, una persona que hubiese acumulado esa cifra sabía que si no entraba en despilfarros podría vivir sin preocupaciones el resto de su vida.
¿Sucede lo mismo en el presente? La inflación (no sólo la Argentina, sino la americana también) hizo que hoy día, aquel que tenga 1 millón de dólares ahorrado sepa que no tiene el futuro asegurado, y menos si tiene una familia atrás.
Nos enfrentamos entonces con el primer obstáculo: el blanco es dinámico, es decir, no existe una cifra fija que nos asegure la independencia financiera.
Pero el obstáculo que le sigue es más importante aún: por más que pudiésemos llegar a un consenso con respecto al monto acumulado necesario para retirarnos, la cuestión relevante sería ahora dónde invertir ese dinero como para obtener los intereses necesarios o al menos mantener su poder adquisitivo.
¿Debemos mantener nuestros ahorros para los próximos 30 años en dólares, que son emitidos por el país más endeudado del mundo (EE.UU.)? ¿O debemos pasarlos a euros, con los problemas que aún existen en la eurozona? Estas son decisiones independientes a la capacidad de acumulación personal, y tienen que ver con la formación financiera que podamos adquirir.
Teoría del sacrificio
La teoría del sacrificio es una de las teorías que más adeptos tiene en la actualidad. "Para lograr algo en la vida, hay que sacrificarse". "No se logra nada sin sacrificio". "Mi éxito se basa en un 99% de sacrifico y 1% de talento". Se trata de algunas de las frases escuchadas por todos, y que pocos discuten. Pero, ¿de qué hablamos realmente al pronunciar la palabra sacrifico? Según su definición, nos estamos refiriendo a una "acción que desagrada o no se desea hacer, pero que se hace por obligación, necesidad o altruismo".
Pero el sacrificarse, el trabajar arduamente toda la vida, tiene una recompensa: la jubilación, ese supuesto momento de la existencia en el que disfrutaremos de lo hecho durante toda la vida y que, a mi juicio, representa una norma de otra era (en el mejor de los casos) o, directamente, una gran mentira.
La norma de la jubilación como zanahoria falla en cualquier de los escenarios posibles: es muy probable que a la hora de jubilarse el pago de nuestra jubilación dependa de cómo estén las finanzas públicas en ese momento o, en el caso de haber logrado reunir cierto capital para darnos los gustos que siempre quisimos, es probable que nos encontremos con que no tenemos la energía para hacer esas cosas que soñábamos en nuestra juventud o adultez y que postergamos a causa del sacrifico.
Propuestas a modo de conclusión
Si pensar en la cantidad de dinero necesaria para retirarme es errado, entonces ¿tendría que gastarme todo el dinero ahora ya que el retiro es una ilusión falsa?
Ciertamente no es esa la mejor solución posible.
La propuesta es modificar la programación mental que tenemos incorporada y que ha quedado obsoleta dada la magnitud y velocidad de los cambios.
¿Y cómo sería la nueva "programación mental" con la cual guiar nuestro accionar? Muy fácil, se podría basar en dos afirmaciones:
- 1) Nunca me voy a retirar.
- 2) Lo único que me dará libertad financiera es un flujo de fondos constante y diversificado, y no un monto fijo.
Adoptando el punto 1, al abandonar "el engaño" del retiro un nuevo mundo de posibilidades se nos abre de par en par. Ya que no nos vamos a retirar nunca, mejor disfrutar ahora de nuestros sueños, viajar y conocer los lugares que queremos conocer y dejar de posponer todo y autoengañarnos.
Adoptando el punto 2, al saber que no es un monto fijo lo que necesitamos, encontraremos más estímulos para producir ingresos por fuera de la relación laboral de dependencia (invirtiendo, emprendiendo negocios alternativos "apalancados" en las facilidades que Internet ofrece y aumentando nuestra cultura financiera).
La norma de la jubilación como zanahoria falla en cualquier de los escenarios posibles
Seguir persiguiendo la fantasía del "número mágico" que nos dará el retiro soñado sólo nos convertirá en procastinadores crónicos que nunca llegan a entender el motivo de su insatisfacción e infelicidad.
Es hora de realizar un update de nuestro software de programación mental y abandonar mandatos y principios anticuados que no nos sirven de nada, para convertirnos en aquello que realmente nos merecemos y queremos ser.