La intensa relación entre la Tierra y la humanidad, revisitada
La tragedia de los recientes terremotos de alta intensidad en Turquía y luego en Siria impactaron más allá de las cifras de muertos y las historias de rescates. Esta misma semana, en un país de Asia, Tayikistán, una zona poco poblada en la frontera entre Afganistán y China, hubo menos víctimas, pero intensa actividad telúrica. El movimiento de las capas geológicas recuerda un aspecto central de nuestra relación con el planeta y sirve como contexto ideal a un libro que saldrá en inglés en estos días: The Earth Transformed (“La Tierra transformada”).
En él, el historiador Peter Frankopan se sumerge en los efectos que la Naturaleza, o el planeta más precisamente, tuvo en la civilización. Uno de sus primeros ejemplos es el de los acadios, que ocupaban territorios que hoy corresponden a Siria, Irak e Irán. Los científicos acuerdan en que el colapso de ese imperio, unos cuatro mil años atrás, coincide con terribles sequías que afectaron a esa región y también parte de las actuales China e India. ¿Fue un cambio climático lo que volteó a los acadios?
Ajustando el tono en una monumental historia de la relación de la humanidad con su ambiente, explicaba una detallada reseña del Financial Times, Frankopan se resiste a explicaciones simplistas. “El clima era parte del problema, ahí donde ya existían otros problemas”, desarrolla. Sus volúmenes anteriores pusieron el foco en aspectos culturales y comerciales (de El corazón del mundo a Las nuevas rutas de la seda) con mucho acento en Oriente y tratando de escapar del eurocentrismo. Esta vez busca repasar cómo grandes impactos ambientales (erupciones volcánicas, bajas temperaturas) pusieron a prueba la resiliencia humana. Profesor de historia global en Oxford, evita el tono catastrófico que hoy rige y hasta sugiere que el efecto de esas crisis ambientales generó crecimiento.
El contexto es oportuno. Desde su identificación, a comienzos de siglo, la idea de una nueva era geológica llamada “Antropoceno” pasó de teoría a lugar común: describe una larga etapa actual en la que la vida humana y sus consecuencias afectan de manera decisiva el planeta, el clima y la vida en él. En estos días se puede ver en Fundación Proa una muestra que lleva ese nombre: con fotografías de Edward Burtynsky, sumado a instalaciones de otros artistas y ejercicios de realidad aumentada, expone con belleza los efectos devastadores en la vida planetaria. El Antropoceno caracteriza y define lo que el hombre hizo con el planeta; el libro de Frankopan nos devuelve el foco histórico a los poderosos cataclismos del anfitrión de nuestra especie, como los recientes terremotos.
Si los libros de no ficción sirven como un señalador de preocupaciones sobre las que hace falta echar luz de una manera más profunda que la información de último momento, el catálogo de los más esperados para este 2023 sirven de guía: el bienestar y las relaciones humanas, la productividad y la relación con la tecnología parecen dominar el escenario. En esa línea se anotan varios lanzamientos editoriales inminentes: Magic Words, de Jonah Berger (marzo); The Anxious Achiever de Norra Aarons-Mele (abril); Traffic, de Ben Smith, enfocado en las millonarias disputas detrás de los hits virales (mayo). Ninguno de los tres tiene aún fecha de edición en español. El cambio climático (título del reciente libro de Greta Thumberg) aborda también uno de esos grandes temas.
La tesis académica de Frankopan se vuelve paradoja a partir del final de la Edad Media y la llegada de los europeos a América. El libro aborda la producción de alimentos, la minería, la esclavitud, entre otras actividades del hombre, para demostrar que la Tierra ha transformado a la humanidad tanto como esta ha alterado al planeta. Con tono de comedia y recurriendo al factor “externo” de un asteroide, el film Don’t Look Up hacía foco en ese mismo fenómeno reforzando la patética inercia de las costumbres humanas ante la posibilidad cierta de un colapso.
Tanto el foco erudito de The Earth Transformed como el satírico de Hollywood intentan llamar a la reflexión sobre las vicisitudes y la coyuntura de la relación con nuestro hábitat.
El renovado interés por el film Titanic, repuesto en salas de cine a 25 años de su estreno, y pasado un siglo de la catástrofe del transatlántico de pasajeros, vuelve a servir como gran metáfora de la especie ante hechos devastadores. Desentendida, la banda sigue tocando, mientras algunos comienzan a huir de manera desesperada buscando alguna salvación. Un informe especial producido por National Geographic junto al director James Cameron volvió a reproducir la escena de la puerta para explorar una respuesta científica a la pregunta de si Jack (Leonardo DiCaprio) podría salvarse también. Acaso demasiado tarde, el exitoso director, apoyado en la ciencia, dejó abierta una luz de esperanza para el final que no fue. Como sea, justo esta semana, Titanic fue superada en la taquilla global por Avatar: El camino del agua, del mismo director. En esta historia de fantasía submarina no quedan dudas: el enemigo son los humanos.