Cuando la cultura y la política pensaron en grande en la Argentina
Hace 32 años , el 20 y 21 de marzo de 1989, se celebró el Primer Encuentro para la Consolidación del Patrimonio Cultural Argentino. Fue organizado por la Presidencia de la Nación desde un trío de secretarios de Estado, Manuel Sadosky (Ciencia y Técnica, Secyt) , Raúl Alconada Sempé (Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto) y quien escribe, Juan Antonio Portesi (Presidencia de la Nación, Conamba) contando con el asesoramiento de una muy importante comisión técnica formada por los doctores Sara Rietti (Secyt), Norah Cohan , Roberto Zucarías (MREC) y la profesora Graciela Rolandi (Conamba).
El Banco de la Nación cubrió la totalidad de los gastos y facilitó sus salones para las deliberaciones de comisiones y el plenario. Por su parte, Aerolíneas Argentinas facilitó los asientos gratuitos de ida y vuelta a sus respectivos lugares de residencia y trabajo, tanto en el interior del país como en el exterior. Sumó los viajes post-encuentro dentro del territorio argentino.
Cuando le expuse al presidente Alfonsín la intención de promover un encuentro entre personalidades relevantes de nuestra cultura que se encontraran en el país y en el exterior, se entusiasmó de inmediato y me manifestó textualmente: “velo a don Manuel (Sadosky obviamente , quien fue la pieza indispensable con su enorme prestigio y conocimiento, además de haber armado en 1984 la comisión proretorno) y a la “Oveja” (sobrenombre de Alconadá Sempé) y entre los tres organicen el encuentro”.
El programa que la Secyt, desde el inicio mismo del gobierno democrático, había instrumentado logró el regreso de 125 científicos, pocos de entre los miles que habían emigrado especialmente a partir de la fatídica “noche de los bastones largos”, cuando la dictadura de Onganía arrasó con las universidades y centros de investigación.
En esos días pudieron confraternizar y cambiar ideas grandes mentes argentinas, muchas de las cuales se habían tenido que exiliar. Volvieron para esta oportunidad de España, Italia, Francia, Alemania , Reino Unido , Estados Unidos , México y Brasil un centenar de mujeres y hombres que llegaron a interesantes conclusiones.
Un tema en el que debió intervenir el Ministerio de RR. EE. fue que algunos de los invitados nos hicieron saber que en los países y empresas en los que trabajaban se había generado desconfianza hacia el encuentro, en el sentido que nuestro país podría pretender obtener secretos o información confidencial de gobiernos, agencias o empresas. La buena gestión de la Cancillería eliminó este obstáculo y casi todos los invitados, menos cinco, vinieron y participaron con entusiasmo, preocupación y seriedad, dejando instalados mojones para el progreso de la ciencia en la Argentina.
La invitación, breve y clara, expresaba, entre otras cosas: “definir entre argentinos que se destacan...un programa para el país” a desarrollar concentrando el esfuerzo “en lograr modos y medios adecuados para el intercambio de experiencias, ideas , conocimientos y su mejor administración...” hacer “atractivo el país para el desarrollo de la ciencia y las artes, contribuyendo a la consolidación de la democracia y al mejoramiento de la calidad de vida...”
Sadosky destacó la importancia de que no solamente el Estado se interese por el tema científico tecnológico, sino que las empresas entiendan que hay que desarrollar ese enorme potencial que tenía el país. En el mismo sentido, la doctora en física Norma Sánchez destacó la necesidad de la relación ciencia-industria.
El cónclave reunió, entre muchos otros destacados participantes, al Premio Nobel César Milstein, de una humildad notable en el trato, y a grandes personalidades de distintas áreas. La prensa se ocupó extensa y profundamente de la convocatoria, y destacó la asistencia, entre muchos otros (la cita por razones de espacio debe ser lamentablemente breve y omitir a un brillante centenar de científicos y pensadores), a Juan Carlos Chacques (médico cardiólogo inventor del echarpe cardíaco) , Marta Mercader (escritora y politóloga) Gregorio Klimovsky (profesor de Filosofía de la Ciencia, residente en el país), Silvia Braslavsky (doctora en Química, lucha contra el cáncer mediante la interacción de la luz, Instituto Max Plank, Alemania) , Danielle Mazzonis (bioquímica, jefa de la División de Innovación de la Comisión Nacional de Energía atómica y alternativas de Italia) , Emilio García Girart (médico cancerólogo, Instituto Curie, Francia), Norma Sánchez (física, teoría de las cuerdas), Eugenia Kalnay (meteoróloga, jefa de la división Investigación del Servicio Meteorológico de Estados Unidos) , Juan José Giambiaggi (director del Centro Latinoamericano de Física , en Brasil), Santiago Morazzo (doctor en Química, actividad privada, tecnologías avanzadas, nuevas fuentes de energía, solución de problemas ambientales y cooperación internacional), Edmundo Rofman (ingeniero y doctor en matemáticas, Universidad de Rosario y director de investigaciones en Francia), Valentín Barenblit (psicólogo, regresó en 1984 , profesor titular en la UBA ;colaboró en el Programa de Salud Mental con Goldenberg ).
El deporte estuvo representado por otro hombre de una enorme humildad, quien al ser invitado manifestó no sentirse a la altura del resto, aunque lo estaba: Juan Manuel Fangio. El arte y la cultura, entre otros, por el compositor Ariel Ramírez, el escritor Félix Luna y el cineasta Manuel Antín.
Los distintos medios resaltaron la trascendencia del suceso en varios textos de análisis y entrevistas. Las conclusiones del encuentro, muy resumidas, fueron: “fomentar el intercambio internacional en materia de avances y de formación, apoyar la investigación pública y privada con miras a las necesidades sociales -ampliando recursos y financiación- y facilitar la actualización en el campo científico (Comisión Uno, sobre patrimonio cultural); la “política científica debe ser parte de la política nacional y estar estructurada en forma integral, además de pretender asegurar una expectativa cierta de realización profesional en la juventud científica argentina” (Comisión Dos, de política científica); superar “el momento crítico que vive la universidad argentina " y crear las condiciones para el desarrollo (Comisión Tres, de debate tecnológico); propuso “tomar medidas en salvaguarda de la salud de la población” ante el uso de productos nocivos y destacó también “la responsabilidad ética y las lagunas formativas que tiene la capacitación de especialistas” (Comisión Cuatro, sobre problemas éticos de la era científico tecnológica) . Todo ello dentro de un marco de afirmación de la necesidad de la vigencia de la democracia.
Finalizada la doble jornada, unos pocos participantes regresaron de inmediato, mientras que la mayoría volvió a sus viejas universidades, cenáculos, amigos, colegas y lugares de formación en una especie de extensión universitaria, llevando su ciencia y sus principios a los claustros en los que se formaron, a la vez que intercambiaban ideas con sus pares.
El Encuentro contó con dos grandes actos, el de apertura y el de clausura. En éste, el presidente Raúl Alfonsín sostuvo: “queremos una Argentina donde se investigue y se cree ; donde la ciencia , el arte y la técnica sean digno complemento del despliegue productivo en todos los niveles”. El médico Samuel Bosch agradeció en nombre de los participantes y ponderó “la participación de profesionales de distintas disciplinas y de diferentes ideologías políticas”. Por por su parte, el doctor Mario Bunge desarrolló ideas para continuar con la tarea.
Además de los nombrados disertaron los ministros Jorge Sabato y Dante Caputo. Por mi parte, sostuve que se había iniciado un camino, y que “la cuestión a partir de ahora era recorrerlo...”. Lamentablemente no fue así y los gobiernos posteriores no tomaran la iniciativa para desarrollarla en beneficio del país.
En momentos de desencuentro y prevalencia del interés personal y sectorial, el Encuentro de hace 32 fue una oportunidad que se dio el país para pensar en grande, “en unión y libertad”, como sucediera tantas veces en su historia.