Cuando Allende quiso inventar Internet para controlar la economía
"La ciencia es el gran antídoto contra el veneno del entusiasmo y la superstición."
Fue en 1971cuando Salvador Allende se vio seducido por las ideas de un teórico cibernético inglés que lo persuadió de que podía crear un innovador sistema de información en red, una especie de Internet, cuando todavía no existía Internet. Esta tecnología prometía ayudarlo a gestionar la compleja economía estatal que había inaugurado su gobierno. Allende había ido por todo. Su plan de gobierno presentado antes de las elecciones incluía controlar la minería de cobre, el salitre, el hierro, el sistema financiero -en especial la banca privada-, el comercio exterior, las grandes empresas y monopolios de distribución, los monopolios industriales estratégicos. Y también, todas aquellas actividades que condicionaran el desarrollo económico, desde la producción y distribución de petróleo, el cemento, y la química pesada, hasta la producción de papel de diarios.
En la práctica, poco tiempo después de asumir Allende se encontró con un problema administrativo de escala monumental. A las numerosas y complejas tareas propias del Estado, se le habían incorporado la administración de centenares empresas nacionalizadas (casi 400) , sumadas a las que habían quedado bajo el control de los trabajadores, todas esperando órdenes, planes, decisiones.
Cybersyn
El viernes 12 de noviembre de 1971, Allende conoció a un brillante teórico en cibernética organizacional, el inglés
experto en modelos de gestión de sistemas complejos, un gurú desaliñado con un aura académica impresionante al que le gustaba jugar a parecerse a Fidel Castro con su barba tupida y un discurso cautivante. Beer había llegado a Chile invitado por el no menos brillante
un funcionario de apenas 28 años que en ese momento era el Director General Técnico de CORFO (Corporación para el Fomento de la Producción de Chile). El extravagante inglés traía las bases de un proyecto visionario que describía como
un sistema nervioso por el cual correrían las importantes decisiones políticas, económicas, judiciales y administrativas del país.
Allende, que era médico, quedó muy impactado con esa metáfora neurológica y la idea que Chile pudiera tener un cerebro de la industria, como llamó el propio Beer al centro donde se tomarían todas las decisiones. ¿Acaso Chile no se parece por su extensión y la cordillera a una columna vertebral? Entonces necesitaba un cerebro.
Dieciocho meses después de aquella reunión, luego de nombrar a Beer director científico de Chile, el propio Allende inauguró el ambicioso proyecto al que llamaron Cybersyn: SinergiaCibernética, pero que también fue conocido con el nombre de Synco, por el acrónimo más amenazador que significaba Sistema de Información y Control.
¿Lograron controlar la economía?
No. Cybersyn fue, en el mejor de los casos, una red de telex obsoletos hackeados y distribuidos en fábricas, centros industriales y minas, desde Arica hasta Punta Arenas, que servía para alimentar con unos pocos datos un software rudimentario llamado Cyberstride que corría en un mainframe -una IBM 360 - en Santiago. Un aparato que debe haber resultado impresionante para Allende y los políticos de la época, pero la verdad , tenía menos poder computacional que un iPhone (eso es lo que dice el economista Alex Tabarrok ).
Hace tres años, Jeremiah Axelrod y Greg Borenstein (dos teóricos de la información) hicieron un ensayo en video demoledor sobre el proyecto Cybersyn . Puntualmente, desmantelan la retórica científica de Beer y el sueño de manejar la economía desde una sala de control teatral. El Ops Room, el "cerebro de la industria", era este:
Era una sala hexagonal con paredes revestidas en madera y una luz pareja y sin sombras que provenía de un plafón de luz que ocupaba el techo. Había 7 sillones giratorios espectaculares en el centro, organizados de tal manera que los asistentes quedaban formando un círculo -como si se hubieran robado la mesa- rodeados por pantallas amuradas a la pared que presentaban gráficos coloridos y geométricos creados por Beer inspirados en la Bauhaus. Cada sillón tenía en el brazo derecho una especie de "joystick" que permitía -combinando los extraños botones geométricos- ordenar una proyección específica en alguna de las 5 pantallas. Pero atención, no se trataban de monitores de video conectados a alguna red, sino de pantallas donde se proyectaban desde atrás diapositivas previamente almacenadas en carruseles tipo Kodak, con fotos y gráficos de las empresas e industrias.
Axelrod y Borenstein están convencidos que el diseño general estaba inspirado en una serie de televisión, y hallan una evidente similitud entre la sala de operaciones de Cybersyn y el puente de mando de la nave Enterprise, de Star Trek (Viaje a lasEstrellas) que se había estrenado en 1966. Miren esta comparación del sillón de Star Treck y el sillón del Ops Room:
El lugar donde toda la información económica recogida por la red Cybernet tenía que ser conducida, era una puesta en escena fantasiosa basada en una serie de ciencia ficción. Ahí los ministros, secretarios y hasta el propio presidente, llegaron a creer que podrían tomar medidas económicas decisivas, sentados en esos sillones de juguete. Sería como su propia nave "Enterprise" que los llevaría a todos, a la economía y al país, hacia el futuro. Axelrod y Borenstein detectan además que en la sala no había ni un solo botón para emitir una orden hacia afuera. Las botoneras de los sillones apenas eran un control remoto que servían para darle instrucciones a los técnicos que se encontraban del otro lado de la pared para que cambiaran un carrusel de diapositivas. Ops Room era una sala sin teléfonos, ni documentos para firmar, ni nada; un espejismo.
Poco antes del golpe del Estado del 1973, las fotos del Ops Room llegaron a la prensa que se encargó de contar una versión paranoica del proyecto Synco, describiéndolo como un sistema sofisticado de vigilancia y control de la vida privada de la población.
Cuando era inminente la caída de Allende, algunos técnicos del proyecto borraron con imanes la información que había en las cintas temiendo que la dictadura se apoderara del software y de la información alojada. Cuando finalmente se produjo el golpe, Pinochet envió a agentes de inteligencia militar a que estudiaran el misterioso Ops Room, y luego ordenó su destrucción.
La encantadora retórica científica de Stafford Beer había logrado desplegar su aura de imponente autoridad para confundirlos a todos. Primero que a nadie a él mismo, que se convenció de poseer la capacidad para construir un sistema completo de información, y autofascinado, llegó a creer y hacerles creer a los demás en las insípidas funciones del Ops Room.
Después, confundió a Allende, que llegó a decir en la inauguración oficial del proyecto "La ciencia moderna, y en particular la computación electrónica, ofrecen al gobierno una nueva oportunidad para tratar con los complejos problemas modernos de la economía", cuando en realidad estaba hablando de una sala que proyectaba diapositivas y una red de 500 telex vetustos. Y al final, al mismo Pinochet, que sin entender de qué se trataba, en su brutalidad creyó ver en Cybersyn una amenaza que había que destruir.
Cybersyn es la historia de un embeleso colectivo que pretendió crear una máquina para controlar la economía, cuando apenas estaba haciendo una maqueta de Viaje a las Estrellas.
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