¿Cuáles son los verdaderos beneficios de la lectura?
Es probable que ciertas personas adquieran, en contacto con libros decentes y a través del tiempo, alguna que otra idea del mundo y hasta logren pulir una cierta sensibilidad
A mí me tocaron, en el mismo día, Lalo Mir e Ignacio Copani. Pero cuando se lo comenté a una amiga me dijo que a ella le habían hablado Julio Bocca y Alejandro Fantino, uno a la ida y el otro a la vuelta. Me explico: si están en el subte y por una de esas casualidades el calor agobiante y el aglomeramiento de gente se lo permiten, presten atención a los televisores. Si están con suerte pueden encontrarse con un resumen de los goles del fútbol europeo, y si tienen un mal día se cruzarán con un tipo que, sentado a una mesa, asegura que va a instruirlos sobre marketing y publicidad pero en realidad les tratará de vender productos completamente innecesarios. Pero también es probable que entre una y otra imagen aparezca una serie de caras conocidas ponderando las bondades de la lectura, y tratando de argumentar (algunos con ciertas dificultades) lo importante que es que los padres transmitan a sus hijos el hábito de leer. Se trata de una de las acciones de la Campaña Nacional de Promoción de la Lectura, y participan de ella figuras como las mencionadas más arriba y también León Gieco, Soledad Pastorutti, Víctor Hugo Morales, Dady Brieva, Fabián Gianola, Alejandro Lerner y Mariano Peluffo. Mientras leía los subtítulos de la campaña en el televisor del subte y veía cómo la gente chateaba al mismo tiempo en sus teléfonos celulares, me acordé de aquella vez que a alguien se le ocurrió repartir libros gratuitos en las canchas de fútbol, y cómo en las tribunas se encargaron de triturarlos y repartirlos en pequeños paquetes para recibir con una copiosa lluvia de literatura minimalista el ingreso de los equipos al campo de juego.
Por alguna razón, hay gente que cree que el fomento de la lectura debe hacerse en los medios de transporte urbanos o en las canchas de fútbol. Pero no es algo privativo de los estados democráticos modernos latinoamericanos, tan inclinados a confundir cultura y demagogia: también las empresas privadas tienen lo suyo. Una de las cadenas de comida hipercalórica más importantes del mundo acaba de anunciar que reemplazará los juguetes que acompañan a sus menúes infantiles con libros para chicos: planean distribuir unos 15 millones de ejemplares en los próximos dos años y, de esta manera, fomentar la lectura durante la niñez y al mismo tiempo morigerar las denuncias que la señalan como una de las mayores responsables de la epidemia de obesidad infantil en Inglaterra y los Estados Unidos.
Por alguna razón, hay gente que cree que el fomento de la lectura debe hacerse en los medios de transporte urbanos o en las canchas de fútbol
¿Pero alguien se preguntó, alguna vez, cuáles son los verdaderos beneficios de la lectura? Existen distintos tipos de libros, y muy distintos tipos de lectores. Es probable que ciertas personas adquieran, en contacto con libros decentes y a través del tiempo, alguna que otra idea del mundo y hasta logren pulir una cierta sensibilidad. Pero aunque estemos de acuerdo en que el planeta es un lugar mejor donde vivir gracias a la existencia de la buena literatura, no es menos cierto que está lleno de hombres y mujeres adorables que no han leído un libro en su vida, y de crápulas que compran libros todas las semanas y muchas veces hasta los leen.
Por lo demás, los libros pueden también producir todo tipo de estragos. Sócrates desconfiaba de la falsa experiencia, la falsa sabiduría y los falsos conocimientos que la lectura podía acarrear. Marcel Proust, en un breve texto titulado Sobre la lectura, aclara que el acto de leer "se sitúa en el umbral de la vida espiritual pero no puede introducirnos en ella, ya que no la constituye". Y agrega: "La lectura es para nosotros una iniciadora cuyas llaves mágicas nos abren la puerta a lugares a los cuales no hubiéramos sabido entrar, y por eso es saludable. Pero se torna peligrosa cuando, en lugar de despertarnos a la vida personal del espíritu, la lectura tiende a reemplazarla". Existen incluso "enfermedades de lectura" como el bovarismo, ese término derivado de la tragedia del célebre personaje de Flaubert, cuyos malos hábitos literarios la llevan a confundir vida e imaginación y, acto seguido (¡spoiler!), a la depresión y la muerte.
¿Pero alguien se preguntó, alguna vez, cuáles son los verdaderos beneficios de la lectura?
El editor español Constantino Bértolo escribió hace algunos años un largo y agudo ensayo que analiza todos estos equívocos, y se llama La cena de los notables. Allí describe en profundidad la compleja operación de leer, y hasta arriesga una interesante clasificación de las diferentes lecturas posibles, a través de la disposición de cada persona hacia un texto literario cualquiera: la lectura adolescente, la inocente, la sectaria, la letraherida, la civil y la lectura del crítico. De sus palabras, se infiere que hay tantos textos como lectores posibles, pero que no dan igual unos y otros. Y que la lectura y la literatura pueden producir todo tipo de efectos, y hasta no producir ninguno. Nada es tan sencillo como parece. Las campañas que en lugar de hacerse preguntas sobre qué lector pretende crearse (y a través de qué textos) se limiten a enunciar simples eslóganes publicitarios ("el sabor del encuentro", "el equilibrio justo", "leer es bueno") tendrán, como la mayoría de las acciones realizadas según los dictados de la corrección política y las buenas intenciones, efectos relativamente inocuos.
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