Cuáles son los desafíos del Parlasur
Ser Parlamentario para mí, hombre de un partido relativamente pequeño, proveniente de Río Cuarto, una ciudad relativamente pequeña de Córdoba, y con una visibilidad objetivamente pequeña en el orden nacional, es un desafío importante que llevo con un orgullo importante pero no necesariamente compartido por quienes, aún sin saberlo, me otorgaron los votos suficientes para representar en este ámbito a mi provincia y a mi país.
Digo que mis votantes no comparten mi orgullo porque para ellos, en general, no es importante que alguien de su tierra participe junto a tantas figuras políticas como las que honran este cuerpo sino más bien que aún se preguntan qué es el Parlasur, para qué sirve y por qué hay que destinar recursos a este ámbito que podrían ser importantes para muchas necesidades que nuestro pueblo tiene.
Estas situaciones, sumadas al facilismo de la anti política y el prejuicio (o juicio) que los pueblos de América latina tienen por las estructuras legislativas nos obliga a honrar con nuestro trabajo en este Parlamento no sólo en la tarea meramente legislativa sino, además, en la gestión que podamos hacer por nuestras comunidades, nuestras organizaciones no gubernamentales y los ciudadanos comunes que ven al Estado como un poder inalcanzable para simples mortales y mucho más inalcanzable o incomprensible una estructura supranacional como es el Mercosur, lamentablemente con más discursos que logros en los últimos años.
A este Parlamento hay que darle visibilidad pero también contenido e institucionalidad
A la inmovilidad o al estancamiento de nuestros poderes ejecutivos en materia de Mercosur no debemos analizarlos como una crisis de la región sino más bien como una oportunidad que tiene este órgano político por excelencia para destrabar desde la política los intereses encontrados que nuestros representantes técnicos no logran destrabar.
Es deber en esta etapa de transición institucional de cada uno de sus miembros como primera medida pasar de la discusión ideológica o interna de cada país a impulsar iniciativas que nos hagan útiles, más que hacernos importantes tratando de que nuestros pueblos (también nuestros gobiernos) visualicen a través de nuestra tarea la importancia de tener un Parlamento del Mercosur.
Debe ser importante la discusión sobre la situación política de Venezuela, la Argentina o Brasil pero mucho más importante debería ser la realidad económica o social de dichos pueblos y deberíamos dejar de lado la brillante oratoria que los colegas demuestran en cada sesión para dar paso a la inteligencia y la colaboración colectiva para preocuparnos y ocuparnos de situaciones tales como destrabar nuestras limitaciones comerciales, integrar nuestras comunidades a procesos económicos complementarios, realizar acciones legislativas de armonización en materia ecológica, social, laboral, de transparencia y de lucha contra el crimen organizado, verdaderos problemas que nuestros países no pueden solucionar en forma individual.
A este Parlamento hay que darle visibilidad pero también contenido e institucionalidad, cumpliendo sus reglamentos pero también acelerando en la medida de lo posible esta etapa de transición que necesita que todos los miembros sean electos de manera directa y en la misma elección como reza su protocolo de formación.
Deber ser este Parlamento un motor de consensos y de protagonismo no en los medios de comunicación solamente sino además en todos los estamentos del Mercosur ayudando a nuestros gobiernos a avanzar en las normativas que, como región, necesitamos para despegar a un mundo que nos espera con los brazos abiertos pero no individualmente sino como conjunto de países que demuestren capacidades conducentes para negociar tratados, pero además para aportar nuestra impronta cultural, social e histórica al concierto de occidente y oriente.
Dispositivos como el del protocolo sobre virus zika, la creación de una comisión específica de lucha contra el narcotráfico, la necesidad de converger nuestras legislaciones ambientales y demás dispositivos que hemos comenzado a aprobar quizá no nos hagan tan visibles mediáticamente como nuestras disputas ideológicas o nuestras denuncias públicas, pero seguramente nos van a hacer más útiles a nuestros gobiernos y más visibles a nuestros pueblos.