¿Cuál coronel Díaz?
Es una de las avenidas más bellas de Buenos Aires, pero su denominación fue centro de una insólita disputa entre dos patriotas diferentes, ambos militares, con el mismo grado y apellido
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Siempre me encantó la avenida Coronel Díaz. La visité por primera vez hace una veintena de años, cuando abandonaba mi vida platense (y mi juventud) y empezaba a vivir en Buenos Aires. Mi hermana, estudiante de psicología en la UNLP, me había encargado buscarle un libro en una reconocida librería especializada en esa disciplina que nos legó Freud, ubicada al 1800 de la citada avenida. Entonces, algo me fascinó de esa arteria porteña. Seguramente fue su elegancia, que impregnaba sus edificios, sus veredas, los cafés hacia la esquina de Santa Fe que invitaban a sentarse a tomar algo, o su arboleda de fresnos y tipas que tendían a chocar sus copas en las alturas.
Pero lo que yo no sabía entonces es que la escueta denominación de la avenida, que prescindía de un nombre de pila, había sido motivo de un conflicto entre dos diferentes coroneles Díaz. Uno de ellos, Pedro José Díaz. Y el otro, José Javier Díaz.
Si uno observa en un plano de la ciudad los nombres de sus calles, notará que hay muchos que solo son un apellido. Era una tendencia entre las autoridades porteñas del pasado esta síntesis nominal, que no constituía un problema en casos de personajes como Vidt o Soler, pero sí podía provocar un inconveniente en un apellido como Díaz, mucho más común por estas tierras. Y, para colmo de males en este caso, ambos patriotas tuvieron el coincidente sino de pasar a la inmortalidad con el grado de coronel.
Antes de esta singular disputa estaba muy claro para todos los historiadores de la trama urbana porteña que el Coronel Díaz que daba nombre desde 1894 a la distinguida senda de Palermo y Recoleta era Pedro José (1800-1857), protagonista de la gesta del Ejército de los Andes, con ejemplares actuaciones en combates como Chacabuco y Maipú y una participación posterior en la guerra contra Brasil.
Pero, cuando nadie lo esperaba, apareció otro Coronel Díaz para arrebatarle al primero su lugar en las chapas nomencladoras. Fue en junio de 1966, cuando una investigación del Instituto Cultural Argentino Uruguayo aseveró que el militar de la avenida era José Javier (1764-1829), “prócer de la independencia, gobernador de Córdoba y uno de los gestores de la célebre asamblea de Tucumán”, decía la entidad en los fundamentos presentados a la municipalidad que rescató el historiador Alberto Piñeiro en su libro Barrios, calles y plazas de la ciudad de Buenos Aires. Además, y por eso participaba un organismo argentino uruguayo, este coronel fue aliado de José Artigas, héroe nacional de Uruguay.
Mientras las autoridades porteñas de entonces se negaban a aceptar esta intromisión y los descendientes de Pedro José ponían el grito en el cielo, apareció otro historiador, Vicente Cutolo, que apoyó la primacía de José Javier. Él fundaba su argumento en que, en el plano, Coronel Díaz se encontraba acompañada de calles paralelas con nombres de los participantes del Congreso de Tucumán (Bulnes, Salguero, Gallo), y José Javier había sido uno de los gestores de ese histórico evento que terminó en la declaración de la Independencia.
En su contraataque, los defensores del Coronel Pedro José Díaz señalaron que no todas las calles paralelas a esa corresponden a congresistas de Tucumán. Por lo tanto, no hay obligación alguna de que Pedro José haya participado en ese hecho.
El propio Piñeiro añade otro alegato contra José Javier, y es el del contexto de época. Para cuando se proclama el nombre de la avenida, 1894, ese personaje no tenía una buena imagen en la historiografía oficial. Bartolomé Mitre lo trató de “embozado partidario de la anarquía de Artigas” en su biografía de Belgrano, y Vicente Fidel López lo definió, sin filtro, como un “viejo maula”. Difícil que a alguien así conceptuado le realicen un homenaje en las calles porteñas.
Así, en la nomenclatura actual, el nombre de Coronel Díaz es potestad de Pedro José, su titular original. Pero lo indiscutible es que esta avenida, con o sin nombre de pila, sigue siendo una de las más bellas de Buenos Aires.