Cristina, una antagonista idónea para Milei
Habrá que reconocerle a Jorge Capitanich su audacia. Fue el único que se atrevió a avalar en simultáneo las listas de Cristina Fernández y Ricardo Quintela. La fórmula de los caudillos provinciales para evitar inmiscuirse en el conflicto que atraviesa el peronismo bonaerense, pero que no todos se animan a aplicar. La disputa entre Cristina y Axel Kicillof es la única por el poder real, que se libra con la excusa de renovar autoridades en el PJ nacional. Si pudieran, la osadía de Capitanich sería replicada por los intendentes alineados con Kicillof.
El del gobernador bonaerense es el principal respaldo que tiene Quintela en una competencia que literalmente clausuró Cristina al anunciar que participaría de ella. El reconocimiento implícito de sus oponentes al liderazgo electoral que conserva en el conurbano y la apatía de los caciques del interior por ser convidados a una pelea ajena, refleja con bastante fidelidad el estado de perplejidad en el que está sumido el peronismo desde hace más de una década. En apariencias, por una dificultad insalvable. Cómo persuadir a la sociedad de su capacidad de ejecutar la agenda de cambios que reclama sin perder la adhesión del 35 % entre los sectores más postergados que garantiza la expresidente; muchos de ellos, probablemente, beneficiarios de un asistencialismo que resultaría difícil de conciliar con la reducción del gasto público, un factor que amplias mayorías asocian a la posibilidad de alcanzar un futuro de bienestar.
Quienes se proponen como padrinos de los potenciales duelistas, agigantan el misterio que rodea a ese enigma. La promoción de la participación y el recambio institucional no son rasgos sobresalientes de sus antecedentes. De uno y otro lado se reúne una burocracia que tiene como patrón común una permanencia no menor a dos décadas en el mismo cargo público. Gildo Insfrán brilla en ese cuadro de honor junto a Julio Pereyra. Insfrán gobierna en Formosa desde hace casi tres décadas.
Luego de ser intendente en Florencio Varela por 25 años, Pereyra sigue conservando una influencia significativa sobre Andrés Watson, su sucesor. Watson mantiene una relación inestable con La Cámpora, que gobierna en el vecino partido de Quilmes con la intendente Mayra Mendoza, un factor de inestabilidad para Pereyra pero también para su socio político en Berazategui, el octogenario Juan José Mussi, líder de una fallida dinastía y acosado por la pretensión de sucederlo de Luana Volnovich.
En 2010, el kirchnerismo acusó a Mussi, Pereyra y el intendente de Avellaneda, “Cacho” Álvarez, de sugerirle al gobernador Daniel Scioli que traicionara a Néstor Kirchner si quería ser presidente. Kirchner los apostrofó en público durante un acto organizado por Pereyra. Álvarez fue sucedido por Jorge Ferraresi, sospechado de darle a Alberto Fernández el mismo consejo que su antecesor a Scioli.
Cristina fue reelecta presidente en 2011. Sergio Massa protagonizó el primer cisma peronista en 2013. El crecimiento del empleo privado fue raquítico desde el 2012. Un rumor extendido asegura que la presidente prohibió el ingreso de Pereyra a la Casa Rosada durante su último mandato. Resulta difícil escindir el derrotero de la economía y del peronismo. Aunque la historia parece burlarse de sus tragedias. Pereyra organizó la reunión del martes entre Cristina y Kicillof.
El exintendente es diputado nacional y su mandato vence en 2025. Igual que Insfrán, anima desde un anonimato inverosímil la renovación del PJ. Las adhesiones a la expresidente ya no son automáticas. Hasta debió reunirse con Aníbal Fernández,, interventor del PJ en Jujuy, junto al intendente de Merlo, Gustavo Menéndez. Fernández la había responsabilizado de que Máximo presidiera el PJ bonaerense. El exministro de Seguridad es una voz con ascendencia sobre dirigentes peronistas del interior.
Kicillof analizó con Jesica Rey y Carlos Bianco el resultado de su diálogo con Cristina. Mantuvo dos largas reuniones con los ministros de Comunicación y Gobierno, los funcionarios de su máxima confianza. Y los únicos miembros de su mesa política. Prolongada hasta la noche, interrumpió varias veces la última para no perder contacto telefónico con Quintela. A él le adelantó lo que ocurrió ayer en el acto de Berisso. No aludió al PJ y se mantendrá prescindente de la negociación por la renovación de autoridades.
Juan Manuel Olmos tiene una tarea compleja. Cristina le encomendó la negociación con Quintela. El apoderado del PJ tiene que evitar que Quintela sabotee la lista de unidad y la convierta en una que solo exprese al kirchnerismo. A eso se reduce la competencia abierta con Cristina hasta la medianoche del sábado, cuando venza el plazo para presentarla.
La inesperada visita que Cristina y Mayra Mendoza realizaron ayer a la Universidad Nacional de Avellaneda es un indicio del encuentro entre la expresidente y Kicillof. Hasta no hace mucho, Ferraresi fue parte de la intimidad política de Cristina. Otro fue el acto del titular del PJ porteño, Mariano Recalde, en la Federación de Box. Recalde es uno de los mejores amigos de Kicillof. Antes del acto de Berisso, el gobernador entregó viviendas en Almirante Brown con el intendente Mariano Cascallares.
La pelea amenaza cobrarse otras víctimas de estas familias ensambladas. Martín Insaurralde podría engrosar esa nómina si Ernesto Kreplak autoriza el pedido de indagatoria efectuado por el fiscal federal Sergio Mola en la causa donde lo investiga por enriquecimiento ilícito. Kreplak mantiene vínculos activos con Cristina. Insaurralde es un nexo imprescindible entre Máximo y los intendentes del conurbano.
Kreplak subroga el juzgado federal N°2 de Lomas de Zamora. El número uno habría sido habilitado un sábado a la noche por su titular, Federico Villena, para permitir que Gastón Marano lo denuncie por el mismo delito. Patrañas. Igual que el vínculo entre Marano y Fernando Sicilia, defensor de los exespías Leandro Araque y Facundo Melo en la causa donde se investigó si Mauricio Macri vigiló a opositores en su gobierno.
¿Marano y Sicilia trabajan para Villena? ¿Y Villena tiene contactos con la Inteligencia? Preguntas que circulan en los tribunales de Lomas de Zamora. Si tuviesen respuesta positiva, darían asidero a la versión donde Marano habría prestado su nombre a Insaurralde para una autodenuncia que deje radicada la causa en Lomas de Zamora. Desde que trascendió que el suntuoso despacho donde atiende es una donación del municipio de Lomas de Zamora, a Villena lo acosa el rumor de su más que estrecho vínculo con los intendentes.
Temas de los que nadie desea hablar. Tampoco del ataque con gas pimienta de un grupo libertario a una asamblea de estudiantes en la Universidad Nacional de Quilmes. La concejal Estefanía Albaceti le daría cobijo a ese grupo. El mismo que la semana pasada copó el Concejo Deliberante de Quilmes con un cacerolazo. La ruidosa protesta halló silencio de parte de las autoridades municipales. Quizás por el perdón gestionado por Nahuel Sotelo. El secretario de Culto apadrina a Albaceti.
La singular acogida de Sotelo en el kirchnerismo no es nueva. Pro sospecha que un escenario electoral que recree en 2027 una competencia entre La Libertad Avanza y Unión por la Patria satisfaría la expectativa de esas dos fuerzas. Aun si en 2025 los libertarios tuviesen que resignar una victoria en la provincia de Buenos Aires. Algo que, como reconocen, depende de aliarse con Pro.
Javier Milei defiende esa alternativa contra la opinión de Karina (su hermana) y sus asesores. Sobre todo si eso los obliga a resignar la posibilidad de competir en la ciudad. Un debate abierto que habría incidido en el cambio que le atribuye el entorno de Kicillof a Cristina en las últimas tres semanas. Es decir, desde que lanzó su candidatura a presidir el PJ después de visitar al padre Tano en La Matanza. Pero sobre todo por su posteo en X esbozando un programa económico que defiende el superávit fiscal. Algo impropio de alguien que se propone conducir un partido y más lógico en un candidato presidencial. En La Plata elucubran que esa potencial colisión de intereses con Kicillof tendría lugar si Máximo hubiese convencido a Cristina de su presunta hipótesis: ni él ni ella tienen un lugar asegurado en el proyecto de Kicillof, o, como interpreta un intendente, no tienen asegurado el lugar que ellos creen que merecen ocupar.
Todo transcurre en medio de la indiferencia del electorado hacia la política. Un fenómeno al que no escapa Milei y que lo obliga a apelar con más frecuencia a la estrategia que mejor le rinde: presentarse como el paladín de la lucha sin cuartel contra “la casta”. Cristina no podría ser una antagonista más idónea.