Cristina y la primavera de La Cámpora en el poder
Las palabras de Nicolás Kreplak hace un mes podrían convertirse en una profecía autocumplida si las próximas decisiones del oficialismo reflejan la preocupación de sectores cercanos a Cristina Kirchner. "Compro una cuarentena hasta el 15 de septiembre", dijo el viceministro de Salud bonaerense. Un plazo incumplible por el humor social adverso a esa medida, asociada al agravamiento de la crisis económica. El 17 de julio será el final de este tipo de aislamiento. Aun con esa predicción fallida, el mensaje de Kreplak tiene una virtud. Confirma una modificación importante en el plan de Máximo Kirchner: mantener a La Cámpora alejada del primer plano del gobierno nacional y el bonaerense hasta después de las elecciones de 2021. El diagnóstico de un desgaste prematuro en las gestiones de Alberto Fernández y Axel Kicillof derivó en ese cambio de cronograma resuelto a fines de mayo.
Desde entonces, septiembre es el mes subrayado en el calendario. Kreplak es miembro de La Cámpora. Al kirchnerismo duro lo seduce pensar que esa rectificación expresa el acortamiento del período de gracia inicial concedido por Cristina para evitar un mal resultado en esos comicios si persiste el rumbo actual de esas administraciones. Conjeturas. Pero que dan otro sentido al acto por el Día de la Independencia. Sobre todo por la aparente reaparición del "Alberto que todos queremos", aludida por Beliz. El secretario de Asuntos Estratégicos viene ganando espacio en el Gobierno. Confía en que el Presidente conducirá el cambio de gabinete cuyo impulso se atribuye a Cristina. Beliz convocó a los empresarios del G-6 el 9 de julio. No está claro si además tuvo que resolver un tema delicado: avisarle a Hugo Yasky que su invitación al acto se había cancelado. La idea de reunir a la CTA y la CGT en el mismo escenario que Fernández fue debatida hasta último momento.
La CGT elegirá una nueva conducción unificada en marzo. Daer aspira a liderarla. La Cámpora aguarda que Mariano Recalde reemplace a Claudio Moroni en la cartera laboral antes de que eso ocurra
Kicillof separa a Yasky y Héctor Daer, el único sindicalista en la ceremonia. El gobernador entregó las delegaciones del Ministerio de Trabajo bonaerense a gremios enfrentados a "los Gordos". La CGT elegirá una nueva conducción unificada en marzo. Daer aspira a liderarla. La Cámpora aguarda que Mariano Recalde reemplace a Claudio Moroni en la cartera laboral antes de que eso ocurra. Resulta difícil abstraer de esas tensiones la evocación de Martín Miguel de Güemes efectuada por Fernández. Recordó que prefirió morir peleando a entregar su ejército. Beliz es más optimista. No le disgustaría ser embajador en EE.UU. si Jorge Argüello cumple el anhelo de ser canciller, función que cumple Felipe Solá. El problema para esas expectativas podría ser que prevalezca el criterio de Cristina.
El respaldo de la vicepresidenta a María Fernanda Raverta para oponerse a Martín Guzmán podría ser un indicio. Y también dar una dimensión del momento en el Gobierno del ministro de Economía, sujeto a los vaivenes de la negociación con los bonistas. La titular de la Anses resistió que Guzmán usara el Fondo de Garantías para un supuesto plan de reactivación. Raverta también acompañó la presión de los gobernadores sobre Guzmán para obtener una tercera cuota del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), originalmente previsto para la región metropolitana y el Chaco. De los 90.000 millones de pesos que costará, el 36% será para beneficiarios en la provincia de Buenos Aires. Casi 120.000 pertenecen a Mar del Plata, donde Raverta fue candidata a intendenta. El programa político de Cristina comienza y termina en el territorio bonaerense. O más bien en el conurbano y los dos tercios del total de electores que contiene. Motivo de rispideces permanente con los intendentes del PJ.
Pero que ahora condensa Berni. El ministro de Seguridad funciona como el espejismo de una aparente empatía entre Kicillof y los intendentes. Las críticas que le hacen les permiten superar de forma transitoria la desconfianza entre ellos. Esas manifestaciones catárticas habrían convencido a un grupo de alcaldes de promover la renuncia de Berni como ofrenda de paz a Kicillof. Especulan que sin él podría deponer la resistencia a mejorar el gasto en seguridad. Parece lógico. Nadie querría fortalecer a un eventual competidor. Tampoco los intendentes. Lo curioso es que resulta probable que los shows que monta Berni para azuzarlos con una supuesta candidatura sea una forma de protestar por la falta de fondos. El gobernador prevé la compra de 200 patrulleros antes de fin de año. Equivalen a menos de 1,5 para cada uno de los 135 municipios. Los intendentes reclaman cuatro mil, cámaras de seguridad y una política de construcción de cárceles para combatir el delito.
La falta de recursos y de una señal de Cristina sobre Berni desalienta a los jefes comunales a impulsar a un par para sustituirlo. Les resulta más prudente promover la fusión del Ministerio de Seguridad con el de Justicia bajo el mando de su titular, Julio Alak. En la mitología peronista, el exintendente de La Plata reúne todos los requisitos. Entre ellos, la leyenda de haberse ganado la confianza de Cristina a través de Giselle, su hermana. Pero especialmente de su madre, Ofelia Wilheim, a quien solía visitar en Tolosa. La fe en esa creencia es el argumento contra una debilidad del currículum de Alak. No pertenece al kirchnerismo originario. Dato innegable en Berni, cuya permanencia depende de la vicepresidenta. Cerca del ministro aseguran: "Ella está de acuerdo en el fondo de los planteos, pero no en la forma ni el momento". Aluden a la relación tirante de Berni con los intendentes peronistas del conurbano. Massa e Insaurralde intentan capitalizar ese descontento.
Al titular de la Cámara de Diputados se le adjudica propiedad intelectual en las declaraciones de Mario Ishii. El intendente de José C. Paz advirtió que en agosto podría haber un estallido similar al de 2001. En especial por los saqueos. Una sutil alusión a la dificultad del Estado para conservar el orden público. Mensaje para Berni. El intendente de Lomas de Zamora eligió mostrarse con Frederic. Una forma oblicua de enfrentarlo. Berni parece ensañado con la gestión de la ministra de Seguridad, que recoge simpatías en los intendentes Ferraresi (Avellaneda),Mendoza (Quilmes), Mussi (Berazategui) y Watson (Florencio Varela).
Todos de diálogo directo con Máximo. Igual que Massa e Insaurralde. Resulta difícil que el hijo de Cristina no sepa del operativo para desgastar a Berni a través de Alak. El estrecho vínculo con el titular de la Corte, Daniel Soria, es otro atractivo del ministro de Justicia. ¿Tendrán la promesa de un amparo favorable para suspender la ley 14.032? Sancionada en 2016, limita a un solo período la reelección de los intendentes. La suspensión de su efecto evitaría que quienes dejaran ese lugar aspiraran a competir con La Cámpora por las candidaturas a legisladores provinciales. Y la tentación de un salto a una vertiente peronista en la oposición. Habladurías en medio de una crisis donde la conquista de posiciones para controlar cajas del Estado no parece condición suficiente para ganar elecciones. Aunque tal vez sí para dar refugio seguro en un creciente clima antigubernamental. Podría ser la razón menos evidente para la primavera de La Cámpora en el poder por la que trabaja Cristina.