Cristina hace pie en el Senado con un peronismo en ebullición
Cristina Kirchner jura hoy la banca que asumirá el próximo 10 de diciembre en un Senado en el que impera un clima enrarecido por una interna peronista que excede el poder de fuego opositor de la ex presidenta y que amenaza con convertirse en un campo minado para la intención de la Casa Rosada de sostener el acuerdo de gobernabilidad que alcanzó con los sectores dialoguistas del PJ.
La ausencia de una personería unificada en el peronismo ya se cobró su primera víctima con el proyecto de reforma laboral. Anunciado como un hecho consumado por el Gobierno, el consenso logrado con la CGT terminó en fracaso aún antes de que pudiera llegar a debatirse en comisiones en la Cámara alta.
La fragilidad de las partes involucradas en la negociación quedó al desnudo casi de manera inmediata. Bastó que Pablo Moyano agitara el fantasma de la “Banelco” y de la reforma laboral del gobierno de la Alianza para que el sector del PJ que lidera Miguel Pichetto en la Cámara alta decidiera postergar sine die el tratamiento del controvertido proyecto.
La decisión de Pichetto se entiende si se toma en cuenta que llegó al Senado en diciembre de 2001, en medio del campo arrasado que dejó en el Congreso el escándalo de la denuncia por el supuesto pago de coimas. Si bien la Justicia concluyó varios años después que el hecho nunca ocurrió y hasta deslizó la sospecha de que la acusación obedeció a una operación política, la sola mención de la cuerda en la casa del ahorcado alcanzó para dinamitar cualquier posibilidad de avanzar con nuevos cambios en la legislación laboral argentina.
Sin embargo, en la determinación adoptada por el senador rionegrino también anida una crítica al Gobierno y a la CGT, a los que responsabiliza por no controlar todas las variables involucradas en las negociaciones.
La principal queja en el Senado apunta a la ambivalente relación del macrismo con los Moyano. Mientras Hugo mantiene un prudente silencio para asegurarse la continuidad con vida de la empresa OCA, Pablo, su heredero en el gremio de Camioneros, emerge como una de las principales voces críticas. Como si esto fuera poco, el triunvirato que conduce la central obrera se borró de manera olímpica a la hora de salir a defender el acuerdo que selló con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca.
La incertidumbre que genera la interna peronista también podría extenderse a otros proyectos involucrados en las negociaciones entre Mauricio Macri y un sector del PJ. La reforma previsional, resistida desde el kirchnerismo y los sectores de izquierda, espera su tratamiento para mañana en la Cámara alta.
Si bien el proyecto obtuvo dictamen la semana pasada, lo cierto es que Pichetto, alertado por la defección de la CGT, debió acicatear a los gobernadores peronistas que concurrieron al Senado para que, además de defender los acuerdos fiscales que firmaron con la Nación, manifestarán su opinión sin medias tintas sobre el cambio en la fórmula de actualización de las jubilaciones, corazón de la reforma previsional y principal blanco de las críticos al proyecto.
Sin embargo, al desfile de mandatarios provinciales faltaron varios gobernadores peronistas. Carlos Verna (La Pampa) y Gildo Insfrán (Formosa) le quitaron el cuerpo a la pasarela política montada la semana pasada en la Cámara alta.
Esas ausencias, en particular la del formoseño, no hacen más que confirmar los temores en el oficialismo de que la interna peronista puede convertir cualquier acuerdo de gobernabilidad en una caminata sobre hielo delgado y quebradizo.
En medio de esta incertidumbre, Cristina Kirchner hace su juego y corre por izquierda al sector del PJ que busca dejar atrás su hegemonía personalista, avivando las contradicciones internas de un movimiento que sigue sin encontrar un líder indiscutido que marque el camino.
Este es el mejor escenario para la ex presidenta, que pretende convertir a su banca en el Senado en la base desde la cual despegará su nuevo sueño de liderar el PJ y la oposición.
Por el momento, Pichetto promete convertirse en el primer obstáculo para las ambiciones de la todavía senadora electa. Ya tiene decidido aislarla todo lo posible, para lo cual recorre despachos buscando adhesiones para armar un nuevo bloque en la Cámara alta, en el cual aspira reunir a la mayor cantidad de peronistas dispuestos a negarse a compartir bancada con la ex presidenta.
El reparto de bienes debería definirse, a más tardar, el próximo 10 de diciembre. Ese día, Pichetto tendrá que informar a las autoridades de la Cámara alta con cuántos senadores se quedará producto del divorcio con el kirchnerismo. Será un nuevo episodio más de esta novela en que se ha convertido la interna peronista, una historia que promete más capítulos y, sobre todo, la aparición de nuevos personajes.