De no creer. Cristina está mejor, cuando todo está peor
Mientras Cristina, internada en el Hospital Nacional, Popular, Estatal y Público Néstor Carlos Otamendi, de La Matanza, evoluciona muy bien, todos los testimonios indican que Alberto está para atrás. A ella la monitorean con tomografías; a él, mirando videos del G-20. El diagnóstico de los profesionales consultados sobre esas imágenes en Roma es contundente: ven indicios de desorientación, desinhibición y toquetismo, patologías compatibles con el síndrome de presidente extraviado.
Claramente no tengo autoridad para discutir con ellos, pero el profesor no debería ser evaluado por esos arranques de familiaridad con colegas que, después de sacárselo de encima, preguntaban quién era. Es cierto: Biden lo miraba sin entender, Kerry le dijo que esa manito se la podía meter en el bolsillo, Merkel lo gambeteó y el Papa deslizó que si tenía que volver a recibirlo prefería acompañar en su exilio a Benedicto XVI.
Meme Fernández siempre ha sido así, cariñoso y confianzudo. Por ejemplo: citó en la embajada argentina a la jefa del Fondo Monetario, Kristalina Georgieva, y llegó 20 minutos tarde. Muero por saber cómo enfrentó la situación. Puede haber tirado un “sorry, my friend Kris, juro que es la última vez”, o un “che, infumable el tráfico de Roma”, o, muy en su estilo, probó con una broma: “Apenas fue un default de 20 minutos”.
Superado ese trance, y ante la insistencia de ella, le dio los códigos para entender la posición de su gobierno sobre un acuerdo por la deuda. “Es muy sencillo: Axel es el más duro, Guzmán es el más blando, yo soy el que más duda y la llave la tiene Cristina, que está yendo a internarse”. Georgieva comentó después del encuentro que lo peor de la negociación no es esa diversidad de enfoques: es hablar con Alberto.
"Después de Roma y de Glasgow, Alberto se ha propuesto acentuar su perfil de estadista global"
Alejandro Werner, uno de los capos del FMI hasta hace un ratito, acaba de vaticinar que la Argentina no pagará la deuda con el organismo y que el año próximo tendrá una corrida bancaria. Frente a tantos pronósticos agoreros, uno optimista: será el año próximo.
Altas fuentes del Gobierno me dijeron que eso de que el país no cumplirá sus compromisos es absolutamente falso: los próximos vencimientos los pagará Cristina con su doble pensión.
En Roma, durante el G-20, China anunció un acuerdo para involucrarse en sectores estratégicos de la Argentina: energía, comunicaciones y la Antártida. Tiembla el país, tiembla Estados Unidos, tiembla Occidente: se consolida el avance depredador de Pekín sobre América Latina. Error. El acuerdo fue firmado y supervisado por Cafierito, que debutó en los grandes foros internacionales con el pelo más corto y peinado; un canciller. Que aprenda a ajustarse la corbata es el próximo desafío de la diplomacia argentina.
El Presidente estuvo después en la cumbre del clima en Glasgow, donde habló frente a una multitud; una multitud de butacas vacías: otra manifestación del desdén del mundo frente al futuro del planeta. Previsor, Alberto se llevó una delegación de más de cien personas; se ve que tampoco quisieron escucharlo.
La clave del Frente de Todos, en este tramo final de la campaña, es hacer una mirada lateral de la realidad del país. Nadie lo entendió mejor que la nueva vocera presidencial, Gabriela Cerruti, que con gran entereza encara día tras día el relato de la descomposición. Anteayer llamó a no inquietarse por la trepada del blue, un mercado marginal; solo le falta convencer al presidente del Banco Central, que en cinco días liquidó 500 millones de dólares de las diezmadas reservas para tratar de contenerlo. Al frente de esta lucha deberían poner a Morenito Feletti, que sigue congelando; ahora les tocó el turno a los remedios, y ahí la tiene más fácil: las vacunas del Covid ya están a 30 grados bajo cero.
Alberto, cuya lateralidad consiste en acentuar el perfil de estadista global, asistió a su regreso a la presentación en Buenos Aires de un libro sobre la destitución de Evo Morales (del G-20 a Evo: aguante la Patria Grande). Allí, el expresidente boliviano acusó a Estados Unidos de haberlo derrocado para quedarse con las reservas de litio de su país. A Meme le dieron ganas de hacer un rewind: se arrepiente de haber estado tan mimoso con Biden.
Se ve que Macri tampoco tiene control de sus extremidades superiores y en el tumulto de la llegada a los tribunales de Dolores le arrancó el micrófono a un periodista de C5N. Más torpeza que premeditación, me pareció al ver las imágenes; pero torpeza grave y, sobre todo, evitable. Cabe preguntarnos por qué a nuestros presidentes se les va la mano.
A Macri ya se le había ido la semana pasada: respondió a la indagatoria politizada por el juez Bava, politizándola más al hacerse acompañar por dirigentes y militantes. Para organizar la movilización estuvieron viendo videos de Cristina en Comodoro Py. Cuando alguien como Bava se dispone a hacer su numerito, la ocurrencia más absurda es disputarle el escenario.
Terminando la columna me entero de que la Justicia acaba de ordenar la liberación de José López, el entrañable Josecito de los bolsos voladores del convento de General Rodríguez. Señalado como uno de los máximos exponentes de la corrupción kirchnerista, para salir en libertad le pusieron tres condiciones: 1. Que pida perdón a la sociedad, y sobre todo a las monjas del convento, que sin los 9 millones de dólares que le secuestraron tuvieron serías dificultades para atender sus necesidades básicas. 2. En caso de reincidir, no puede usar bolsos, sino transferencia bancaria. 3. Si recupera su capacidad de ahorro, deberá compartir el dinero con la Sociedad de Beneficencia Instituto Patria.
El próximo sábado estaremos a las puertas de las elecciones. Qué nervios, por Dios, qué estrés.
Digo, porque no se sabe si es puerta de entrada o de salida.