Crisis económica global y pirotécnica local
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El ejercicio que les propongo es evaluar los últimos anuncios económicos con una mirada que supere el ritmo del minuto a minuto del dólar blue y del riesgo país. Partimos señalando que el nuevo escenario internacional surgido de las crisis sanitaria, logística y militar de estos últimos años modifica los supuestos fundamentales tanto de las políticas de estabilización macroeconómica como de las estrategias de desarrollo económico y social de la mayoría de los países. Esto implica un cambio en las restricciones que delimitan las políticas y, por lo tanto, en los objetivos y en los instrumentos más eficientes para lograrlos.
Algunos de sus rasgos más importantes para nuestro análisis son los siguientes. Primero, la dominancia de la incertidumbre sobre el riesgo en materia de diseño de escenarios económicos. Segundo, la renovada importancia de las tensiones político-militares de alto impacto en zonas neurales del mundo que realza materias como seguridad militar, energética y alimentaria, y, con ello, el alineamiento geopolítico de los países. Tercero, la aceleración del rol multidimensional y multinivel de las tecnologías de avanzada. Cuarto, la tensión entre las estrategias productivas y comerciales basadas en cadenas globales de valor y las de nearshoring o friend-shoring.
Si trasladamos estas características al proceso decisorio económico, conviene tener en cuenta lo siguiente. Primero, en un escenario global tan complejo e incierto, es relevante no tomar decisiones locales que amplifiquen los desincentivos para la inversión productiva y el ahorro doméstico. Segundo, no pensar que por disponer de recursos naturales de cierto interés mundial podemos terciar en cuestiones geopolíticas y geoeconómicas que nos superan. Tercero, debe atenderse siempre el objetivo dual de estabilidad macroeconómica y de desarrollo económico y social, ya que la falla en el logro de uno atenta contra la consecución del otro. Cuarto, el crecimiento sostenido se basa en el aumento y la eficiencia de la inversión, la cual no puede consolidarse en nuestro país sin el incremento sostenido de las exportaciones y del ahorro doméstico. Finalmente, la probabilidad de éxito de una política económica se basa en una estructura organizativa eficiente del Estado, equipos técnicos sólidos, programas bien diseñados y realistas, y apoyo político indiscutido.
Analicemos desde esta perspectiva la política económica en curso. Primero, los actores del oficialismo político no han cejado de incrementar la incertidumbre que impacta negativamente a ahorristas y empresarios desde el momento inicial de sus procesos decisorios. Segundo, si bien la Argentina no es un país absolutamente irrelevante en el mundo, la pretendida ambigüedad estratégica entre las potencias en pugna podría ser una posición desacertada si se lo piensa desde la perspectiva del realismo periférico. Tercero, no se respeta ninguna de las recomendaciones señaladas sobre el diseño y aplicación de una política económica: se registra una inconsistencia entre la estabilización macroeconómica y el crecimiento a largo plazo, así como entre restricciones, objetivos e instrumentos de política económica; rigen fuertes desincentivos a ahorrar, invertir y exportar, y el equipo económico es débil técnica y políticamente, y es parte de un gobierno que no goza de la confianza de los agentes económicos.
En conclusión, las recientes decisiones económicas no atacan los aspectos fundamentales de la crisis, y menos aún realizan algún aporte para revertir esta decadencia autoinducida, que dura más de cuatro décadas. Por ello, si llegasen a lograr algún éxito en lo macroeconómico y financiero, será necesariamente muy acotado y transitorio. Esperemos que la próxima administración aborde la cuestión económica y social de manera integral y que preste especial atención a su sustentabilidad en el nuevo escenario de los riesgos globales.
Director del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad del Salvador