Crisis económica en las escuelas y la promesa de los vouchers
La aguda crisis económica que atraviesa nuestro país afecta a todas las áreas y la educación no está exenta. Sumado al deterioro de décadas de la escuela pública, hoy se ven en peligro miles de niños que asisten a instituciones privadas que ya no podrán pagar la matrícula. Esto provocaría un éxodo al sistema estatal, que el mismo no está preparado para afrontar. El sistema de vouchers se ha posicionado como una de las herramientas más mencionadas para contrarrestar esta situación.
Recientemente el gobierno nacional comunicó que lanzaría un programa de vouchers para beneficiar a estudiantes que asisten a escuelas privadas con subvenciones del 75% o más y que no superen los $54.396 de cuota. Es alentador ver una administración pública que se anime a implementar los vouchers educativos. Creo que a esta altura ya todos nos dimos cuenta de que los planes o ayudas económicas por sí mismas y sin una planificación más profunda no son suficientes y lejos están de atacar al problema de raíz. Aunque tampoco quiero dejar de mencionar que cuando hablamos de vouchers, hay que entender que existen diversas formas de aplicarlo y que su éxito va a depender principalmente de ello.
En cuanto a la medida puntual que propuso el gobierno, creo que puede evitar un éxodo masivo de estudiantes desde las escuelas privadas más baratas a escuelas públicas, empujados por la situación económica actual. Las escuelas públicas ya están saturadas y enfrentan dificultades inmensurables. Mucho menos están preparadas para recibir tantos estudiantes nuevos repentinamente.
Respecto del análisis de la asignación de los recursos públicos, pagar un voucher de 27 mil pesos y evitar que se produzca una migración masiva, es mucho más económico para el Estado, que terminar costeando el 100% de la educación a aquellos estudiantes que se vieron obligados a pasarse de la escuela privada a la pública a raíz de un ciclo económico recesivo que puede durar pocos meses. Por otro lado, y si bien también deja mucho que desear, hoy todos los indicadores de calidad educativa en la Argentina marcan una clara ventaja en la gestión privada, con lo cual, evitar esa migración ofrece una mejor perspectiva a largo plazo a tener un mejor nivel de capital humano y por ende una mayor productividad, clave para el desarrollo económico de cualquier país.
Un punto a considerar, más allá de la reasignación de fondos, podría ser el cuestionamiento de la población seleccionada para brindar el beneficio. En caso de no extenderse a alumnos de escuelas públicas que quisieran adherirse, estaríamos privilegiando arbitrariamente a un grupo de la sociedad sobre otro. Sería recomendable que el gobierno también analice implementar medidas para amortiguar el efecto de las crisis en las poblaciones más vulnerables que asisten a las escuelas más olvidadas. Estos niños hace tiempo vienen siendo invisibles a la posibilidad de desarrollarse como capital humano futuro, y también podrían beneficiarse de algún programa similar de financiación de demanda. Incluso, es hora de implementar iniciativas que incorporen el aporte del sector privado, a cambio de exenciones impositivas, lo que significaría una oportunidad de brindar equipamiento tecnológico a las escuelas y capacitación a los docentes con calidad y rapidez.
Creo que la implementación de este programa puede ser una experiencia valiosa de la cual se puede aprender mucho. Es importante medir lo que ocurre y cómo se comportan las familias frente a esta medida y frente a esta situación de crisis económica. Analizar los incentivos que genera, rediseñar políticas, y profundizar el modelo para seguir ampliándolo al sistema educativo. Podría ser el comienzo de una nueva era en la educación de nuestro país.