Criptoactivos: por qué son la inversión del momento
Como toda industria nueva y disruptiva, el universo de los criptoactivos debe soportar la mochila del desconocimiento por parte de la gran mayoría de la población mundial, que hace circular ideas equivocadas acerca de su propósito y su proyección; e ignora dónde reside su valor intrínseco y cuál es su respaldo.
En la columna de hoy, nos adentraremos en este mundo que genera amores y odios por igual, aunque lo más importante pasa por el entusiasmo que despierta. Comencemos repasando algunos conceptos para entender mejor algunas cuestiones fundamentales.
¿Criptomonedas o criptoactivos?
Una de las primeras y más grandes confusiones parte de considerar a esta nueva clase de activos digitales como criptomonedas. Al verlos así, el público no entiende cómo puede haber tanta cantidad y se muestra escéptico respecto de la posibilidad de que terminen reemplazando a las monedas tradicionales.
Es importante comprender que las criptomonedas (activos digitales que pueden actuar como resguardo de valor, medio de pago y unidad de cuenta) son solo 1 de los 112 sectores en los que se divide la industria cripto.
Según el sitio CoinMarketCap, otros sectores destacados de esta industria son: transporte, préstamos/depósitos, turismo, educación, real state, NFTs y coleccionables, contratos inteligentes, finanzas descentralizadas, música, retail, almacenamiento, identidad, privacidad, ciberseguridad y video.
Como puede observarse, los criptoactivos guardan más similitudes con las acciones bursátiles de empresas que cotizan en Bolsa que con las monedas tradicionales, aunque lo cierto es que las diferencias también son marcadas en la comparación con los papeles bursátiles.
Ni siquiera el Bitcoin, el primer criptoactivo y el más popular, busca competir con el dólar, el euro o el yen, como cree la gran mayoría. Si se le quiere marcar un competidor, este debería ser el oro, que en términos de finanzas personales y corporativas se utiliza como resguardo de valor.
¿Criptoacciones o criptoactivos?
¿Se puede decir entonces que los criptoactivos son una suerte de criptoacciones? No. Superan claramente a las acciones en tanto herramientas que permiten hacer muchas cosas que los papeles bursátiles tradicionales no pueden.
El tenedor de una acción posee principalmente dos tipos de derecho: político y económico. El primero le permite participar y votar en la asamblea de accionistas de la empresa emisora de los papeles, mientras que el segundo lo habilita a cobrar los dividendos que la firma reparta, si es que decide hacerlo.
La persona que tiene criptoactivos no posee necesariamente derechos, pero sí puede usar sus tenencias para realizar un número importante de operaciones.
Tomemos por caso el criptoactivo BNB, que pertenece al exchange Binance. Con estos tokens (como también se conoce a los criptoactivos) se puede: pagar comisiones para operar en la Binance Smart Chain (una blockchain propia que permite realizar colocaciones a tasa de manera descentralizada), acceder a descuentos en las comisiones que se pagan para operar dentro del exchange, colocar los BNB en staking (prestándoselos a los verificadores para que hagan su trabajo) a tasas que van del 8 a casi el 20% anual, tener prioridad para participar en las ICO (Initial Coin Offering, algo similar a la oferta pública inicial de acciones) y mucho más.
Algo similar ocurre, por ejemplo, con el token de Ethereum llamado ether, que también permite realizar decenas de operaciones distintas para obtener beneficios y apuntalar el rendimiento de la cartera de inversión en cripto.
¿Criptobonos o criptoactivos?
El surgimiento de la industria DeFi (Finanzas Descentralizadas) trajo consigo la posibilidad de obtener ingresos pasivos con criptoactivos que superan el 10% anual en dólares. Estos rendimientos se consiguen con la compra de stablecoins o monedas estables, que constituyen criptoactivos linkeados 1 a 1 con el dólar u otras monedas duras y que pueden ser fácilmente colocados a tasa.
La renta obtenida nos remite en la imaginación al mundo de los bonos (títulos públicos de deuda) emitidos por el Estado o las Obligaciones Negociables (así llamamos en Argentina a la deuda emitida por las empresas). Sin embargo, a diferencia de los bonos y ON de Argentina, los stablecoins no varían de precio y pueden ser retirados en cualquier momento de la operación por sus dueños. Básicamente, ofrecen estabilidad de precio, mayor rentabilidad y disponibilidad inmediata (flexibilidad).
Conclusión
Considerar a los criptoactivos como criptomonedas es un error que nos cierra puertas. Implica no entender la riqueza del universo cripto y cuestionar sus características sin conocerlas en profundidad, forzando comparaciones que le restan atractivo.
El criptomercado, en todo caso, puede comenzar a verse como un Mercado de Capitales 2.0, donde la estructura generalmente descentralizada reduce las comisiones de los intermediarios, permite obtener rendimientos más altos y facilita la evolución del sector en contraste con el sistema financiero tradicional, donde bancos y Bolsas se asemejan a elefantes que ralentizan el desarrollo para perpetuar sus beneficios en perjuicio de los clientes cuyos intereses dicen defender.
Los inversores inquietos que abrazan los desarrollos tecnológicos se entusiasman, estudian, aprenden e intentan sumar adeptos divulgando las bondades del nuevo mundo cripto. El proceso de aprendizaje que siguen implica una deconstrucción: se deben revisar todos los conocimientos y saberes previos para incorporar los nuevos conceptos y abrir la mente a fin de aprovechar las grandes oportunidades que van surgiendo tanto desde lo financiero como a nivel de desarrollo personal.
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