Creer lo que la propia posición política sugiere
En un año electoral, la crisis de Venezuela se debate en la Argentina de forma excesivamente ideologizada
La crisis venezolana influye de muchas maneras en la Argentina. Por un lado, una crisis económica y política de esta magnitud en nuestro vecindario regional lleva a que el tema sea prioritario en la política exterior argentina y genere esfuerzos diplomáticos con nuestros países vecinos, colándose así en las novedades diarias. Por otra parte, la inmigración de aquel país es muy visible y la comunidad venezolana ya es parte de la trama urbana de nuestro país.
Pero la cuestión venezolana se ha colado también en el debate político argentino de este año electoral. Resulta muy evidente que el posicionamiento en torno a la crisis en el país caribeño sigue líneas partidarias bastante claras. En otras palabras, la cuestión Venezuela polariza como lo hace la así llamada "grieta". Hay aquí una correlación muy alta entre los votantes identificados con el gobierno anterior y los que piensan que Estados Unidos está ejerciendo una presión injustificable que explica buena parte del colapso económico venezolano, desconocen el rol de presidente encargado que Juan Guaidó considera propio y aun creen que Venezuela es una democracia. Lo contrario también aplica: una enorme mayoría de los votantes de Cambiemos reconocen a Guaidó como mandatario legítimo, a la vez que consideran a Maduro un dictador que ha llevado al país al desastre. La polarización política argentina encuentra en Venezuela un elemento adicional de discusión.
Aunque en las redes sociales ha habido fake news en relación al tema, lo más notable de la lectura del caso venezolano desde la Argentina es cómo los distintos sectores consumen información que realimentan las percepciones previas. Esto no solo ocurre en las redes sociales; distintos matutinos nacionales han cubierto el tema desde ángulos muy diferentes. Esta situación es común a varios otros temas; pero en el caso de Venezuela es particularmente notoria. La polarización lleva a la desaparición de la información "objetiva": podemos desconfiar de todo. A la afirmación acerca de que las elecciones venezolanas fueron amañadas, la respuesta del otro lado es "Mentira". A la observación de que el único apoyo de Maduro hoy son las fuerzas armadas que reprimen las protestas sociales se esgrime un "No es cierto. El chavismo mantiene apoyo popular"; y así con todos los ejes. Como con tantos otros temas, hemos perdido la capacidad de discutir sobre datos objetivos. La proliferación de noticias falsas llevó a que toda información pueda calificar en la categoría; así, podemos desconfiar de todos los datos que circulan. Desde ambos lado de la grieta se sostienen posiciones que no pueden ser refutadas. Creemos lo que nuestra posición política nos sugiere, blindados ante una eventual evidencia en contrario. Como en tantos otros temas, el debate político se ideologiza en exceso. Las alternativas políticas, en consecuencia, también lo hacen.
Como varios de los ingredientes de la así llamada grieta, el debate sobre Venezuela adquirirá seguramente una centralidad importante conforme avance la campaña. A falta de buenas noticias que mostrar, para el macrismo la situación en Venezuela es la manera ideal de argumentar que "no estaremos bien, pero al menos evitamos ser aquello". Al mismo tiempo, al gobierno le permite resaltar las contradicciones entre percibirse de izquierda y la defensa de un gobierno que hoy se sostiene solo manu militari.
En la otra vereda, y sobre todo si Cristina finalmente es candidata, el tema Venezuela será una molestia: a su cercanía histórica con el chavismo se le sumará la dificultad que han mostrado algunas figuras cercanas a ella en condenar los excesos del gobierno de Maduro. A su turno, el kirchnerismo posiblemente subraye el carácter controversial de la proclamación de Guaidó y, sin negar la crisis económica, preferirá enfatizar la responsabilidad de los Estados Unidos. De cualquier manera, es muy probable que el tema se instale en los debates electorales de la campaña que se viene.
El autor es profesor de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la UTDT