Creadores de pequeños universos
Corregir no siempre es una tarea grata (lo reconocen todos los escritores), porque no solo exige relecturas muy atentas del texto, sino también estar dispuesto a resignar la más mínima distracción personal. En cambio, editar es siempre poner organización en el caos primigenio, en el propio o en el ajeno, para crear un pequeño y armónico universo final. Los editores de textos que no son los suyos son personas generalmente felices y "de bajo perfil", como se dice ahora, demiurgos en las sombras.
Quien haya leído el jueves pasado "Una manera de convertirnos en ciudadanos digitales" (http://bit.ly/1MT8At6), la inspirada columna del periodista y editor de Tecnología de este diario Ariel Torres, sabrá que programar -esa nueva materia que empezarán a aprender los niños argentinos en los colegios muy pronto- se parece a editar y que es, en sus palabras, "muy adictivo; estimula el intelecto en casi todos los aspectos". La programación, asegura bien Torres, "es una nueva lectoescritura".
Sus reflexiones mueven a otras reflexiones: ¿podemos aprender a programar sin haber dominado la etapa anterior, con la que se la compara; es decir, sin haber aprendido a leer y escribir cabalmente, que es condición indispensable "para comprender el mundo y para estudiar todas las demás destrezas"?
Estas y otras dudas surgen a propósito de una de esas tan útiles comunicaciones de Fundéu, que a veces se adelantan a las recomendaciones tomadas de la Gramática o de la Ortografía que hace la misma RAE en su página de Internet (http://www.rae.es/) o las desarrollan con ejemplos tomados de los medios gráficos principalmente.
Dice Fundéu que "construcciones como temas a tratar o problemas a resolver resultan desaconsejables cuando la preposición a se puede reemplazar por para, que o por.
Como siempre, la influencia de estructuras tomadas de otros idiomas puede llevar a error. "Las construcciones que se adaptan a la estructura sustantivo + a + infinitivo del tipo aspectos a tratar, cuestiones a resolver o asuntos a comentar constituyen un calco del francés. Tal como señala la Gramática académica, esta construcción no es inédita en la lengua clásica, pero puntualiza que, a pesar de su extensión, goza de poco prestigio en la lengua actual y, por tanto, recomienda que en su lugar se empleen expresiones alternativas con las preposiciones por y para o con el relativo que, según resulte más apropiado."
Por último, Fundéu completa el concepto con un ejemplo que va más allá del uso incorrecto: "Menos recomendable aún es su uso cuando puede suprimirse el complemento formado por a + infinitivo sin modificar el significado de la frase: «Ese comportamiento no es un modelo» mejor que «... un modelo a seguir» y «Ese es el objetivo de la primera fase» mejor que «... el objetivo a cumplir en...»
A veces, el hablante atento siente que nos estamos acostumbrando a hablar o escribir de manera redundante, o a agregar palabras simplemente por agregarlas. Cuando alguien dice: "En el día de ayer...", en lugar de decir simplemente: "Ayer..." no es ni más claro ni se expresa mejor.
Quizá la falta de lecturas más complejas que las crónicas periodísticas haya contribuido a que el discurso de todos se empobrezca. No estaría mal proponerse una "edición" somera de lo que decimos o escribimos diariamente, para ganar en síntesis, claridad y belleza de expresión.
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