Coronavirus. Una Argentina partida en dos por la cuarentena
Con 78 días de cuarentena hasta hoy, que se convertirán en 100 con su prolongación hasta el 28 de junio, la Argentina ha alcanzado un nuevo récord mundial, superando a la ciudad china de Wuhan, en medio de las insistentes discrepancias entre quienes piden una apertura que evite un mayor hundimiento de la economía y quienes advierten sobre la posibilidad de ver miles de muertos apilados si se termina con el aislamiento social obligatorio.
Ayer se conoció la última encuesta de Giacobbe & Asociados, según la cual se comienza a diluir el consenso social que desde un principio tuvo la cuarentena. De acuerdo con este sondeo, que alcanzó a 2500 personas relevadas en el orden nacional a través de dispositivos móviles entre el 27 y el 29 de mayo, el porcentaje de quienes dicen tener "mucho temor" al coronavirus bajó al 25%, desde el 43% al principio de la crisis. A su vez, el 56% de los consultados indica que su economía no resiste otro mes de cuarentena.
La delicada situación socioeconómica justifica la caída del apoyo a la extensión del aislamiento. De acuerdo con el citado relevamiento, respalda su prolongación el 47%, lo cual no es poco, aunque dista del 85% de adhesión que cosechaba al inicio.
El paso dado anoche por el presidente Alberto Fernández de dividir al país en una zona donde hay circulación comunitaria del Covid-19, que concentra alrededor del 90% de los casos y comprende básicamente la Capital, el Gran Buenos Aires y Chaco, y otra formada por la inmensa mayoría de los distritos, donde no se registra esa transmisión comunitaria, pareció comenzar a zanjar las presiones de buena parte de la población y de la dirigencia por flexibilizar las medidas preventivas.
En la primera zona, se mantendrá el aislamiento social preventivo y obligatorio, con excepción de aquellas actividades consideradas esenciales. En la segunda zona, en cambio, solo regirá el distanciamiento social preventivo y la prohibición de reuniones de más de diez personas, al igual que de la actividad turística, pudiendo abrirse las distintas actividades económicas mediante el cumplimiento de estrictos protocolos sanitarios.
Los anuncios formulados por el jefe del Estado y por los mandatarios de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y del distrito porteño, Horacio Rodríguez Larreta, delinean un virtual escenario con dos Argentinas: una acosada por la pandemia y donde los contagios crecen a un ritmo cada vez mayor, y otra donde la población puede esperar un más rápido regreso a la normalidad.
Del mismo modo, no dejan de advertirse algunas diferencias entre el jefe de gobierno porteño y el gobernador bonaerense. Mientras Rodríguez Larreta da señales de una mayor vocación de apertura, fundamentalmente para la actividad de los comercios barriales de cercanía, incluidos los de indumentaria, o para las salidas recreativas, Kicillof insiste en proseguir con fuertes restricciones comerciales en el Gran Buenos Aires y con los cordones sanitarios en torno de los barrios más vulnerables. No obstante, el mandatario bonaerense comenzó a ceder a la presión por liberar la economía de los intendentes del resto de la provincia, al anunciar un sistema de fases, que dependerá de la realidad de cada municipio.
En los últimos días, ha sido evidente cómo desde el gobierno bonaerense se recurrió a cierta sobreactuación para legitimar las medidas restrictivas. Desde el ministro de Salud provincial, Daniel Gollán, quien empleó las crudas imágenes de otras ciudades del mundo con "miles de cadáveres apilados", hasta el propio Kicillof con su sentencia "más contagios, más restricciones".
Aunque el gobernador bonaerense intentó anoche relativizar el peso de los barrios vulnerables en los efectos del coronavirus, es lógico que la presencia de 1800 asentamientos precarios en el conurbano preocupen a las autoridades provinciales. Constituyen un déficit estructural que se remonta desde hace décadas, donde en lugar de calles son comunes los pasillos de menos de un metro de ancho, donde el hacinamiento en los hogares es moneda corriente y donde el 60% de las viviendas carece de agua corriente.
Pero las diferencias se han extendido también a la otra Argentina, aquella que está prácticamente libre del virus desde hace semanas, y no precisamente por cuestiones sanitarias, sino por los abusos de poder desatados en nombre del "Estado presente" y bajo el pretexto de la pandemia.
Más que de la cuarentena, algunos gobernantes parecen enamorados de la capacidad de controlar cualquier movimiento de los ciudadanos, con el peligro de que, con la excusa del combate a los contagios, sigan cometiendo excesos como los producidos recientemente en algunas provincias.
Días atrás, San Luis fue noticia luego de que sus autoridades instruyeran a la policía provincial para que levantasen un terraplén que impidiera el paso de los cordobeses que viven en un pueblo limítrofe a Merlo. Semejante montaña de tierra provocó una tragedia cuando un cordobés que trabajaba en esa ciudad murió al intentar cruzar aquel terraplén. Otra persona que había sufrido un ACV también falleció, al no poder cruzar la frontera provincial para atenderse en Merlo, donde se hallaba el hospital más cercano.
A esos hechos luctuosos se suman otras dos misteriosas muertes en San Luis. La de Florencia Magalí Morales (39 años, 5 hijos), encontrada ahorcada en la celda de una comisaría de Santa Rosa del Conlara, tras haber sido detenida por su presunta violación de la cuarentena, y del adolescente de 16 años Franco Gastón Maranguello, hallado sin vida en la comisaría del menor de Villa Mercedes, luego de ser detenido en las mismas circunstancias. Algo parecido ocurrió en la localidad tucumana de Monteagudo con el peón rural Luis Armando Espinoza, sospechado de haber sido asesinado por policías de ese lugar.
Las situaciones de excepción dan a veces lugar a excesos de control sobre la población y a experimentos de autoritarismo que, pese a ser imperceptibles para la mayoría, no tardan en expandirse si la ciudadanía no reacciona a tiempo.
Es de esperar que en las cabezas de algunos extraviados funcionarios no se encarne aquel consejo de Nicolás Maquiavelo orientado a la preservación del poder por parte del Príncipe: "Quien controla el miedo de la gente, se convierte en amo de sus almas".