Coronavirus. Pipo Gorosito, John Rawls y la justicia de pandemia
En una entrevista radial, el presidente Alberto Fernández, al ser consultado acerca de cómo tomaba las decisiones en estos tiempos de pandemia por coronavirus, respondió que seguía el "teorema de Gorosito". El "teorema", resultado de un encuentro entre el presidente y el director técnico de Argentinos, Pipo Gorosito, al momento en que el club peleaba por el descenso, reza así: "Si hacés las cosas bien, tenés muchas más probabilidades de que te vaya bien". ¿Es éste el criterio correcto para tomar decisiones en la situación en la que nos encontramos? De la mano del filósofo político John Rawls y su idea de "justicia procedimental pura" propongo responder esa pregunta.
En su libro "Una teoría de la justicia", John Rawls defiende una concepción denominada "justicia como equidad". Ésta consiste en dos principios que establecen, primero, la prioridad de los derechos individuales básicos y, una vez garantizados, la igualdad equitativa de oportunidades y una distribución económica que ubica a los más desfavorecidos en el mejor escenario posible. Estos principios están moralmente validados en virtud de ser el resultado de un proceso de toma de decisiones que se desarrolla a partir de lo que él apoda la "posición original".
La posición original es una situación hipotética a la que se llega a través de un ejercicio de abstracción que se ajusta a requerimientos de imparcialidad moral. En ese ejercicio quienes participan lo hacen sin tener información sobre su pertenencia de clase social, su género, sus habilidades y capacidades naturales, ni tampoco sobre la concepción del bien que va a regir sus vidas. Esta falta de información es lo que le otorga equidad al proceso de decisión y elección de los principios de justicia. Según Rawls, hay que establecer un velo que oculte toda la información que es moralmente arbitraria. La equidad del proceso decisorio hace que los principios que surjan, cualesquiera sean, estén moralmente validados. La imparcialidad moral del punto de partida es lo que legitima el punto de llegada. Esto es un caso de justicia procedimental pura: la corrección moral del procedimiento inviste de corrección moral al resultado.
En base a lo expuesto, podemos preguntarnos si el razonamiento propio de la justicia procedimental pura puede aplicarse al contexto de pandemia en el que estamos atrapados, esto es, una situación tal que el resultado final post-crisis—cualquiera sea—estará legitimado en la medida en que el proceso de toma de decisiones también se haya ajustado a procedimientos legítimos. Si así fuera, debemos considerar, además, si el "teorema de Gorosito", aludido por el presidente Alberto Fernández como el principio que fundamenta las decisiones en el contexto de pandemia, es la forma correcta de decidir en las condiciones vigentes.
La respuesta a la primera pregunta es, creo yo, afirmativa. La pandemia ha generado una situación de absoluta incertidumbre sin precedentes con una apremiante escasez de recursos y condiciones emocionales agobiantes de alcance global. Este contexto nos impide continuar con los criterios de justicia imperantes en tiempos de normalidad política. La situación existente nos imposibilita saber cuál sería un resultado justo post-pandemia. Carecemos de los elementos objetivos y desconocemos el criterio normativo que permita organizarnos socialmente y distribuir equitativamente los recursos que nos queden disponibles. Simplemente, ignoramos el fin último al que deberíamos llegar, sólo contamos con el procedimiento que a él nos conduzca.
Si esto es así, adquiere fenomenal importancia el procedimiento a través del cual naveguemos la crisis en todas sus etapas, tanto la administración de la cuarentena como la administración de la des-cuarentena. Porque es precisamente la calidad de ese procedimiento lo que va a determinar la legitimidad del resultado. La justicia del escenario post-crisis, depende de la corrección del proceso de toma de decisiones políticas que nos traslade al otro lado de la pandemia. A ciegas hacia dónde debemos ir, sólo tenemos control sobre cómo podemos ir a donde nos termine llevando.
Entonces, ¿es el "teorema de Gorosito" el criterio correcto para tomar decisiones en la situación en la que nos encontramos? La respuesta tiene su matices. El teorema estaba pensado para un tipo de escenario muy distinto al actual: una situación donde precisamente existía (y ahora no) un estándar independiente que determinaba cuál era el resultado deseado, esto es, ganar el partido. En esa charla, Fernández y Gorosito no discutían la validez de ese criterio, discutían, en cambio, cuál era el mejor método (juego defensivo u ofensivo) para llegar a ese resultado preestablecido, evitar el descenso. Sabiendo el fin deseado, había que indagar acerca del mejor camino para llegar a él. Esto es un razonamiento alternativo que Rawls denomina "justicia procedimental imperfecta": conocemos el fin sin tener el procedimiento que nos garantice el resultado deseado.
Fue en este marco, a mi modo de ver equivocado, que se ha dado la discusión dilemática entre salud vs. economía. Ese debate presupone precisamente que conocemos cuál es el resultado correcto—aquél que genere el mayor nivel de utilidad neta. Sin embargo, en las presentes circunstancias no podemos saber cuál de todos los escenarios alternativos podría ofrecernos mayor utilidad porque no podemos conocer sus posibles consecuencias. Ese criterio, que es independiente del proceso y presupone un fin último deseado preestablecido, es inaplicable.
El "teorema de Gorosito" también resulta inadecuado ya que es un caso de justicia procedimental imperfecta—presume que conocemos el resultado al que queremos llegar. Debemos entonces retomar la idea de justicia procedimental pura de Rawls. De hecho, el presidente Fernández ya ha reformulado el "teorema" en su versión rawlsiana cuando lo articuló de esta manera: "Debemos hacer las cosas bien para que las cosas salgan bien". Dicho de este modo, en lugar de pensar en las probabilidades del éxito de un fin preestablecido, pone el énfasis en el proceso mismo de toma de decisiones. Aunque desconocemos hacia dónde debemos ir, sabemos que el modo en que vayamos va determinar la justicia del resultado. Eso es todo lo que podemos hacer para arribar al mejor destino posible. Por lo tanto, resulta imprescindible evaluar muy críticamente el modo en que vamos a transitar esta situación. Debemos repensar qué posición original recrearemos en esta cuarentena para que lo que salga de ella esté legitimado en virtud de su origen.
Hoy se le endilga al presidente Fernández aferrarse a la cuarentena. Dudo que eso sea cierto. Lo que sí queda claro, es que hacer las cosas bien es aferrarnos al procedimiento correcto para transcurrirla. Ésa es nuestra única garantía de que al otro lado de la pandemia nos espere la justicia.
La autora es PhD University of California, Berkeley. Profesora de Teoría Política, Departamento de Ciencia Política, UTDT