Muertos sin despedida
Claro que durante la pandemia los que más sufren son los enfermos. Los enfermos y los familiares de los que no sobreviven que, esta vez, los lloran y los despiden a la distancia.
No son los 95 muertos por coronavirus informados los únicos que se fueron solos, sin compañía, en el último tiempo. Desde el 3 de marzo, cuando se conoció el primer caso positivo en la Argentina, más de 35.000 personas murieron por diferentes causas en todo el país, según una proyección en base a datos del Ministerio de Salud de la Nación de 2018 (los últimos disponibles). Y, de acuerdo con el protocolo sanitario vigente y la cuarentena impuesta por el Presidente, ninguno pudo ser despedido por sus afectos como lo hubieran hecho antes de que el virus SARS-CoV-2 cambiara el mundo hace algo más de 100 días.
¿Pensaron lo que significa para miles de personas no poder acompañar a quien uno ama en sus últimas horas de vida?
Mi papá, Carlos, murió el 8 de febrero de este año a los 86 años. Era inmigrante, lector empedernido y fanático de Vélez. Falleció de neumonía, como muchas de las personas de su edad. Mi hermana y yo tuvimos la dicha de acompañarlo de la mano hasta que dejó de respirar. Esa imagen, que durante noches no me dejó dormir, ahora me resulta un bálsamo. No puedo imaginar el dolor de perder a un ser querido sin poder estar cerca. Y sé que hoy eso le pasa a miles de personas en la Argentina (y millones en el mundo).
Desde el 3 de marzo, cuando se conoció el primer caso positivo en la Argentina, más de 35.000 personas murieron por diferentes causas en todo el país. Y, de acuerdo con el protocolo sanitario vigente, ninguno pudo ser despedido por sus afectos
Esta semana internaron al padre de mi marido, Raymundo. Él también era inmigrante y amante de los aviones. Tenía 81 años y entró al sanatorio con un cuadro similar al de mi padre, con un pulmón muy comprometido. Estuvo solo, internado y muriendo, sin que nadie pudiera susurrarle al oído cuánto lo quería porque estaba bajo el protocolo de COVID-19. Murió en la madrugada del domingo de Pascua y algunas horas después llegó el test que confirmaba que era negativo. Pero ya se había ido. Solo.
¿Tendremos que inventar otras formas de despedirnos?
Quizás valga la pena inspirarse en algo que hicieron un grupo de periodistas de Ecuador después de vivir en su redacción una situación similar a la de mi suegro. "En Ecuador, hoy, si una persona fallece en un hospital, sus familiares no pueden ir a despedirse o a verla", dijo Isabela Ponce, directora y fundadora del medio ecuatoriano GK. "Quien falleció debe ser enterrado, sin que nadie pueda estar ahí presente", agregó Isabela.
De los países sudamericanos, Ecuador es el país con el mayor número de contagios y muertes per cápita a causa del nuevo coronavirus. Guayaquil, la ciudad donde nació GK, llegó a las tapas de los diarios del mundo con notas que describían cómo los cuerpos de los fallecidos eran dejados en las calles debido al colapso de los hospitales, morgues, cementerios y casas funerarias.
Frente a esta horrible realidad, GK está elaborando el memorial virtual colaborativo "Voces para la Memoria", para que los ecuatorianos puedan despedirse de sus seres queridos que murieron por cualquier causa durante la emergencia sanitaria provocada por la covid-19.
Esta es una forma de enfrentar hoy uno de los cambios más dolorosos que trajo esta pandemia. ¿Tendremos la capacidad de inventar otras? ¡Qué difícil me resulta pensar el último adiós con distanciamiento social!
* La autora es periodista