Coronavirus: la tarea de los servidores públicos
Para contener la propagación de casos importados de coronavirus, la ciudad de Buenos Aires respondió de una manera inédita en el mundo. Asumió la gestión de 25 hoteles, donde más de 2000 repatriados que residen en la ciudad cumplieron la cuarentena obligatoria. A la luz de los positivos de Covid-19 que pudieron constatarse entre ese grupo en los días subsiguientes, la iniciativa resultó clave para evitar nuevos contagios entre las familias y otros contactos sociales de los repatriados y, desde allí, al resto de la sociedad.
Al llegar a Ezeiza, y luego en los hoteles, los repatriados fueron asistidos por 400 servidores públicos que, voluntariamente, aceptaron cambiar su función permanente para instalarse en tres turnos en los hoteles y así garantizar que a toda hora hubiera personal del gobierno porteño para contener a los pasajeros. Quienes integran esos equipos son funcionarios –subsecretarios, directores generales, gerentes– y otros empleados del gobierno de la ciudad, legisladores porteños y sus equipos.
Estos equipos llevan un listado con todas las necesidades de cada una de las personas alojadas: medicamentos, dietas especiales e incluso la atención de adultos mayores o parientes a cargo que pudieran tener y que realizan la cuarentena en sus domicilios. Los equipos se esfuerzan también por explicar a los mayores cómo usar la tecnología para comunicarse y ver a sus familiares a través de la pantalla, cómo pedir delivery o acceder a contenidos de entretenimiento a través de aplicaciones.
La enorme mayoría de los repatriados comprendieron la medida y agradecieron el apoyo de los voluntarios para llevar adelante la cuarentena. Pero unos pocos, tanto en Ezeiza como en los hoteles, tuvieron actitudes agresivas y caprichosas para con las personas que intentaban ayudarlos. En el aeropuerto internacional, algunos voluntarios fueron escupidos y agredidos físicamente, siendo expuestos a un posible contagio; en esas situaciones debió intervenir la policía aeroportuaria. En los hoteles hubo casos de pasajeros que quisieron fugarse y otros que debieron ser relocalizados en otros hoteles por su agresividad. Los equipos de trabajo reciben todos los días en su WhatsApp mensajes reenviados de pasajeros alojados que se quejan por la dimensión de las habitaciones o por demoras –comprensibles– en el servicio de limpieza o la entrega de las viandas.
Los 400 servidores públicos que integraron los equipos de voluntarios no son héroes y su contribución –y exposición al riesgo– no se compara con la de médicos y enfermeros. Pero en estas líneas quiero destacar el trabajo de personas que, sin ningún imperativo más allá de su propia condición de servidores públicos, asumieron una tarea de alto compromiso social, propia de la mejor tradición del servicio público. Una porción de los aplausos de cada noche también es para ellos.
Secretario general y de Relaciones Internacionales de la ciudad