Coronavirus: enfrentar la pandemia desde visiones plurales y eficaces
La pandemia que estamos viviendo nos ha puesto a todos frente a situaciones inesperadas, nunca antes vividas para nuestra generación. Ha producido miedo, pero también solidaridad, ha generado nuevas exigencias a diferentes sectores sociales y asimismo respuestas y consensos. Las instituciones que marcan la vida social, política y económica en el mundo se enfrentan a escenarios impensados, en una vorágine de sucesos en donde detenerse al "diálogo dialogal" -no a una simple conversación sino a la búsqueda conjunta de lo común y lo diferente-, y a analizar, es fundamental.
Deberíamos empezar por contextualizar el momento histórico al que estamos asistiendo y del cual la Argentina no se encuentra exenta: estados de excepción permanentes, ausencia de legalidad, terreno fértil para regímenes autoritarios, nacionalismos cerrados -de izquierda o derecha- o economicismos inhumanos. Creemos que, en unos años, cada sociedad podrá definirse por el modo en que eligió y se organizó para superar esta crisis sanitaria y económica. Cada nación, y Argentina entre ellas, tiene que decidir si lo hará con autoritarismo o defenderá sus principios e ideas de democracia republicana y liberal con sentido humanista.
Por lo tanto, es imprescindible que los poderes del Estado funcionen en su plenitud y de manera coordinada en esta grave crisis generada por el Covid-19. Si bien el papel de los expertos y técnicos es clave para proveer información, las respuestas del Estado deben tener una perspectiva general e interdisciplinaria que tenga en cuenta la mayor cantidad de visiones sanitarias, económicas, sociales y políticas con las que cuenta nuestro país. Y para tener esas visiones y escuchar la pluralidad de voces nuestros antepasados crearon el Congreso Nacional.
En un Estado de derecho, frente a una situación de emergencia, la división de poderes, los órganos y sus funciones subsisten plenamente.
Nuestra Constitución Nacional trata del Poder Legislativo en primer lugar entre todos los poderes del Estado. Dicha ubicación en el texto no es casual, sino que demuestra el carácter de representante más directo de la voluntad popular que dicha institución tiene en nuestro país. El Congreso es el órgano representativo por naturaleza y actúa como el espejo fiel del conjunto de visiones políticas de la Nación, lo que algunos llaman la voluntad general.
Las situaciones de emergencia o necesidades de especialización y técnica complejas han ido trasladando la elaboración de dichas normas generales del ámbito legislativo al ejecutivo. Esto puede ser entendido desde situaciones de oportunidad y urgencia, pero la realidad es que ningún decreto o DNU presidencial puede tener la presunción de legitimidad democrática y constitucional que tiene una ley aprobada por el Congreso Nacional.
Ese lugar que la Constitución Nacional le otorga al Poder Legislativo y la supremacía constitucional no consiente, ni habilita, ni tolera marginamientos, subordinaciones, condicionamiento, parálisis, ni suspensiones. Toda doctrina de la emergencia debe subsumirse en la supremacía constitucional y no admite estados de excepción que se pongan por encima de la Carta Magna. Solo líderes autoritarios y antidemocráticos, aprovechan los estados de emergencia para destruir las instituciones y hacerse con todo el poder.
Con esa perspectiva y legitimidad de voluntad general vamos a evitar visiones sesgadas, interesadas, corporativas o facciosas -sindicatos, empresarios, grupos de interés, etc.- que impiden defender el interés público.
La presente pandemia nos enfrenta a dilemas éticos y filosóficos muy transcendentes: utilitarismo o deber social; economía o salud pública; cerrar fronteras o libre circulación; ecumenismo o miedo al diferente; proteger a ciertos grupos o desatender a otros; así como cuáles serán los plazos de la cuarentena y sus posibles salidas.
La presente pandemia nos enfrenta a dilemas éticos y filosóficos muy transcendentes: utilitarismo o deber social; economía o salud pública; cerrar fronteras o libre circulación; ecumenismo o miedo al diferente; proteger a ciertos grupos o desatender a otros; así como cuáles serán los plazos de la cuarentena y sus posibles salidas
En estas condiciones hay muchos intereses y visiones en juego para obviar el debate parlamentario. Para eso la forma más racional es sentarnos a debatir e intercambiar ideas, de lo contrario, vamos a apelar a soluciones unilaterales, mágicas o imprudentes que solo logren poner en peligro a la ciudadanía y carezcan de la legitimidad necesaria.
Hoy es estratégico que el Poder Ejecutivo se apoye en la legitimidad democrática, republicana y federal del parlamento. De lo contrario va a cargar con una responsabilidad que lo excede constitucionalmente. Tomar decisiones de emergencia no implica obviar las visiones de una gran parte del arco político, hacer oídos sordos haría más ilegítimos y vulnerables a los errores. Desde la CC-ARI estamos lejos de querer protagonismos o aprovechar situaciones de gravedad como las que estamos viviendo, desde un principio nos pusimos a disposición para colaborar con las medidas de cuidado sanitario para la población. Estamos acompañando de manera solidaria, colectiva y sin personalismos. Sin sacar ventajas individuales, entendemos que son tiempos de prudencia y no hay lugar para oportunistas.
Pero también creemos que nuestra República se sostiene en dos pilares: la ley como expresión de las mayorías y el respeto a la Constitución como garantía de las minorías contra el eventual abuso de aquellas. La rica tradición republicana de nuestro país nos exige superar esta crisis desde visiones plurales y eficaces. No debemos caer en prácticas abusivas que pongan en peligro nuestro Estado de Derecho y, a la vez, generen mayor ineficiencia en su aplicación. Entonces, en lugar de desacreditar a las instituciones de la República y buscar chivos expiatorios, proponemos algo superador: usémoslas en su sentido más virtuoso y pedagógico. Aprovechemos esta situación, y en las coincidencias y diferencias busquemos y construyamos soluciones plurales y eficaces.
De esta crisis tenemos que salir mejores. Es la hora de escucharnos bien, alejarnos de soluciones demagógicas, poner nuestra inteligencia, capacidad y experiencia política para sumar y aportar respuestas. Comprendemos las dificultades del Poder Ejecutivo en estos momentos. Por eso, tendemos nuestra mano sincera para ayudar como lo marca nuestra mejor hoja de ruta: la Constitución Nacional.
El autor es diputado nacional, presidente Bloque CC-ARI.