La pandemia adelantó el futuro y la migración a la virtualidad, que impulsa la descentralización geográfica del empleo y la enseñanza, los dos motores de la movilidad social; qué se pierde y qué se gana,nueva normalidad. La sociedad argentina había dejado de pensar en el futuro; ahora, el teletrabajo le impone el reto de discutir y actualizar tecnologías, procesos y protocolos
"Utilizando una metáfora médica podríamos decir que, esencialmente, lo que hemos hecho ha sido poner la economía en un coma inducido hasta que la pandemia se haya controlado", describió días atrás el reconocido economista Paul Krugman sobre la situación que hoy vive el mundo. Y agregó: "Esto es algo tremendo, supone un shock gigantesco y sin precedentes para la economía global".
Ese shock del que habla Krugman se ve reflejado en los trabajos que se están perdiendo y que posiblemente no se recuperarán. Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo) entre abril y junio se perderán 195 millones de empleos en el mundo.
Los sectores más afectados con pérdidas de mano de obra son el hotelero, la alimentación, el gastronómico, el inmobiliario, las actividades administrativas, las fábricas y los servicios de reparación, los comercios, el área de los negocios y el sector artístico. Otra mala noticia: la Argentina reúne el 41% de sus empleos dentro de este grupo de riesgo, de acuerdo al informe de la OIT.
Muchos economistas y especialistas, desde miradas disímiles sobre el manejo de la economía y la producción, comparten las afirmaciones de Krugman. Algunos van más allá y califican la situación de inédita, sin obviar las etapas de recesión, crisis económicas y guerras. Señalan que, por primera vez desde la Revolución Industrial, ocurrida dos siglos atrás, la humanidad paró la rueda de la economía, que, aun con tropiezos, nunca había dejado de rodar.
Pero la rueda volverá a girar, y acaso no falte mucho. El dilema que se presenta es saber cuántos trabajadores y cuantas empresas se adaptarán a la nueva realidad y tendrán la capacidad de subirse a ella a tiempo.
¿Qué pasará en los próximos años? ¿Vamos hacia una nueva realidad en el mundo del trabajo? ¿Hacia una profundización de la informalidad y la inequidad existente? ¿O la exponencialidad de la tecnología generará una modernización que estaba retrasada en la Argentina y así dará más oportunidades de trabajo?
Estas preguntas están reflejadas en un relevamiento realizado el mes pasado por la consultora Grupo de Estudios Futuro del Trabajo, titulado "El impacto del Covid-19 en el futuro, en el trabajo y en la agenda pública".
Ese documento detalla las distintas realidades del mercado laboral actual, convulsionado por la situación general. Por ejemplo, las empresas de tecnología están creciendo a diario, con nuevos protagonistas como Zoom y Slack. En particular, se constata un avance de las empresas de comercio online. Hasta las más pequeñas tiendas están ofreciendo algún sistema de envío a domicilio.
Pero este crecimiento de un sector que, de a poco, ha empezado a contratar más gente, ¿compensará la pérdida en otros? ¿Son transferibles las capacidades y habilidades? Esas preguntas, hoy sin respuesta, abren desafíos inmediatos.
Empleos que se pierden
Una luz de alerta aparece en la mencionada publicación: la falta de trabajo probablemente será más permanente, en especial en tareas rutinarias y mecánicas que en la Argentina todavía no se han modernizado. Esos empleos se están perdiendo a causa de la pandemia y acaso no volverán, ya que posiblemente la tecnología los reemplace.
"Se perderán empleos por el achicamiento de una determinada industria, por ejemplo en hotelería y gastronomía, comercio minorista, transporte de larga distancia, industria manufacturera, refinerías de petróleo y gas. También, por el reemplazo de actividades consideradas de riesgo ante la pandemia. Por ejemplo, el uso del remise crece porque el usuario puede llamar siempre al mismo chofer, en tanto Uber y Cabify decrecen. Habrá playeros en estaciones de servicio reemplazados por modalidades de autoservicio, y un aumento de los deliverys frente a la atención de mostrador o mesas, por el cambio cultural fruto de la emergencia", describe Santiago Fraga, investigador de RIET (Red Internacional de Educación y Trabajo).
Muchos trámites que ya estaban disponibles en línea son ahora masivamente conocidos por la cuarentena. "Habrá un reemplazo de atención al público por servicios en línea. Principalmente, en bancos y agencias del Estado", señala Fraga.
El descenso del consumo generará una baja en algunas actividades: "Los kioscos de diarios, golosinas y otros pequeños comercios se verán afectados y el trabajo asociado también. Aun luego de la pandemia, se espera un descenso de personas en la calle. Veremos menos salidas para ir al psicólogo, a tomar un café, a clases de guitarra, a grupos de afinidades u otros", señala.
Más que pensar en trabajos, hay que pensar en tareas. Así lo entiende Alejandro Melamed, director ejecutivo de Humanize Consulting: "Lo importante será el valor que agrega cada uno. Se dejará de demandar lo que tenga valor agregado nulo, aquello cuya ausencia no generó impacto negativo. Y se revalorizará la tecnología, la salud, la educación, la ciencia, la alimentación, la seguridad y todo aquello que se ha reconocido como esencial. Hay que reeducar a mucha gente e incorporar nuevos saberes y competencias".
Reconvertidos
Si menos gente va a la oficina se presenta un efecto negativo: habrá menos gente en el microcentro consumiendo en bares y restaurantes, menos viajes para los taxistas, para las apps como Uber, para el transporte público. ¿Cómo reconvertir esos trabajos que se van a perder?
"Esto sucederá", señala Melamed. "Pero mucha más gente consumirá en sus casas, comprará a distancia y podría trabajar para cualquier lugar del mundo. Es un proceso en el que muchos deberán desaprender cosas para aprender otras diferentes".
Fraga destaca que la reconversión del empleo es una cuestión urgente. "Asistiremos a una etapa de descentralización geográfica del empleo y del estudio, los dos principales motores de movilidad. Y veremos un aumento del cuentapropismo, las cooperativas y el intercambio directo de bienes y servicios", describe.
De a poco, se crearán nuevas fuentes de trabajo: "Cabe esperar la creación de empleo en áreas de la salud, la psicología social, la logística, la seguridad e higiene, la producción de alimentos, pero también en la automatización de procesos, la informática, la robótica, la inteligencia artificial, entre otros. Del mismo modo, se anticipan nuevas modalidades de empleo para trabajos ya conocidos como los servicios de cuidado de niños, atención psicológica, enseñanza particular, enseñanza oficial. Áreas como la provisión de servicios culturales podrían experimentar nuevos y múltiples formatos que ya empiezan a vislumbrarse".
El mundo del trabajo se mueve al compás de los cambios globales de la matriz de producción en la llamada sociedad del conocimiento, dice Luis Scasso, director de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). "Los estudios muestran el crecimiento de los trabajos no rutinarios y el estancamiento de los rutinarios. La educación y la formación cobran así un valor fundamental",
De pronto, todo cambió
Mientras que en 2017 solo el 11% de los trabajadores en la Argentina realizaban tareas a distancia, hoy el 80% de los encuestados reconocen estar bajo la modalidad de teletrabajo, según el informe del Grupo de Estudio Futuro del Trabajo. El 67% lo hace en el ámbito privado y el 33% en el sector público. En áreas tales como administración, contabilidad y finanzas; educación e investigación; comercial, venta y negocios; comunicación, relaciones institucionales o públicas; tecnología, sistemas y telecomunicaciones; legales; recursos humanos y capacitación; atención al cliente, call center y telemarketing; salud, enfermería y farmacia.
De ese 80%, el 60 quiere seguir trabajando bajo esta modalidad, por una "mayor productividad" y un ahorro de tiempo en los traslados.
Sin embargo, seis de cada diez encuestados sostienen que la presencia física es un aspecto clave en la valoración de su trabajo.
Desde casa
La pandemia está generando muchos cambios también en las organizaciones públicas y privadas. El home office está obligando a las empresas a trabajar de forma diferente, a probar distintas maneras de comunicarse con sus empleados, a descubrir líderes de equipos y mantener la organización funcionando.
¿Será posible ser creativo y productivo sin la cercanía física de los grupos de trabajo? ¿Los cargos jerárquicos con personal a cargo podrán ser efectivos coordinando el trabajo de los demás a distancia? ¿No ha resultado efectivo, hasta ahora, el trato personal? Los profesionales que suelen trasladarse a distintas posiciones regionales con un alto costo en viajes y hoy están haciendo su trabajo en sus casas, ¿cómo seguirán? El jefe regional de ventas o marketing, por dar un ejemplo, que viaje tres o cuatro veces al mes, ¿podrá seguir aportando valor así, luego de que durante los meses de cuarentena hizo el mismo trabajo por teleconferencia?
En la Argentina, en un escenario caracterizado por la falta de experiencia previa y la ausencia de infraestructuras sólidas, el home office plantea grandes desafíos.
Por otro lado, el rol del Estado en la economía se incrementará en lo inmediato, con paquetes económicos de estímulos y ayuda. Lo mismo en los mercados de trabajo, en un intento de fomentar el empleo.
"Esto debería hacerse no solo entregando dinero a los individuos, sino también a las empresas, principalmente las pequeñas y medianas, para que conserven a sus trabajadores. Ya son visibles estas estrategias en los paquetes de estímulos en Estados Unidos y en Europa", señala la investigación del Grupo de Estudio Futuro del Trabajo.
El factor conectividad
"El Estado tiene un rol central en la Argentina por varias razones. Principalmente, porque el 20% de todo el empleo argentino es estatal, sin incluir monotributistas, que muchos trabajan para el Estado", señala Fraga. "El Estado puede y debe liderar la mejora de la calidad del empleo con sus recursos y agentes".
El teletrabajo o home office hace todavía más necesario, al igual que en el sector de educación, que el Estado asegure buena conectividad a Internet para toda la sociedad. Esta crisis demuestra -una vez más- que la conectividad es actualmente tan esencial y estratégica para un país como el acceso a la electricidad.
Aumentar las posibilidades de transmisión a través de banda ancha será esencial para que el teletrabajo se pueda desarrollar de manera efectiva y para aumentar la productividad. Imaginemos un día de semana al mediodía con cientos de miles de empleados transmitiendo datos, archivos, imágenes y videos, todos a la vez; si colapsa el servicio se generará una baja en la producción.
La educación, clave
Como ocurre tras cada hecho que marca un cambio de época, la educación cumple un papel fundamental en la formación ciudadana adecuada a los nuevos retos sociales. Pero hay que apuntalarla.
"El escenario pospandemia estará signado por un aumento de la escasez y de la demanda de capacidad laboral a mayor velocidad, lo que a su vez demandará mayor flexibilidad en el formato escolar y universitario, y una mayor especialización, y menor alcance, de los conocimientos enseñados", señala Mariano Narodowsky, pedagogo e investigador. "La inteligencia artificial puede aportar mayor focalización y entrenamiento mediante el control del aprendizaje en tiempo real".
La pandemia ha puesto en mayor evidencia la vulnerabilidad, señala Gabriel Sánchez Zinny, exministro de educación bonaerense. "Los niveles de ingresos de las familias, la educación formal de los padres, la calidad de los docentes en las escuelas más pobres siempre han sido un determinante de la calidad de los aprendizajes. Pero en esta época de pandemia eso se hace todavía más evidente, ya que además de esos factores, la conectividad a Internet está definiendo quien tiene o no acceso al conocimiento, acceso a los materiales virtuales, a la conexión más directa con los docentes", sostiene.
"El final de la secundaria puede ser un tiempo de empezar a elegir y de buscar direcciones, pero no hay que apurarlo", dice Gustavo Iaies, especialista en educación. "Hay que pensar una escuela que te garantice las bases para caminar en proyectos propios. Porque incluso debemos pensar que probablemente sean varios los proyectos que se elijan a lo largo de la vida; todo eso se podrá realizar con bases sólidas, con aprendizajes que abran al resto del mundo del conocimiento".
¿Cuánta especialización?
Narodowsky advierte: "El problema es si en esa búsqueda de satisfacer una nueva demanda en un nuevo escenario, la educación tiene que renunciar a su vocación universalista, la idea de que todo el saber humano es para todos los seres humanos, a favor de generar un mayor número de clusters (grupos) de especificidad en el conocimiento, seguramente asociados al origen socioeconómico de los futuros trabajadores".
Scasso destaca: "Queda el desafío de mejorar la integración del sistema de formación profesional, para que facilite el desarrollo de trayectos formativos cuyas acreditaciones sean acumulativas y permitan a los jóvenes y trabajadores ir alcanzando mayores niveles de formación y acreditación. Así se podrá proyectar una carrera profesional en un contexto de cambio permanente".
Desde las empresas
Muchos se preguntan si las empresas se beneficiarán con el ahorro de gastos que supone el home office. "Yo creo que se redimensionarán. Hay que pensar en las inversiones en infraestructura, cultura, procesos y capacidades para que sea realmente home office y no solo working from home, como está sucediendo ahora. Tiene que ser un proceso de inversiones optimizadas, en el que todos ganen", aclara Melamed.
"Las empresas que saldrán fortalecidas serán aquellas que cuenten con información precisa de otras transiciones productivas ya ocurridas, que parecen del futuro pero son del presente", dice Fraga. "La buena noticia, en medio de la dificultad, es que esta situación se presenta en medio de una transición productiva. Hoy contamos con herramientas concretas que hace menos de diez años no teníamos".
Para Melamed, las empresas deberán reinventarse. "Aquellas que piensen solamente en ganar plata no creo que tengan relevancia en el mundo que viene".
El futuro se adelantó
Hace un par de años no podíamos imaginar las condiciones de trabajo que tenemos en la actualidad. Hablamos de trabajo freelance, home office, teletrabajo o working from home, entre otras definiciones, y de semanas laborales de siete días o de tres, porque hoy lo que prima es el rendimiento y no los horarios.
Además, este freno de la economía productiva se está dando en medio de una revolución tecnológica. Eso también acrecienta el miedo a que los robots se queden con nuestros puestos de trabajo. Aunque suene exagerado, lo cierto es que está aumentando notablemente la automatización en el trabajo, con hasta 50 millones de empleos adaptados para la robotización.
Ya tenemos señales concretas de lo que serán los comportamientos laborales habituales luego de la pandemia del Covid-19, que adelantó el futuro sin aviso. Y sin preguntarnos si estábamos preparados.