Coronavirus: el día antes de mañana
"Para que haya un día después de la pandemia de Covid-19, tal vez debamos pensar en el día antes", señaló el Secretario General de OEA, Luis Almagro, en un pasaje de la charla que ofreció durante la tertulia convocada por el Centro Interamericano de Gerencia Política de Washington. Lo escuché tomando notas en una tarde de miércoles parecido a otros muchos días en estos tiempos de cuarentena universal.
"Estemos atentos para que al virus del Covid-19, no lo siga el virus del pánico y entonces tengamos menos Democracia", insistió con la mirada en el día antes de ese mañana sin cuarentena, con ideas sobre cómo ampliar Derechos y transparentar la Democracia.
Reflexionó sobre los peligros que se ciernen en la región cuando los Parlamentos y la Justicia repliegan sus funciones y despejan el camino a tentaciones autoritarias.
"Pensemos desde ahora nuevas formas de Democracia donde el papel parlamentario sea imprescindible" agregó, "es necesario, entonces, una mayor coordinación de las instituciones"
Ese miércoles de pronto se espesó.
Un día llegará el fin de la cuarentena. Hacernos preguntas ayudará para asomarnos al "día antes", quizás tan importante como ese día de mañana.
¿Qué liderazgos son necesarios para el día antes de mañana?
¿Puede un mundo que se abre frente a la humanidad absorta, con estragos sanitarios, daños laborales y de futuro incierto, ser conducido por líderes como Trump o Bolsonaro que llaman a la rebelión contra toda lógica sanitaria?
¿Será Xi Jinping quien nos saque de las tinieblas de la incertidumbre, mientras censura a la prensa – como alertó Reporteros Sin Fronteras - y oculta datos sobre los que es responsable?
¿Ortega en Nicaragua liderará la reconstrucción mientras su esposa Rosario Murillo, convoca a movilizaciones masivas desafiando al virus y desdeñando la cuarentena, mientras los Presidentes Alvarado de Costa Rica, Lacalle Pou de Uruguay, Cortizo de Panamá, se esfuerzan para cumplir la cuarentena y la Constitución de sus países?
¿Quizás el pajarito predictor de Maduro nos guíe?
¿Qué hacer con estos liderazgos de mirada corta?
¿Serán aptos para diseñar una estrategia común en la Región, como propuso aquel miércoles el Secretario de OEA, para resolver los problemas agravados con la presencia inesperada, disruptiva, del virus golpeando sobre las maltrechas economías de la vecindad latinoamericana?
Una tierra acosada por endeudamientos, tal vez con mejores oportunidades, si enfrentase a los acreedores de manera unificada, con acciones nacionales y regionales coordinadas. Quiero creerlo, pero, al decir de Albert Camus, "la estupidez siempre insiste".
Insiste en las garras que se posan carroñeras sobre los presupuestos de emergencia y tratan de consumar festines de sobreprecios de fideos, aceites o barbijos, descubiertos a tiempo, evitando mellas sobre el espíritu y la moral de la emocionante cohesión social de resistencia al coronavirus que hemos asumido en Argentina.
Insiste rapiñando al empobrecido pueblo de Honduras, donde el Foro Social de la Deuda Externa acusó al Presidente Juan Hernández de actuar tardíamente sobre las denuncias de sobreprecios en insumos hospitalarios.
Insiste la estupidez robándose 6 millones de barbijos en Kenia según informa el periódico alemán Der Spiegel.
Buscar, el día antes de mañana, caminos que nos lleven a estar mejor estructurados para el día después de la tragedia compartida, hará que el virus solo sea dueño momentáneo de los cuatro puntos cardinales.
Pero el Covid-19 pasará, y lo que hayan hecho nuestros líderes y también nosotros, lo pondrá en su real dimensión.
"Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas." Afirmó, premonitorio, el Dr. Ramón Carrillo. No conoció al coronavirus, aunque sí a la condición humana.
La autora es directora del Instituto Latinoamericano Paz y Ciudadanía (ILAPyC)