Coronavirus: convocar a expertos en economía y tecnología para afrontar la crisis
Estamos atravesando una crisis inédita con consecuencias sociales y económicas que, aún en etapas preliminares de la pandemia, podemos avizorar como globalmente devastadoras. Se trata de un episodio de los que ocurren solo una vez cada tantas generaciones. Enfrentados a este escenario, los gobiernos van buscando respuestas a tientas, tomando decisiones mientras aún tratan de entender lo que ocurre: desde el propio comportamiento del virus hasta la efectividad de las distintas respuestas de política pública.
En Argentina tuvimos una ventaja: la pandemia llegó más tarde y esa pequeña luz nos habilita a utilizar las experiencias previas en otros países. Eso permitió, por ejemplo, que el Gobierno nacional se anticipara -en términos del estadio en materia de infectados- a declarar la cuarentena. Los especialistas concuerdan que al día de hoy se logró aplanar la curva de casos y comprar tiempo para que el sistema sanitario pueda estar mejor preparado para enfrentar picos más moderados cuando estos ocurran.
Esa decisión del presidente Fernández se tomó a la luz de las recomendaciones de un comité de expertos infectólogos y epidemiólogos, y contó con un importante consenso político. Ese mecanismo -presencia de especialistas y acuerdo político- parece haber sido determinante para que la sociedad sintiera cierto grado de tranquilidad respecto del camino emprendido.
Sin embargo, esa acertada iniciativa en materia sanitaria no se replica en otras áreas importantes. En materia de gestión económica, de hecho, hasta se cayó en errores que podrían haber atentado contra los objetivos del aislamiento social, como fue el caso del pago de jubilaciones y asignaciones con beneficiarios aglomerándose en las puertas de los bancos. El desfiladero que transitamos es escarpado y angosto; y los errores evitables tienen un costo muy superior al de tiempos normales.
Así como el Poder Ejecutivo define sus decisiones ante la emergencia sanitaria con expertos, sería deseable que una metodología similar se extendiera también a la economía y la tecnología. Que se entienda bien: no se trata de que la oposición siente a sus macroeconomistas a una discusión pública para que le sirva de vidriera en búsqueda de una foto. Lo que debemos reunir no son solo economistas para diseñar algunas medidas con premura y rigurosidad sino convocar expertos que conozcan en serio y prácticamente los canales a través de los cuales las mismas habrían de implementarse.
Otro ámbito fundamental para ampliar la colaboración es el tecnológico. En esta emergencia no se trata de usar datos para administrar de manera óptima lo que ya conocemos, sino de recabarlos a escalas muy grandes para conocer lo que debemos gestionar: cómo circula la gente y, con ella, el virus. Tenemos destacados profesionales que en las últimas dos décadas han fundado empresas (los famosos "unicornios") que son ya mucho más grandes que las tradicionales. Y por estos días, en cada ocasión en que pregunto sobre cómo abordar algún tema específico, siempre surge el nombre de algún experto argentino en el exterior. Todos ellos constituyen, además, dentro del mundo de la tecnología, una inmensa red siempre al tanto de los últimos avances ¿Por qué no los convocamos y los empoderamos en su área como hicimos con los epidemiólogos en la suya?
Cada uno de estos comités debería trabajar con dos dimensiones temporales: una, lo urgente; la otra, lo que viene después, en un mediano plazo que en tiempos normales, sería el corto. En materia sanitaria sería cómo responder hoy a la pandemia pero también cómo trabajar para que nuestro sistema esté mejor preparado a futuro. En tecnología, cómo usarla para responder a las necesidades más imperiosas del presente pero también cómo incorporarla de manera definitiva en la vida pública para construir en Estado más productivo y transparente.
Y en economía, pensando ya cómo utilizar racionalmente la emisión monetaria (única herramienta disponible hoy) tanto para prevenir la disolución del entramado productivo como para asegurar recursos a las provincias (y a los municipios) que son quiénes tienen la responsabilidad final en materia de atención de la salud. Pero también debemos pensar y planificar los mecanismos para limitar las probabilidades de que ello termine en un descontrol posterior como tantas otras veces pasó ya en Argentina.
El conocimiento teórico y el saber práctico que aplicamos en lo sanitario debe ampliarse a otras áreas, para que el consenso político que se ve hoy, y que contribuye a la tranquilidad de la ciudadanía, también pueda mantenerse en circunstancias más difíciles que seguramente llegarán. No se trata de avalar un discurso único ni de apañar arbitrariedades sino de encontrar los mejores caminos colectivos. Sería, en circunstancias excepcionales, un gran paso más para mostrar que somos capaces de dejar definitivamente detrás una grieta que tiene más potencial de daño ahora que cuando nos la pasábamos el día entero hablando de ella.
Como se dijo al principio, estamos todos haciendo camino al andar. El desafío de todos consiste en cómo volver lo antes posible a la normalidad pero también cómo hacer que aquellas cosas que hace rato ya no funcionan en Argentina arranquen de una vez y para siempre.
Senador nacional por la Ciudad de Buenos Aires (UCR-Evolución)