Construcción de consensos sobre la matriz energética del futuro
Este año será recordado en los análisis internacionales y locales por la particularidad de su contexto. No sólo el mundo se encuentra paralizado por la crisis pandémica del coronavirus, sino que también la geopolítica global encontró en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), junto con Rusia y otros productores de Europa y Asia (OPEP+) un acuerdo inédito en la historia de la industria petrolera. El domingo 12 de marzo, los miembros de la OPEP+, convinieron bajar la producción de petróleo en 9,7 millones de barriles diarios, con el objetivo de frenar la caída del precio del crudo, iniciada en 2019 y pronunciada aún más desde el inicio de la crisis por el Covid-19. Lamentablemente, la falta de espacio para el almacenamiento, impidieron frenar la merma del precio del barril, principal objetivo del acuerdo.Tengamos en cuenta que actualmente, alrededor de 3.000 millones de personas en el mundo se encuentran en aislamiento en sus casas, provocando una caída del 30% su consumo.
En este contexto de contracción de la demanda, producto de la rápida propagación del coronavirus, así como de la falta de circulación y actividad industrial y comercial a nivel global, las reglas del juego cambiaron sustancialmente para la industria petrolera. Lógicamente, el impacto en nuestro país no será menor.
La Argentina, como el resto de los países productores de petróleo, se enfrenta a un escenario complejo, viéndose la industria nacional fuertemente afectada por el cimbronazo en los precios del crudo. Al mismo tiempo, el desarrollo de Vaca Muerta se vio muy impactado, no sólo por la amenaza del virus, sino por la caída de la demanda local e internacional de petróleo y la baja del precio a un nivel que vuelve muy difícil la producción del commodity en yacimientos no convencionales. A eso, se suman los problemas de escasez de espacio para el almacenamiento del crudo, otro frente de dificultades.
En la formación geológica de Vaca Muerta el país cuenta con extraordinarias cantidades de hidrocarburos para explotar. Tanto es así, que en el ranking de las formaciones no convencionales del mundo, ocupa el segundo lugar en el gas y el cuarto en el petróleo. Vaca Muerta así como otras cuencas convencionales ya en producción, ponen al país en una situación de privilegio a nivel mundial, que no puede ser desaprovechada como recurso y herramienta para impulsar el desarrollo del país y la sostenibilidad de su economía.
Previo a la pandemia, Argentina producía cerca de 510 mil barriles diarios de petróleo (unos 186 millones al año) y alrededor de 130 millones de m3 de gas diarios. Se trata de una industria que crea alrededor de 50.000 puestos de trabajo. La coyuntura lleva toda esta estructura al límite y la expone al riesgo de paralizarse, proyectando consecuencias negativas para la economía y el empleo en el país. Es fundamental la implementación de medidas que den previsibilidad al sector y que le permitan continuar su desempeño, para garantizar una futura y paulatina recuperación, así como la soberanía nacional de nuestros recursos energéticos.
La extraordinaria crisis epidemiológica puso de manifiesto un debate que Argentina necesita abordar con urgencia: desarrollar de forma rápida una estrategia vinculada a un sector energético sostenible y con una matriz productiva diversificada. En ese sentido, hay diversas medidas en las cuales se podría avanzar, en virtud de dar a Argentina nuevas posibles salidas a las crisis. Es indispensable proponer políticas públicas sólidas, viables en el largo plazo, que generen los incentivos adecuados para un desarrollo integral del sector energético nacional. En este sentido, considero que la creación de un Consejo Nacional para la Transición Energética permitirá generar mesas de trabajo donde todas las partes del sector, tanto públicas como privadas, puedan intercambiar visiones, expectativas y propuestas sobre el desarrollo energético del país, resultando en una política energética que nos permita, con previsibilidad y seguridad jurídica, proyectar en el mediano y largo plazo, una matriz de producción que sea sostenida y sustentable.
A su vez, en un contexto en el que bajaron notablemente los precios del petróleo, es aún más urgente pensar en una matriz energética diversificada, integrada también por las energías renovables. En ese sentido, preocupa la falta de señales políticas tendientes a debatir la continuidad de planes nacionales de incentivos a dicho sector. Por ejemplo, por medio de la ley 26.190 se estableció que para el año 2025, el 20% de la energía eléctrica del país debe provenir de fuentes renovables, así como una escala de ampliaciones porcentuales y periódicas que parecería no estar siendo tenidas en cuenta. Asimismo, llama la atención que muy recientemente, a través de la decisión administrativa 487/2020 del Ministerio de Producción, se designaron las autoridades de la antes secretaría de energía renovable, devenida en dirección.
Si bien resulta clave para el futuro de nuestro país, no alcanza con impulsar sólo el sector de renovables. Con yacimientos de petróleo y gas como los nuestros, con miras en lograr la soberanía energética, así como generar empleo y recursos, es esencial reconsiderar las políticas para el desarrollo sostenible de Vaca Muerta y otras cuencas.
A futuro el desarrollo del sector requiere de enormes inversiones, la aplicación de tecnologías de punta, el esfuerzo coordinado de trabajadores, de empresas así como de los gobiernos provinciales y del nacional. Para que esto suceda, se necesitan reglas de juego competitivas, claras y sobre todo que perduren en el tiempo y que atraigan capitales locales e internacionales. Para lograrlo los consensos de los diversos sectores que integran el sector se vuelven clave.
Para el corto plazo, mientras dure la pandemia y la sobreoferta mundial de petróleo, se requieren políticas activas para proteger este sector que es esencial y estratégico para Argentina así como de cualquier otro país del globo. De modo contrario, se pondría en riesgo la continuidad de la actividad, con el brutal impacto que esto traería en puestos de trabajo, y otras múltiples consecuencias. Los precios del petróleo de hoy, se desprenden de una coyuntura que no se sostendrá eternamente, y cuando la crisis termine, será necesario tener un sector fuerte que pueda recuperar su actividad rápidamente, generando nuevos puestos de trabajo, atrayendo inversiones y produciendo recursos para el consumo interno y la exportación.
En este sentido, la crisis pandémica y geopolítica global, es una alerta que nos permite reconocer la importancia de que la industria energética Argentina cuente con planes consensuados, efectivos, cumplibles y sobre todo perdurables, que incluyan estrategias donde el petróleo y el gas, sectores clave para el desarrollo del país, sean combinados con una eficiente oferta de energías renovables.
El autor es diputado nacional