Coronavirus: anticiparnos es una responsabilidad compartida
El virus Covid-19, al que muchos mencionan como un "enemigo invisible" de todo el mundo, a los países del hemisferio Sur nos está dando mucha información, y un sinfín de enseñanzas. Actuar con responsabilidad, prevención y conciencia es clave para poder gestionar mejor las cosas, entre ellas, la comunicación.
Luego de las primeras medidas drásticas tomadas en China, parecía imposible que llegara a países como Corea del Sur o Japón. Por su parte Europa, incluido el Reino Unido, pasó del escepticismo a la acción, quizás un poco tardía. En América Latina, hay casos que sorprenden. Los líderes de México y Brasil, por ejemplo, tienen otro punto de vista. Una pena, porque esto no se frena de manera aislada. Sin duda el mundo ya no será como antes.
Los países de este lado del planeta tenemos, a pesar de todo, una ventaja. Poder anticiparse. "Somos privilegiados en ese sentido" suele decir Alberto Fernández. Más allá de las diferencias que podemos tener con otros países en materia presupuestaria, de recursos y estructuras disponibles para atender una pandemia, no todo está perdido. Extraer rápidamente los aprendizajes de lo vivido antes por otros es la primera clave para minimizar el impacto de este virus en nuestra salud, economía y sociedad. Y nuestro país particularmente así lo está entendiendo.
Ya no se trata de impedir el contagio de buena parte de la población. El desafío es controlar el ritmo al que se producen los contagios para que los sistemas de salud y social puedan dotarse de los recursos y tiempos que necesitan para atender los casos. En ese sentido, cómo fueron evolucionando los mensajes por parte de las autoridades competentes, es increíble. Además, el activismo digital que se generó a través de hashtags como #YoMeQuedoEnCasa, nos demuestra que hoy el mundo tiene herramientas muy poderosas para comunicarnos, y contagiar algo más que un virus: crear conciencia social y estar mejor preparados. De eso se trata la campaña #SomosResponsables que se lanzó en la Argentina, replicando a otros países.
El cambio de la narrativa ha superado los parámetros normales que tenemos y que nos recomiendan, en un primer momento, controlar la información en aras de contener la psicosis, muchas veces peor que la propia enfermedad. Cómo interactuamos con nuestro entorno, se vuelve casi determinante. Y la transparencia una máxima fundamental. Así como las autoridades tienen mucho trabajo por hacer, las personas recibimos muchísima información, y la capacidad que tengamos de valorarla y colaborar o no, es clave. La humanidad tiene la posibilidad de generar un plan de comunicación colaborativo como nunca lo tuvo antes. Y hacerle frente, como nunca también a las noticias falsas. Pero claro, no es un trabajo que se pueda hacer de manera individual.
De la misma manera, el mundo de los negocios pierde control de la situación a medida que pasan los días. Desplomes en los mercados financieros, desabastecimiento de las líneas de producción y/o puntos de atención comercial, necesidad de cierres temporales y adopción forzada de trabajo remoto; posibilidad de suspensiones de personal (en el mejor de los casos), repercusiones legales, cancelación de actos, viajes, eventos. Un golpe inesperado que el mundo no estaba preparado, y sin certezas de cuán doloroso será.
La repercusión real de este desastre, el costo económico que va a suponer en el ámbito empresarial y de negocios de cada país es todavía incalculable; pero lo que es seguro es que aquellos que sean previsores, los que se anticipen y se preparen, tendrán muchas más posibilidades de competir y hacerle frente a la crisis de mejor forma. Insisto, en la Argentina, a pesar de todo, nos estamos moviendo en esa senda aunque siempre hay algunos que quieren "llevar agua para sus molinos". Lo bueno de este mundo es que ya no da lo mismo hacer las cosas bien que mal.
Debemos tener la iniciativa con sentido de urgencia, especialmente desde los sectores que toman decisiones con impactos que trascienden (un gobierno, una empresa, un medio de comunicación, un líder de opinión, y una "persona como yo" también); y comunicar con eficacia. Las decisiones laborales, logísticas, financieras, productivas y comerciales demandan que las personas de las que dependen se comprometan en su ejecución. Anticiparse no es una opción. Es una decisión fundamental para que la crisis económica, que continuará a la epidémica, sea lo menos dolorosa posible. Solo depende de nosotros, tan complejo y simple a la vez.
El autor es socio y director general de LLYC Argentina. Miembro del Consejo de RR.PP. de la Argentina