Corea del Norte, una amenaza latente
Corea del Norte sigue siendo una de las mayores preocupaciones para la seguridad internacional. Los cuatro ensayos nucleares y las pruebas de los distintos desarrollos misilísticos van acompañados de declaraciones amenazantes que apuntan a mantener un clima de grave tensión con el riesgo de que se desencadene un conflicto mayor. Las últimas expresiones de Pyongyang utilizan el término de ataque preventivo. Es probable que se trate de la misma táctica diplomática y militar de la última década. La presunción es que la actitud armamentista norcoreana cumple propósitos de política exterior y pretende obligar a los principales actores, en particular a los Estados Unidos, a tener mayor consideración con los intereses de Corea del Norte, que serían, esencialmente, la supervivencia del régimen y lograr asistencia financiera ante la crítica situación económica y social.
Hasta ahora Pyongyang no ha logrado ninguno de los objetivos diplomáticos que persigue. El último ensayo encubierto de un misil de largo alcance sólo logró acentuar los mecanismos de sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La resolución 2270, aprobada unánimemente, le ha impuesto las sanciones económicas más duras de los últimos 20 años. La disposición prohíbe a todos los países suministrar a Corea del Norte cualquier tipo de armas convencionales y combustible de aviones y cohetes; restringe drásticamente las exportaciones norcoreanas de carbón, hierro, oro, titanio y otros minerales e impone sanciones financieras a la banca.
La respuesta norcoreana ha sido otro anuncio tecnológico preocupante. De acuerdo con medios de prensa, Kim Jong-un habría declarado que se ha finalizado la tarea "de reducir la masa de las ojivas nucleares para cumplir con las normas de los misiles balísticos". De ser cierto que posee armas nucleares en miniatura, implicaría que está en condiciones de usar el arsenal nuclear de que dispone. Sin embargo, resulta difícil valorar objetivamente las declaraciones de Pyongyang ante la falta de transparencia de la información y la posibilidad de verificación.
La situación es grave porque las amenazas norcoreanas giran en torno a la utilización de las armas nucleares en una península donde se vive una situación de inestabilidad política y virtual enfrentamiento militar desde hace 60 años. También por el grado de colapso económico en el que se encuentra el régimen norcoreano, ya que la desesperación podría llevar a la peor de las decisiones.
Este cuadro pone a China y Rusia, los únicos con un diálogo razonable con Pyongyang, en una posición compleja. Ambos han condenado las actitudes norcoreanas y han respaldado las medidas más fuertes del Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, reconocen que han tenido una influencia limitada.
Las perspectivas de hacer entrar en razón a Corea del Norte hoy parecen mínimas. Es de esperar que, como en el caso de Irán, se imponga la diplomacia. No es posible que la comunidad internacional continúe viviendo ante el riesgo de un enfrentamiento nuclear. La onda expansiva de una circunstancia semejante abarcaría todo el hemisferio norte en lo que sería una catástrofe humanitaria y económica para el mundo. Es hora de que todos los actores principales encaren la situación con mayor sentido de determinación y responsabilidad.
Diplomático, ex vicecanciller argentino