Cooperación entre la FAA y la RAF
El cielo puntano e importantes despachos de oficiales superiores de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) han sido mudos testigos de cómo, una vez más, el transcurso del tiempo y el fluir de la mutua buena voluntad han sido un bálsamo eficaz para la cauterización de las diferencias subsistentes entre nuestro país y Gran Bretaña, tras el ya distante conflicto del Atlántico sur.
La visita del comandante de la Real Fuerza Aérea británica (RAF), mariscal del aire sir Richard Johns, coincidió con el anuncio público de que dos pilotos de combate argentinos recibirán instrucción en la Escuela Superior de Guerra Aérea del Reino Unido, a partir del año próximo. Otro oficial jefe de la FAA participaría de los cursos de comando y estado mayor impartidos por la RAF. En forma simultánea, es probable, dos oficiales británicos cursarán similares estudios en los institutos de formación de la FAA.
Además, la presencia aquí del alto oficial británico no sólo abarcó las visitas protocolares -fue recibido por el presidente de la Nación- y los diálogos institucionales. También incluyó idas a la V Brigada Aérea, en Villa Reynolds, donde -piloto al fin- voló una de las flamantes adquisiciones de la FAA, el cazabombardero A-4 AR Figtinghawk, y a la Escuela de Aviación Militar, en Córdoba. Al efectuar ese vuelo, el distinguido visitante tuvo oportunidad de concretar una tarea específica que ya no está tan al alcance de los pilotos locales: las restricciones presupuestarias han afectado hondamente a la FAA, que hoy padece el éxodo de sus mejores aviadores y ha debido recortar al máximo los vuelos de entrenamiento, con la consecuente disminución de su capacidad operativa.
A pesar de esas dificultades, la apertura de una fructífera etapa de intercambio de formación profesional acrecentará el restablecimiento de la relación armónica entre ambas fuerzas aéreas, que tomó renovado impulso a principios del año actual cuando el jefe del Estado Mayor General de la FAA, brigadier general Rubén Montenegro, viajó a Gran Bretaña.
Esas actividades son altamente demostrativas de que no es imposible restañar antiguas heridas, por profundas que pudieren haber sido, y encarar una sincera reconciliación. A la Fuerza Aérea Argentina y a la Royal Air Force les ha correspondido en esta oportunidad convertirse en protagonistas circunstanciales del acercamiento franco y sincero que ya ha sabido de otras instancias en ambas naciones.
Cabal demostración, es probable, de que en los espíritus de los hombres de armas que en su momento supieron medirse en forma abierta y leal -haciendo honor, por otra parte, a su misión específica-, el rencor no tiene cabida.