Contra el terrorismo, primero la geopolítica
Basta recorrer las páginas de los principales diarios del mundo para darse cuenta de que el terrorismo es un fenómeno global en auge y que Estados Unidos y Europa están cada vez más expuestos a estos ataques. ¿Cierto? Parcialmente. En primer lugar es importante aclarar que un ataque terrorista es un acontecimiento raro, de baja probabilidad de ocurrencia si se lo compara con otros hechos mortales. Por ejemplo, en Estados Unidos se producen 13.000 homicidios por año, mientras que desde 2006 el terrorismo dejó un saldo de 160 muertos. Tomando los datos de 2015, las vidas que se lleva el terrorismo en un año en todo el mundo, 30.000, se las lleva en cuatro días la desnutrición infantil. Y las dos cosas suceden en los mismos países, todos ellos atravesados por la fragilidad estatal o por su colapso completo.
El Índice de Terrorismo Global elabora un ranking de países más afectados por los ataques terroristas. Hay que ir hasta el puesto 29 para encontrar un país europeo. La lista comienza con Irak, Afganistán, Nigeria, Paquistán y Siria. Estos cinco países concentraron el 72 por ciento de los ataques terroristas en 2015. La correlación es muy alta. Las probabilidades de sufrir un ataque terrorista son una función del conflicto que existe en el país atacado. Solo el 0,5 por ciento de los ataques terroristas tuvo lugar en países que no sufren conflictos o terror político.
En segundo lugar, la evidencia disponible desde 1970 sugiere que la mitad de los ataques terroristas no producen muertes. Cuando tiene lugar el ataque, la probabilidad de que mueran diez o más personas es del 10 por ciento, mientras que la probabilidad de que un ataque mate cien o más personas es del 1 por ciento. Es casi una ley estadística que varía poco entre organizaciones terroristas: el 80 por ciento de todas las muertes fueron causadas por el 20 por ciento de todos los ataques.
En tercer lugar, hoy se habla mucho de los "lobos solitarios", individuos sin conexión aparente en términos logísticos pero imbuidos de voluntad de morir para matar. En Estados Unidos, el 90 por ciento de los ataques terroristas fueron hechos por estos lobos. Un estudio reciente de la Universidad de Chicago examinó el perfil de los 112 individuos juzgados en Estados Unidos por cometer, planificar o colaborar con el terrorismo entre 2014 y 2016. Ninguno era un refugiado. El 83 por ciento eran ciudadanos de Estados Unidos.
¿Lecciones? Frenar la inmigración de musulmanes no servirá de mucho. Buscar lobos bajo la cama, tampoco. El gran desafío es resolver el desmadre geopolítico en Irak, Siria y alrededores.