Reseña: La promesa de felicidad, de Sara Ahmed
Abrumador. El deber de felicidad parece estar en todas partes: publicidad, política, familia, amistad, sexualidad, consumo, economía. Acosado por los slogans, pocas veces el ciudadano se detiene a reflexionar sobre qué efecto tiene sobre sus vidas eso que suele llamarse felicidad.
En La promesa de la felicidad, Sara Ahmed (Inglaterra, 1969) cumple con su papel preferido: el de aguafiestas. Su libro propone una crítica cultural al imperativo de la dicha y busca mostrar cómo se trata de una promesa que nos arrastra como un huracán a ciertas elecciones de vida y nos aleja de otras. Tal como señaló en una entrevista, fue el feminismo quien "permitió desarrollar una crítica al modo en que la felicidad ha sido utilizada para justificar normas que sostienen privilegios. Es hora de suspender por un momento la creencia de que la felicidad es una cosa buena."
Aunque nació en Inglaterra, de padre pakistaní y madre británica, Ahmed se crió en Australia, donde inició su carrera académica. Tras un paso por universidades inglesas y estadounidense, en 2016 esta pensadora punzante renunció a su carrera institucional en protesta por los casos de acoso sexual perpetrados por profesores hacia alumnos. Desde entonces, irrumpió en el debate público con su blog feminist killjoys –que puede traducirse como "feministas aguafiestas"– donde pone en jaque los manuales de buenas intenciones. Algo similar ocurre con la pregunta que recorre este libro: ¿qué sacrificamos en aras de la felicidad, ese bien tan supuestamente deseado?
La promesa de la felicidad fue publicado en inglés en 2010. A caballo entre La política cultural de las emociones (2004) y su libro más conocido, Vivir una vida feminista (2017), Ahmed se despacha de forma brillante en él contra el papel que cumple la idea de felicidad en los mecanismos opresivos de género, raza, sexualidad o clase. Esta promesa, sostiene, promovida por la invasión de los libros de autoayuda, oculta las injusticias bajo el sello de una supuesta buena vida, de cuya utopía feliz el individuo es único responsable.Ahmed no solo apela a la tradición filosófica para alertar al lector, sino también a películas como Niños del hombre, de Alfonso Cuarón, Quiero ser como Beckham –dirigida por una mujer, Gurinder Chadha– o Si estas paredes hablaran, además de novelas emblemáticas como La señora Dalloway. También disecciona de manera minuciosa los debates que definen las políticas migratorias y la constitución de un índice de felicidad por parte del estado británico.
Desde hace casi dos décadas las humanidades y las ciencias sociales se han visto alteradas por la irrupción del llamado "giro afectivo", una mirada que hace foco en la dimensión afectiva de la vida pública.
Si bien desde sus orígenes la filosofía se ha ocupado de las emociones –un recorrido que Ahmed reconstruye aquí parcialmente–, las discusiones más recientes se inclinan por problematizar sus supuestos. Ni contrarios a la razón, ni meras instancias pasivas, los afectos invadieron la discusión para objetar algunas distinciones tradicionales, como el enfrentamiento entre afectos negativos (el odio, el asco o el miedo) y positivos (como la felicidad). No es casual que la enorme mayoría de quienes protagonizan el debate actual –junto a Ahmed, Lauren Berlant, Ann Cvetkovich o Heather Love– provengan del feminismo y la teoría queer. Desde su origen el activismo dedicado al género ubicó esa cuestión en el centro de sus análisis: la opresión de las mujeres, argumentan, se basó en asociar su supuesta emocionalidad con la irracionalidad, el infantilismo y la falta de autonomía. La promesa de la felicidad no solo resulta, así, un libro fundacional para esa tradición, sino que también interesará a cualquier lector que no se resigne a un mundo de cotillón.
La promesa de la felicidad
Por Sara Ahmed
Caja Negra. Trad.: Hugo Salas. 458 páginas$ 650