Conservar el planeta, un buen negocio
Hace unos 40 años, Paul y Anne Ehrlich nos presentaban una parábola en que una familia estaba por emprender un viaje en la Espacionave Tierra, su medio de transporte. En ese momento notan que hay un señor quitando remaches de una de las alas. Con sorpresa y desconfianza, le preguntan: “¿No cree usted que es muy peligroso quitar esos remaches?”. Y el señor les contesta: “No se preocupe, hace muchos años que lo venimos haciendo y nunca ha pasado nada, incluso los vendemos a 5 centavos por remache y es buen negocio”.
En la parábola, cada remache representa una especie viviente, un humedal, un bosque. La historia nos cuenta cómo el planeta se sigue debilitando y, aunque por el momento no nos hayamos estrellado, las predicciones basadas en reconocidos trabajos científicos indican primero que estamos comenzando a transitar la huella hacia un colapso de las sociedades humanas y segundo, que solo puede ser revertido con la generación de cambios sustanciales en nuestras formas de vivir, alimentarnos, vestirnos, viajar. En síntesis, en la forma en la que nos vinculamos con el planeta.
El proceso de deterioro, que puede parecer lento a nuestros ojos, para muchos es inexistente o incluso tremendista. La reciente película protagonizada por Leonardo DiCaprio (No miren arriba) satiriza esa negación y la inacción y el desinterés por parte de un gobierno ante la inminente catástrofe provocada por el choque de un meteorito contra la Tierra.
La crisis climática resulta hoy tan evidente que, aunque sigan existiendo negacionistas o personas mal informadas, numerosos gobiernos y empresas muestran cambios ambientales positivos, también exigidos por ciudadanos más conscientes del problema.
Una de las amenazas más acuciantes y apenas difundida en los medios de comunicación masiva es la pérdida acelerada de diversidad biológica en el mundo. La modificación y la destrucción de ambientes naturales deriva en la llamada “sexta extinción masiva” de especies. Nuestras acciones desencadenaron la tasa de extinción más alta de los últimos 10 millones de años.
En un contexto de crisis climática, con pandemias y falta de alimentos y otros recursos, esa trama de ecosistemas y especies funciona como un verdadero “sistema inmunológico” para nuestro planeta.
Tan importante resulta esta cuestión que, durante las últimas reuniones de las partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (un tratado internacional multilateral), más de 80 países decidieron, para afrontar estos escenarios, fijar una meta exigente: conservar el 30% de la superficie del planeta para 2030.
Esta propuesta (a la cual la Argentina no ha adherido aún, pero que, por nuestra vocación conservacionista, no dudamos de que lo hará en breve) está basada en documentos científicos incuestionables, tanto en aspectos biológicos y climáticos como económicos.
Este 30% es la superficie mínima para garantizar la supervivencia de la trama de ecosistemas que albergan la mayoría de las especies vivientes, en una intrincada red de interacciones que, entre otras cosas, nos proveen los servicios ambientales necesarios para producir alimentos e insumos. Tal es así, que el World Economic Forum ha considerado la pérdida de biodiversidad una de las principales amenazas de la economía a escala global.
Las áreas protegidas actuales y futuras, bien implementadas, son probadas herramientas para garantizar los servicios gratuitos que brinda la naturaleza, además de generar fuentes de trabajo, motor de desarrollo para comunidades enteras a través del turismo, una de las cadenas de valor más importantes del mundo.
Su creación a gran escala contribuirá a proteger también una parte importante de nuestro patrimonio cultural y aportará a nuestras actividades recreativas y espirituales, en un mundo cada vez más necesitado de experiencias silvestres.
La Argentina, por su historia, está en un buen camino para cumplir ese objetivo. Hoy hay numerosos proyectos de áreas protegidas que esperan su concreción, y tanto los estados municipales, provinciales y nacional como los privados pueden sumar más áreas naturales. Tenemos por delante un gran desafío que, estamos convencidos, será comprendido y acompañado por toda la sociedad.
Director ejecutivo de Aves Argentinas