Conocer el impacto de la pandemia para mirar el futuro
2020 fue un año atípico, para la Argentina y el mundo. Llegó diciembre y tras nueve meses de Covid-19, es momento de mirar hacia atrás, evaluar dónde estamos y empezar a construir un futuro más equitativo para toda la humanidad.
Desde el inicio de la pandemia,Unicef trabaja para que ningún niño, niña o adolescente quede atrás. La Tercera Encuesta sobre el impacto de Covid-19 que presentamos esta semana forma parte del Plan de Respuesta de Unicef en Argentina y genera evidencia sobre la situación de niños y niñas, y sus familias en el contexto de la pandemia. Los resultados confirman que las consecuencias económicas y emocionales del Covid-19 afectan a los niños, las niñas y adolescentes en gran medida.
El estudio arrojó cifras alarmantes: entre finales de octubre y principios de noviembre, el 41% de los hogares con chicos y chicas del país reportó una disminución en sus ingresos laborales. Es decir, 2,1 millones de hogares. Esto hizo que muchas familias recurran al endeudamiento para pagar servicios y comprar alimentos: el 28% directamente dejó de comprar algún producto para comer.
Esta situación arrastra consecuencias directas en la seguridad alimentaria de los niños, niñas y adolescentes cuyo derecho a acceder a alimentos nutritivos para su desarrollo -sobre todo los menores de 2 años– se ve claramente vulnerado, y requiere una atención urgente.
La pérdida de ingresos también impactó en la adolescencia: el 46% de los y las jóvenes que dijo realizar actualmente actividades orientadas al mercado, no lo hacía antes de la cuarentena. Esta situación tiene consecuencias alarmantes, como el probable abandono escolar, que amplía las brechas de desigualdad e impacta con fuerza en los sectores populares.
El 46% de los y las jóvenes que dijo realizar actualmente actividades orientadas al mercado, no lo hacía antes de la cuarentena
La Encuesta Unicef también monitorea la salud emocional. A la falta de clases presenciales, el escaso contacto con sus pares y adultos de referencia en las escuelas, se suma la sobreexposición a la información, a las pantallas y a situaciones de violencia, tanto intrafamiliar como digital. Todas estas situaciones incrementan los sentimientos de depresión, que se duplicaron respecto a la medición realizada en abril, y de angustia, que aumentaron ocho puntos porcentuales entre esos meses. En el caso de la primera infancia, aún con leves disminuciones, poco más del 40% de los hogares con niños y niñas de hasta 6 años manifiestan que han sufrido alteraciones en sus patrones de alimentación y sueño.
El escenario es preocupante. Los niños y las niñas enfrentan en el futuro inmediato desafíos en sus aprendizajes, en el acceso a una salud integral, a una alimentación saludable y balanceada, y están expuestos a la violencia. Frente a esta situación, es necesario innovar en las políticas públicas para garantizar sus derechos, contener las consecuencias de la pandemia y resolver desigualdades estructurales.
Resulta crucial evitar que los efectos en el desarrollo de chicas y chicos se agudicen. Y en esto, el aprendizaje tiene un papel clave. Para ello, es fundamental avanzar en la reapertura progresiva de las escuelas, con las medidas de seguridad necesarias, para garantizar más y mejores oportunidades para los niños y las niñas.
El acuerdo social es urgente. El compromiso de los gobiernos, las organizaciones públicas y privadas, es ineludible. Los derechos de las chicas y los chicos, su bienestar y desarrollo, debe constituir nuestra prioridad colectiva.
Representante de Unicef Argentina