Conectar la educación y el empleo
La Argentina enfrenta grandes desafíos para los próximos años en términos de modernizar su economía, mejorar su seguridad, relanzar su inserción en el mundo y, en particular, expandir el talento. Esto en un contexto de una sociedad del conocimiento, con fenómenos como Internet de las cosas y la economía compartida, que están impactando en el mercado laboral, donde la competencia por el talento es global, donde los jóvenes cambiarán más de 15 veces de empleo en sus carreras laborales.
El país solía ser líder en educación en América latina. Tanto a nivel universitario como técnico, la Argentina marcaba tendencias en cuanto a acceso y calidad educativa se refiere. Pero desde hace ya varias décadas, como las diferentes pruebas internacionales lo demuestran, el país tiene mucho camino por recorrer en tasas de graduación media, terciaria y universitaria, y de calidad en todos los niveles.
Desde el Ministerio de Educación, Esteban Bullrich está liderando una nueva conversación sobre calidad educativa y movilidad social en el país, donde, sin importar el origen, cualquier persona pueda acceder a la mejor escuela pública donde la formen para la vida y para el trabajo.
Es justamente en esta formación para el trabajo donde existe también mucho espacio para crecer. En el país hay más de 600.000 estudiantes en escuelas secundarias técnicas, alrededor de 200.000 en técnicos terciarios y más de 400.000 en centros de formación profesional, apoyados principalmente por el Instituto Nacional de Educación Tecnológica, INET, del Ministerio de Educación y Deportes. Muy pocos si se los compara con el total de la población que necesita formación para el trabajo y no ha terminado el secundario o no ha tenido la oportunidad de ir a la universidad.
En la Argentina se invierte más del doble en educación universitaria que en educación técnico-profesional, algo que deberíamos debatir como país, ya que de la primera se gradúan no más del 10% de los jóvenes por año. Hay más de 20 millones de adultos sin estudios universitarios que no están en el sistema formal de enseñanza, pero que representan una parte fundamental de la población económicamente activa y necesitan formación continua para seguir progresando en sus carreras profesionales y trabajar en un siglo XXI que demanda diferentes capacidades, duras y blandas, para adaptarse a una economía donde los cambios tecnológicos son cada vez más profundos y frecuentes.
El Estado argentino tiene varios ministerios y dependencias orientados a programas de formación profesional y de empleo que se potenciarían mucho con una misión y acción común que apunte a proveer estas capacidades para el trabajo tanto a quienes han completado un ciclo educativo de nivel superior y tienen que actualizarse como principalmente a aquellos que no tienen la base del sistema formal o están completamente fuera del sistema.
Para recuperar la competitividad de la Argentina es fundamental el talento humano, y muy en particular, como se ve en países como Alemania, Australia o Japón, el talento técnico profesional, parte esencial del desarrollo productivo. Eso buscaremos también desde el INET, construyendo sobre lo construido, en particular la ley de educación técnico-profesional de 2005, y relacionando la oferta educativa con las demandas del sector laboral y productivo, nacional y local. Como explicó el ministro Bullrich: "Queremos desarrollar las economías regionales y que las escuelas técnicas estén muy relacionadas con esas economías".
Una economía abierta al mundo, competitiva y de alto crecimiento requeriría sin duda una efectiva inversión en capital humano, donde un mayor acceso a la educación de todos los sectores sociales, como se logró en los últimos años, se complemente con altos niveles de calidad en términos académicos, pero también, y en particular, de empleabilidad, de conexión y salida al mundo productivo.
Director ejecutivo del INET
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