Con tecnología cuántica, China espera alcanzar la supremacía tecnológica en 2030
Junto a la internet móvil y la inteligencia artificial de “nueva generación”, esta disciplina es una de las prioridades del régimen para la innovación científica
- 6 minutos de lectura'
Pan Jianwei no sabe si terminará su vida como uno de los grandes héroes de la China moderna o desterrado a un miserable campo de reeducación en los confines de su país. Por el momento, sobre las espaldas de ese científico de 51 años reposan todas las esperanzas del régimen para sobrepasar a Estados Unidos y alcanzar la superioridad tecnológica mundial en 2030 y la supremacía estratégica en 2050.
La comunicación y la informática cuántica figuran en segundo lugar de las tres prioridades de investigación definidas en el 13° plan quinquenal para la innovación científica y tecnológica que adoptó el régimen chino en 2016. El primero es la internet móvil y el otro, que aparece solo en tercer lugar, es la inteligencia artificial de “nueva generación”. Los científicos admiten que la clasificación es arbitraria porque existe una estrecha relación entre esos tres “desafíos científicos prospectivos de alcance estratégico”.
El régimen chino considera que esas tres disciplinas son los principales vectores que definirán la lucha por la hegemonía tecnológica en los próximos años. Alcanzar la supremacía en ese terreno es la condición esencial para llegar a ser una potencia dominante, como precisó el presidente chino Xi Jinping cuando lanzó la estrategia de ganchao (alcanzar y superar) para transformar transformar a China en “líder global de la innovación” en 2035.
Las ilusiones que deposita Xi Jinping en la tecnología cuántica se advierten en la importancia que acuerda a los trabajos desarrollados por Pan Jianwei, que en poco tiempo se izó a la categoría de verdadero héroe nacional. Como su homólogo Tsien Hsue-shen, padre del programa espacial, Pan se formó en las mejores universidades de Estados Unidos y Austria, y luego trabajó en un programa de investigación del prestigioso instituto de física de Heidelberg (Alemania) gracias a una beca de la Unión Europea (UE). Desde que volvió a su país, dirige el centro de física cuántica de la Academia China de Ciencias (CAS), que depende del organismo que centraliza todos los trabajos en ese sector: la Universidad de Ciencia y Tecnología (USTC), de Hefei (provincia de Anhui), verdadero brazo armado que en su esfera de influencia controla la actividad de tres universidades (Pekín, Tsinhua y Nankin), la Academia de Ciencias de Pekín (Baqis) y la Universidad de Tecnologías de Defensa más 24 institutos y centros de excelencia. Bajo su autoridad también están los laboratorios de las principales empresas de high-tech y los grandes monstruos del comercio digital, como Alibaba o QuantumCTek, y los conglomerados del complejo militar-industrial, como CETC (electrónica) o CSIC (naval).
Para ilustrar su interés por esa nueva tecnología, Xi Jinping efectuó una visita al USTC y describió la importancia central de la física cuántica a fin de “promover un desarrollo de alta calidad” y una “garantía para la seguridad nacional”.
La sofisticada arquitectura científica y técnica construida por el régimen en menos de 20 años traduce claramente las “aspiraciones del gigante chino en el dominio de lo infinitamente pequeño”, estimó el politólogo Marc Julienne en un estudio publicado por el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
La posición excepcional que ocupa Pan Jianwei en esa constelación lo ubica de facto como uno de los mil hombres más influyentes de China, detrás de los 419 personajes que integran la élite del poder (Comité Permanente, Buro Político y Comisión Militar, y los 376 miembros del Comité Central), según un estudio de Nis Grünberg, analista del instituto alemán Merics, especializado en estudios chinos.
Su prestigio proviene del gran impacto psicológico que logró con el lanzamiento del satélite Mozi en 2016 para experimentar la comunicación cuántica de larga distancia entre el espacio y la Tierra, un proyecto inicialmente desechado por la Agencia Espacial Europea (AEE) y que, finalmente, fue financiado por Pekín. Su segundo éxito fue la apertura de una línea de comunicación cuántica de alta seguridad de 2.000 km entre Pekín y Shanghai. Esa red, considerada como la más extensa del mundo, operó como plataforma de lanzamiento para construir una red nacional de 35.000 km que llegará hasta Lhassa, en el Tibet, y Urumqi, capital de la región de Xinjiang, posición de vital importancia para el régimen en el marco de la represión contra la minoría uigur.
Los nuevos horizontes de la ciencia se abrieron después de la conmoción creada en 2019 por Google con su computadora cuántica Sycamore, un monstruo de tecnología que en 3 minutos y 20 segundos realizó una operación que habría exigido 10.000 años de cálculos al mayor ordenador existente en Estados Unidos. Ese salto cualitativo demostró los progresos realizados desde los años 1990 para crear nuevos materiales semi-conductores vitales para la industria electrónica (computadoras y teléfonos celulares). También tienen un origen cuántico los lasers que guían los vehículos sin piloto y los diodos electroluminiscentes (Led), al igual que los relojes de alta precisión que utilizan los satélites de geolocalización.
Desde hace unos años, los laboratorios de investigación trabajan en una segunda generación que intenta construir ordenadores más veloces, crear sistemas inviolables de comunicaciones –capaces de reaccionar al menor intento de intercepción–, y utilizar una panoplia de aplicaciones que abren el camino a un verdadero mundo de ciencia ficción. “Cálculo, ciber seguridad, metrología (ciencia de los captores) y simuladores cuánticos son los cuatro pilares de la revolución que comienza”, sintetiza Julien Laurat, profesor de la Sorbona.
Los esfuerzos desplegados por Pekín arrojaron los primeros resultados espectaculares en 2020, cuando los equipos de Pan Jianwei anunciaron haber alcanzado la llamada supremacía cuántica. Utilizando un procesador óptico, denominado Jiuzhang, en solo 200 segundos pudieron realizar una operación que el supercalculador Sunway TianhuLight –tercero del mundo– habría necesitado 2.500 millones de años para terminar. En julio de 2021 los científicos de la USTC también mejoraron el récord que había establecido el procesador cuántico Sycamore de Google.
Sin descuidar esos aspectos –que prometen avances espectaculares en salud, farmacia, energía, nuevos materiales superconductores, transportes, ciencias y agricultura–, China privilegia las aplicaciones militares que van desde los clásicos sistemas de detección, posicionamiento y navegación hasta la física de los materiales (nuevas armas), armas biológicas y descifrado de comunicaciones. Interesados en reforzar la confidencialidad de las comunicaciones, los científicos trabajan en algoritmos matemáticos post-cuánticos. Esa nueva criptografía procura perfeccionar algunos principios de la física cuántica que abren la vía a medios de comunicación que resultarán inviolables por toda la eternidad, incluso si se utilizan computadoras cuánticas. Las fuerzas armadas chinas también construyeron la línea de comunicación cuántica más larga del mundo. Por esa red de 2.000 km que une Pekín, con Hinan, Hefei y Shanghai, actualmente transitan las informaciones cifradas del gobierno, instituciones financieras y defensa nacional.
Como ocurre con frecuencia en materia científica, el potencial de ruptura tecnológica que prometen las aplicaciones cuánticas en los sectores económico, industrial y militar presagian el nacimiento de un nuevo mundo e intensifican la rivalidad estratégica entre China y Occidente.
Especialista en inteligencia económica y periodista