Con el aborto, dejemos la mentira
No voy a decir que quienes están a favor de la despenalización del aborto mienten y que los que están en contra navegan sobre la coherencia. Voy a decir que existe la posibilidad de darnos cuenta de que no podemos construir sobre lo falso, pero podemos construir sobre las verdades que existen detrás de los ocultamientos que nos arrojamos unos contra otros. ¡Podemos construir algo superador sobre lo valioso de cada uno!
Como sociedad podemos hacernos cargo de la angustia de las mujeres que sienten que una maternidad inesperada puede quitarles su vida, y también de proteger lo más posible la vida de los chicos por nacer. No perdamos la oportunidad.
¿No es raro un país en el que un diputado afirme durante el debate sobre el aborto que quiere terminar con la aplicación de cárcel a las mujeres que se lo hagan, cuando en la realidad él y todos los demás saben que no se aplica prisión absolutamente a ninguna mujer por ese delito? ¿No es más raro todavía que los antiabortistas estemos desesperados por mantener en el Código Penal unas penas que sabemos que no se aplican y, lo que es más extraño, que ni siquiera queremos que se apliquen en la realidad? Queridos conciudadanos, debemos preguntarnos qué nos pasa. Y luego de preguntarnos qué nos pasa debemos pensar qué es lo que queremos como código de convivencia en paz. No puede ser que para interactuar los argentinos optemos en forma permanente por comunicarnos con el código de la mentira.
Siempre habrá gente en los extremos, pero la enorme mayoría del centro del sistema democrático debe preguntarse qué valores quiere proteger para poder convivir en paz y para que se asiente sobre ellos la sociedad de nuestros hijos y nietos. Podemos tener creatividad y dar un ejemplo a otros países, en lugar de hacer seguidismo apocado de lo que otros hicieron, solo por pensar que lo extranjero es mejor.
Por lo que oí en el debate en la Cámara de Diputados, hay una mayoría muy marcada que cree que no hay que poner en una cárcel a una mujer que aborta. Casi todos queremos que no pase lo que de todos modos sabemos que no pasa. Nunca pasa. No hay ningún caso de una mujer presa por eso. Muy bien. ¿Por qué no lo decimos así? Hay una respuesta, por cierto: porque queremos proteger el valor de la vida del niño por nacer y en consecuencia no creemos que pueda eliminarse ese valor vida del código de convivencia por excelencia, que es el Código Penal. ¿No podemos buscar alguna intersección, algún punto de contacto entre ambas cosas, entre lo que queremos y lo que es?
Sospecho que debe de haber, además, otra mayoría: la de aquellos que pensamos que una cosa es que el Estado no meta presa a una mujer y otra cosa diferente es que el Estado, que es una entidad moral creada para resguardar los derechos de cada persona, se dedique a hacer abortos por sí mismo. Hay una diferencia entre descriminalizar y legalizar. Si esto le cabe en la cabeza a una mayoría, ¿por qué no somos capaces de escribirlo como norma? Es posible decir: "No habrá cárcel para las mujeres que aborten, pero el Estado no hará abortos". El propio proyecto votado ajustadamente por Diputados, que en los discursos parecía que eliminaba la cárcel y los abortos clandestinos, mantiene ambas cosas para los casos de embarazos de más de 14 semanas, en una nueva falsedad luego atenuada por otros ocultamientos o falsedades. ¿Por qué no probamos con la verdad? ¿Por qué no mantenemos en nuestro código de convivencia la defensa de la vida como valor esencial, en razón de que no se puede convivir si no se vive, pero dejando en claro y por escrito lo que casi todos queremos, que es que no habrá cárcel para los casos más leves?
¿Y si a lo anterior le agregamos una protección efectiva del Estado para las mujeres con embarazos no deseados, en la que el Estado las acompañe y se haga cargo efectivamente de vivienda, educación, atención médica y psicológica, permita la adopción del niño por nacer y la facilite? En ese caso, habríamos logrado unir la verdad con la solidaridad social y evitado miles de abortos potenciales y ayudado a miles de madres y formado miles de mejores familias.
Yo les pido por favor a mis colegas senadores que no nos embanderemos en bandos (valga la redundancia), que no hagamos política cabalgando sobre frases hechas y tonteras políticamente correctas, medias verdades, medias mentiras, mentiras enteras. Estamos para más. Podemos estar para más. ¿Podremos demostrarlo? Miles de chicos y de mujeres y de padres nos lo agradecerían eternamente.
Presidente provisional del Senado de la Nación